Sexo

El día en que mis papás me sorprendieron jugando al porno

Desde tiempos inmemoriales, la combinación “Sexo + Papás que entran por sorpresa al cuarto” no ha traído nada bueno a ninguna de las partes involucradas. Para esta entrega decidimos consultar con algunas de nuestras lectoras sobre esos perturbadores momentos en que los parientes ven algo que no deberían. Éstos son los testimonios:

El día en que mis papás me descubrieron

Videos by VICE

…encima de alguien.
“De no haber sido por la Iglesia Católica yo seguiría siendo casta. Eso sucedía porque mis primeras experiencias sexuales las experimenté cuando mis padres se iban a misa y yo me quedaba en casa, con mi novio, viendo Cine Permanencia Voluntaria en Canal Cinco. Sin embargo, los días en que ese par de feligreses no tenían que ir a celebrar la liturgia, yo tenía que inventar un plan alterno a las películas dobladas que ofrecía la televisión abierta. En una ocasión, mi novio y yo decidimos que sería una gran idea decir que tenía yo que escribir un ensayo sobre Niezstche en Morrissey (el cual hice, queda una espantosa evidencia de eso) y tendríamos que estudiar el DVD de los videos a profundidad.

Mis padres tenían que salir y una canción llevó a la otra. Cuando volvieron yo me encontraba en una posición inverosímil para un televidente (de espaldas al televisor, sentada sobre otro ser humano, quien por cierto, traía los pantalones abajo) y la pantalla marcaba ese azul característico de cuando uno le pone en STOP para escuchar cualquier alarma que venga del exterior.

Mi madre miró al interior de la sala, luego volvió el rostro y siguió su camino hacia el comedor. Cuando me confrontó, hice un ejercicio de rotunda negación con manoteos, gritos y acusaciones en su contra durante no más de un minuto. Luego sentí el vértigo que sufres cuando ves el video de tu vida, antes de morir.

S. P., poeta.

…una porno en la bolsa.
“No me lo vas a creer pero el día que compré Baise-moi (la película de Virginie Despentes que es casi una porno y que yo intentaba ver en algún momento en mi cuarto), mi mamá sacó las cosas de mi bolsa y se topó con una peli que decía Viólame. Nunca me dijo nada”.

B. M., editora de libros.

…haciendo ruidos ahí abajo.
“Érase una vez una chica que se masturbaba tranquilamente –según ella– en su recámara. Era la primera vez que lo hacía introduciendo uno de sus dedos. Lo estaba sintiendo tan bien que olvidó ponerle seguro a su puerta. Su mamá entró de repente y, debido a la sorpresa, todo su cuerpo se contrajo y su dedo quedó atorado dentro. La chica creyó que había sido afortunada por tener una sábana encima, pero al tratar de sacar su dedo disimuladamente se escuchó un ‘pop’, como el de un corcho saliendo de una botella de sidra (lo siento, era navidad y fue la única imagen que se me ocurrió)”.

F. A., sexóloga.

…jugando al Sensacional de traileros con Barbie & Ken. 
“Eran los infames ochenta y yo era una niña. Hablar de muñecas de plástico, de sus flamantes accesorios y cientos de impensables profesiones, era un asunto de obligada mención entre quienes crecimos en aquellas épocas. El otro ingrediente de esta historia es el Sensacional de traileros, sí, posiblemente mi primer acercamiento al porno. Supongo que para entonces sentí la curiosidad de experimentar con mis pequeños amigos plásticos, lo que había aprendido en tan sabia revista. Después de todo, si estaba impreso, debía ser bueno. Y lo fue. De ese modo, sin saberlo, comencé a crear mis pequeños performances. Y como precisamente era la experiencia la que hace al experto, o algo así, me dediqué a profundizar en las posibilidades anatómicas de mis muñecas.

Y en eso justo estaba, cuando fui sorprendida en el acto artístico por la injerencia de mi hermano que, oportuno como solía ser, entró arbitrariamente a mis aposentos. Con la expresión de genuino asombro en su cara, se fueron mis ganas artísticas, y a cambio, el miedo porque corriera con la buena nueva, se instaló en mi cara, horrorizando todo rasgo antes nirvánico.

No tuve que decir nada. Él por su cuenta guardó silencio fúnebre. Nunca he vuelto a pensar en las razones del por qué decidió no decir una sola palabra a mis padres.”

S. L. O., periodista.

…debajo de un hombre desnudo
“La puerta de mi cuarto estaba caída y no cerraba por completo. Mis padres habían salido y ni mi novio ni yo pudimos contener eso que es incontenible a los 22 años (aunque pensándolo un poco, ya era una anciana para andar haciendo pininos). Sucedió que cuando mis padres abrieron la puerta, el pobre chico saltó de la cama y —por una razón que todavía hasta hoy no logro comprender— corrió hacia el otro extremo de la habitación mostrando su lampiña humanidad a una céntrica calle de Guadalajara. Y claro, también a los ojos de mi papá, quien dejó de hablarme durante tres semanas hasta que por fin pudo preguntarme qué demonios había pasado en aquella ocasión. Estuve a punto de decirle que fumábamos mariguana, tal era mi temor de Dios”.

G. M., community manager.

…viendo cine de arte.
“¿No te ha pasado que estás viendo una película cualquiera y en el momento preciso en que tu papá se sienta contigo para tener un delicado momento padre-hija, acontece algo bochornoso en la pantalla? Eso fue lo que sucedió conmigo, mi papá y El retrato Dorian Gray. En realidad, no hubo nada interesante, solo fue incómodo y decidimos hacer fast forward en la parte de la orgía”.

M. E., comunicóloga.

@eduardohuchin