“A veces es triste estudiar acá”, la crisis de los edificios de la Nacional según sus estudiantes

Así se ve uno de los costados de la Facultad de Cine y Televisión.

Esta no es una noticia vieja, aunque de cierta forma lo es. Lo del mal estado de los edificios de la Nacional, la universidad publica más grande del país, se cuela cada tanto en el noticiero de las 7:00 p.m. Pasó hace tres años, cuando se desplomó el cieloraso de la facultad de derecho, de nuevo en mayo de 2015, cuando el edificio de arquitectura fue demolido porque no aguantaba una grieta más, y ahora porque los estudiantes de la UNAL recibieron el nuevo semestre con la noticia de que una de las alas de la facultad de artes no podrá ser utilizada por tiempo indefinido debido al deterioro que muestra la estructura. Lo dicho: la noticia no es vieja. Siempre encuentra una forma de renovarse.

Según Sara Abril, representante de los estudiantes ante el Consejo Superior Universitario, lo del edificio de artes fue un “desalojo” y es un síntoma más de la crisis de infraestructura de la Nacional. La denuncia de Sara incluye un informe publicado por la Universidad en 2012, según el cual 49 de los 129 edificios de la universidad se encuentran en un estado de “Alta Vulnerabilidad”: todo escrito sobre fondo rojo. Según Jaime Franky, el vicerrector de la sede de Bogotá de la Nacional, la situación de hoy es mucho menos grave que la de 2012, y lo del edificio de Artes es solo un “traslado temporal”.

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Allá ellos con su discusión semántica, lo que yo vi hoy cuando estuve en la Nacional fue una universidad que no se está cayendo a pedazos (al menos no en su totalidad) pero que tampoco parece la mejor del país (al menos no en su totalidad) . Me refiero a que el de la Nacional es un campus bipolar en el que coexisten edificios impecables y otros que parecen al borde del “traslado temporal”.

Esta es la grieta que obligó a clausurar una de las alas del edificio de la Escuela de Artes Plásticas.

Asimismo, existe entre los estudiantes una variedad de opiniones y percepciones acerca del estado de sus instalaciones. Cada quien habla de la fiesta dependiendo de cómo le haya ido en el baile, ¿no?

Justo frente a la entrada del ala de la escuela de artes que fue clausurada este semestre, me encontré a Felipe, un estudiante de Artes Plásticas que ingresó a la universidad en el segundo semestre de 2009: el deterioro para él es notorio. Desde el día en que tuvo su primera clase, Felipe (y todos sus contemporáneos) ha perdido los espacios del edificio de arquitectura, donde recibía clases hasta que fue demolido, y que estaba ubicado justo enfrente de su facultad, y ahora también se despide (temporalmente) de una de las alas de la escuela de artes plásticas. “A veces es triste estudiar acá. Llegar a la universidad y ver esto descuidado y lleno de grietas no produce ninguna alegría”, concluyó.


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A pesar de no haberse visto directamente afectado por la pérdida de espacios en artes y arquitectura, Héctor, quien está matriculado en la facultad de Economía hace 4 años, siente que el mal estado de algunos edificios de la universidad “afecta el sentido de pertenencia de todos los estudiantes”, al fin y al cabo, para Héctor, la Universidad está compuesta por muchas facultades pero “un solo campus”. Sin embargo, Héctor reconoce que mientras facultades como las de Artes y Enfermería tienen serios problemas de instalaciones, otras facultades cuentan con edificios buenos y bonitos, como la de ingeniería.

Lo que queda del difunto edificio 303, de la Facultad de Arquitectura.

Y sí. A unos diez metros del achacado y humedecido edificio de la escuela de artes plásticas se alza un edificio blanco que para la época de su inauguración debía ser muy parecido a su vecino, pero que hoy en día parece de otra universidad: es el edificio Julio Garavito de la facultad de ingeniera. Una estructura de tres pisos con bombillos LED, cubículos de cristal, undeck de madera natural y todos los clichés de una universidad gomela.

¿Y por qué son los estudiantes de ingeniería los bendecidos y afortunados de la Nacional?

Para Juán Sebastián, estudiante de ingeniera civil en la Nacional desde 2013, la explicación está en los proyectos de asesoría y consultoría que ofrece la facultad de ingeniería a terceros y que le han permitido tener ingresos superiores a los de otras facultades. A pesar de no haberse visto afectado nunca por las carencias de la universidad en infraestructura, Juan Sebastián admite sentirse preocupado cuando ve que en universidad hay “estructuras que se caerían con un terremoto suavecito”. Sin embargo, a este ingenierio le molesta ver grafitis en los edificios de la unversidad tanto como verlos con goteras ya que, según él, “arreglar eso cuesta plata también”.

La grieta en el edificio de Sociología llegó para quedarse.

Encontré más optimismo entre los estudiantes que vienen de fuera de Bogotá. Dayan y Alex, dos estudiantes de la facultad de enfermería que vinieron a conocer la universidad cuando se ganaron un cupo en ella, no notaron un deterioro grave en sus instalaciones en un principio, “yo solo estaba contento por haber entrado a la más chimba” afirma Alex acerca de su primera impresión de la Nacional.


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Pero con el tiempo llegaron las quejas: “Cuando cerraron nuestro edificio, tuvimos que ver clases en condiciones de hacinamiento y eso afecta el proceso académico”, comentó Dayan, quien también piensa que la falta de inversión es tan grave como la falta de cuidado por parte de los estudiantes.

Al igual que Dayan y Alex, Angelo espera ansioso el momento de estrenar el edificio de enfermería que está a punto de ser inaugurado. ¿Y qué recuerdos le quedan del viejo? “Era una asco. Tenía una grieta en toda la mitad y más de la mitad del edificio ya había sido cerrada por seguridad”.

Sí, vemos la grieta en la antigua torre enfermería.

Unos que aún no ven cercano el día de estrenar un edificio con luces LED y deck de madera son los estudiantes de Sociología, cuyo edificio está atravesado por una grieta en la que cabe un brazo de ciclista. “Es que ya no hay ni edificios” me contestó Erica, una estudiante de sociología, cuando le pregunté qué pensaba de las instalaciones de la universidad. Según Erica, los estudiantes de su facultad se han visto obligados a tomar sus clases en otros edificios debido a la grieta que divide el suyo.

Erica afirma que ya sabía cómo era la Nacional antes de estudiar en ella, pero jamas imaginaba que la cosa fuera tan precaria como para tener que tomar clases en un salón encharcado por las goteras. “El mal estado de la universidad ha sido un arma de doble filo. Por un lado, ha hecho que a la gente le valga huevo cuidar algo que ya está dañado, pero tambien ha hecho que los estudiantes nos unamos para luchar por mejorar la universidad”, concluyó. Otra estudiante de sociología afirmó que las facultades de la universidad funcionan “como republicas independientes” en las que las facultades dedicadas profesiones más lucrativas cuentan con una gran ventaja frente a las de humanidades.

Cruzando la salida occidental del campus se encuentra el edificio Uriel Gallego, donde queda la oficina del vicerrector de sede, Jaime Franky. Según Franky, quien asumió el cargo hace un par de meses, justo a tiempo para enfrentar este pedo, el informe que sustenta la denuncia de Sara Abril es un “refrito”. Se refiere a que está desactualizado y no contempla muchas de las obras que la universidad ha adelantado en los últimos cuatro años, como el reforzamiento del edificio Julio Garavito, el nuevo edificio de Enfermería o las nuevas aulas de ciencias básicas. Franky afirma que hoy en día la lista de edificios que requieren atención prioritaria se reduce a “ocho o diez”. El edificio de artes ni siquiera se encontraba en esa lista y “el traslado temporal” de las actividades en una de sus alas fue imprevisto que se debe a problemas del suelo.

Para el vicerrector, la percepción de que algunas facultades tienen mejores edificios porque prestan servicios externos más lucrativos es “parcialmente cierta”. Franky señala que obras como el reforzamiento del edificio de ingeniería se han podido adelantar en buena parte gracias a las donaciones de los egresados de la facultad y que no todas las asociaciones de egresados son tan generosas y participativas como la de ingeniera.

En cuanto a la plata, causa y solución de todos los problemas, el vicerrector habla de una inversión de 31 mil millones en reparaciones los próximos dos años. Suena cómo un montón de plata, pero en realidad es mucho menos de los 77 mil millones que, según el ultimo informe de gestión, invirtió la universidad en modernizar edificios entre 2013 y 2014. “Se necesita más inversión” admitió Franky quien seguramente tendrá que seguir dando estas entrevistas.