En Colombia existe una industria cannábica de facto que por años se ha valido del comercio informal, los vacíos legales y, sobre todo el hecho de que la ley autoriza el cultivo legal de veinte plantas de mariguana. Ungüentos, cremas tópicas, goteros y demás productos a base de cannabis son fáciles de conseguir en cualquier esquina de los centros urbanos, y prometen calmar los dolores causados por la artritis, el estrés o los golpes.
Pero ahora que muchos estados de Estados Unidos han comenzado a regular la mariguana medicinal y que Uruguay avanza en la legalización absoluta de la hierba, los legisladores colombianos comenzaron a dar pasos tímidos en esta dirección.
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La pregunta que todos se hacen en este momento es ¿del lado de quién están? El senador Juan Manuel Galán (hijo del político y periodista Luis Carlos Galán, asesinado por orden de Pablo Escobar en 1989), quien redactó el proyecto de ley, ha realizado una serie de foros en los que han participado representantes de laboratorios farmacéuticos, médicos y pacientes, pero los pequeños empresarios han estado en la periferia del mapa de actores para la construcción de esta ley.
Allí radica una de las mayores preocupaciones para estos productores. Es el caso de Natural Drops, una empresa que logró certificarse bajo los lineamientos del Instituto Nacional de Vigilancia de Medicamentos y Alimentos (Invima). Para los creadores de Natural Drops el lado positivo de esta ley son las investigaciones que podrían generarse, pero “igual nos hacemos la pregunta que creo que se hace todo el mundo, y es ¿qué hay detrás de todo esto?, ¿por qué el proyecto no intenta buscar contacto con productores de este tipo de productos, sino que está encaminado a sacarlo así como tal?”, opina Julián Posada. “A nosotros nos interesa que todos los puntos de vista puedan estar incluidos”, dijo el senador Galán a VICE. “Por lo menos escucharlos. Otra cosa es que el proyecto las pueda incluir o no, eso no lo garantizamos”.
De aprobarse el proyecto de ley, lo más seguro es que estas pequeñas empresas tendrán que tecnificarse de acuerdo a los lineamientos que establezca el Ministerio de Salud y Protección Social por los que se rige el Invima, y quién sabe si el viento soplará a favor de estos pequeños empresarios, o terminen aplastados por el libre mercado y las grandes farmacéuticas en caso de que el gobierno decida entregar el negocio a la iniciativa privada.