Artículo publicado por VICE México.
Primero lo primero, ¿cómo diferenciamos una mosca hembra de una macho? La forma más sencilla es observar el color y la forma de su cuerpo. Las moscas presentan tonalidades marrones, en algunas de ellas hay una serie de anillos negros que adornan sus cuerpos. Estas rayas se presentan en ambos géneros, pero nos ayuda a distinguirlos ya que, en el caso de los machos, los anillos se van oscureciendo hacia la parte superior del abdomen. Otra manera sencilla de diferenciarlas en la longitud de su cuerpo, si la mosca es corta y de cola redonda, entonces es macho.
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Ya que podemos distinguir a las moscas macho, podemos hablar de el estudio realizado por Shir Ser-Krispil y un grupo de científicos en la Universidad Bar Ilan en Israel con el cual se encontró que las moscas de fruta, a diferencia de otras especies, sí experimentan placer cuando eyaculan. En una entrevista, el líder de este estudio comentó que esta investigación los puede ayudar a entender mejor cómo funciona el cerebro y la biología de las adicciones.
Las moscas macho buscan aparearse a través de melodías creadas por las vibraciones de sus alas para atraer a parejas potenciales y así poder eyacular. En el estudio realizado en Israel, los neurocientíficos debían crear un método para que las moscas macho pudieran llegar al clímax sin el ritual de apareamiento. Para esto, se modificaron las células cerebrales de doce moscas que se activaban con una luz roja. Estas células producen un químico llamado corazonin (CZR), mismo que las hace eyacular.
La investigación continuó cuando pusieron a las moscas modificadas en un cuarto alumbrado por una luz roja, en donde notaron que los insectos preferían estar debajo de ella ya que les provocaba una eyaculación. Después de ser entrenadas con la luz, se comenzó un ejercicio de asociación con la cual las moscas relacionaban un olor en específico con la iluminación roja.
La siguiente parte del estudio era observar como la eyaculación afectaba neuronalmente a las moscas. Si los machos estaban sexualmente satisfechos, sus niveles de neuropeptide F aumentaban. Este neurotransmisor ayuda a regular el balance energético y reducir el apetito. Las moscas que habían experimentado una eyaculación constante no buscaban alternativas de satisfacción en el alcohol.
Para esta parte del estudio, se les presentó a los dos grupos de moscas —las que eyacularon bajo la luz roja y las que no— fruta con etanol. El grupo que no eyaculó durante el estudio se acercó a estos alimentos, mientras que las que sí estaban sexualmente satisfechas no fueron atraídas por el alcohol. Esta investigación también ayudó a entender las adicciones en los humanos. La eyaculación es una recompensa para el organismo y si el cuerpo es privado de ella, va a buscar alternativas artificiales para sentir un tipo de satisfacción similar. Quizás con este estudio ahora podremos comprender nuestro alcoholismo.
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