Decir que vemos los Juegos Olímpicos para emocionarnos con el espíritu competitivo es como decir que vemos una porno para entender el amor. No: en realidad nos entusiasman los cuerpos extranjeros haciendo proezas que sólo los norteamericanos, los alemanes y con frecuencia los asiáticos pueden realizar. En la medida que nos muestran a alguien que no somos nosotros, las Olimpiadas se vuelven atractivas, lo mismo que el cine triple X.
(Por cierto, juro que escuché el lema “Más alto, más rápido, más fuerte” en una película porno antes que en un reportaje sobre las Olimpiadas).
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Como cada cuatro años, el Equipo Zorro se reunirá este viernes para ver los Juegos Olímpicos (o ya se reunió o se está reuniendo, depende de qué hora sea cuando leas esta columna). Este fin de semana, por ejemplo, mientras hacíamos apuestas sobre la posición que ocupará nuestro país en el medallero, nos preguntamos: si el porno fuera deporte olímpico, ¿haría México un buen papel?
Acudimos a nuestros archivos y encontramos que la serie “Can he score?”, una suerte de reality show producido por Bang Bros, puede darnos una idea al respecto. La premisa es sencilla: un sujeto común y corriente invita a salir a una estrella porno (o dos) con la intención de ligársela. Suena estúpido, lo sé, pero más de uno se pone nervioso, porque supongo que solicitar sexo a una luminaria XXX, sin pago de por medio, es como pedirle a un escritor consagrado que si te escriba un ensayo para la escuela.
En el capítulo denominado “Madison & the mexican cliché”, Oscar, un connacional de 28 años tiene una cita con la germana Madison Ivy, una deliciosa rubia de 20 años y una centena de videos sexuales en su haber. Es lo que podríamos llamar el partido “México vs. Alemania”.
Al modo de los programas televisivos sobre citas, cada uno de los protagonistas comparte a la cámara sus preferencias: el mexicano dice que le gustan “las brasileñas, las latinas, las asiáticas” y los “culos grandes”. A su vez, Madison informa que le gustan los delgados, atractivos y con penes largos y que, entre sus logros destaca ser cinta negra en felaciones.
La presentación entre los competidores es más o menos aquello que escucharíamos en las justas deportivas si pudiéramos leer las mentes de los participantes. Madison abre la puerta y ve la complexión gorda y el rostro moreno de Óscar, un globo de pensamiento –agregado digitalmente- aparece con la frase: “Mi techo no necesita limpieza”, y cuando él le informa que viene de parte de Bang Bros, el mensaje cambia a “¡Oh, no! ¡Es mi cita! Mataré a mi agente”.
¿Cómo ligarse a una actriz porno? Se dice que una buena conversación ayuda y para hacer plática, Óscar pregunta a Madison cosas del tipo “¿Quieres tener niños alguna vez?” o “’¿Qué debe tener un chico para que quieras casarte con él?” (un globo de pensamiento sobre la cabeza de Madison responde a esto último: “Que no esté ilegalmente en el país”). Hablan de mascotas (el mexicano tiene un chihuahua y ella piensa: “Eres un cliché andante”) y de experiencias sexuales (Óscar asegura que ha participado en tríos y ella piensa: “¿Por qué no te creo?”). La cosa no puede ser más horrible: cuando él está distraído pidiendo comida para llevar, ella hace un ademán de suicidio. Es la peor cita del mundo, una suerte de marcador 10-0 a la contra ¡y la competencia ni siquiera ha empezado!
Llegan al campo de juego: la sala de Madison. Después de mucha palabrería, uno piensa que ya es momento de que el mexicano haga algún movimiento de verdad. Si el inglés que usa el connacional parece infame, sólo es cuestión de ver sus intentos por tocar a la estrella XXX para sentir vergüenza. Es como haber visto al “Bofo” Bautista intentar las maniobras de Messi.
Es este momento donde vemos el nivel de competencia de nuestros compatriotas. Óscar tiene la complexión gorda y ella el cuerpo de una modelo de ropa interior. Él es lerdo y ella intenta hacer lo que se supone que mejor sabe: simular. Pero todo tiene un límite: después de estar algunos minutos copulando, la pantalla se pone negra y aparece una leyenda: “Madison se aburrió de fingir y detuvo la acción”. Fin del partido.
Conclusiones de nuestro equipo de comentaristas:
EDUARDO HUCHIN: “Por un momento, me ilusioné y pensé que podría triunfar el amor…”
PONYSR: “Por lo menos pudo poner su pene dentro de ella un rato sin ser acusado de violación. No se puede decir que no haya ganado algo, ¿y qué le costó?, ¿humillación pública? En los otros reality shows las sufres peores y ni siquiera manoseas a alguien”.