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salir de fiesta

Señales que te indican que tienes que dejar de hacer 'afters'

Un tatuaje horrible en la cara, fotos de mierda en tu Instagram. Las señales hablan solas.
Foto vía usuaria de Flickr sarahcord/CC BY-SA 2.0

Las cosas tienen un límite. Por mucho que te empeñes, no podrás meter más cubata dentro de un vaso de cubata del que el propio vaso de cubata te permite, el continente limita el contenido; siempre que lo has intentado el cubata ha terminado derramándose, ni que hubieras puesto solo un poco más de lo que te permite el vaso, solo un poquito, tampoco hubieras podido superar ese límite de capacidad del recipiente marcado por la falta de cristal.

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Eso está bien, porque sin límites, la humanidad podría llegar a hacer cosas muy extrañas, como tolerar los matrimonios entre chimpancés y humanos, inventar los bolígrafos hechos con dedos de niños o hacer estallar el planeta Tierra. Sin un límite todo es posible, incluso lo demencial.

Pues bien, esas salidas nocturnas de los sábados —incluso las que empiezan los viernes— que pueden alargarse hasta los domingos por la tarde también tienen un maldito límite.


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La primera vez que se rompió el televisor fue incluso divertido, con esas formas raras que se generaban en la pantalla, pero a la tercera tele destruida la cosa dejó de ser instagrameable, sobre todo teniendo en cuenta que nunca ninguno de tus “amigos” de la fiesta se ofreció a pagarte una parte del nuevo televisor.

Además, qué diantres, nada puede ser tan divertido como para estar haciéndolo durante tanto rato, ni siquiera el sexo, el matrimonio o el consumo de queso derretido. ¿Salir de fiesta durante 42 horas? ¿Beber sin parar y tener conversaciones de mierda sin sentido durante 42 horas? Creo que no, gracias.

Este presente texto pretende ser una guía para que el lector pueda discernir el momento exacto en el que quizás debería empezar a plantearse lo de dejar los afters, ese punto en el que la cosa empieza a “ponerse rara”.

Foto vía usuaria de Flickr sarahcord/CC BY-SA 2.0

TATUAJES RAROS EN LA CARA

Esa mañana soleada de domingo parecía una muy buena idea que ese tipo te tatuara un teléfono móvil en la cara. El tema es que cuando el lunes por la mañana te levantaste y viste eso, un enorme sentimiento de profunda perdición te invadió el cerebro. Cuando vayas a cenar a casa de tu madre un día de estos el escándalo será monumental.

“España ha cambiado y ahora todo el mundo lleva tatuajes” le dirás pero ningún discurso podrá justificar que tengas un móvil de mierda dibujado en la cara, lo sabes. Te intentas autoengañar, forzar la realidad para pensar que este tatuaje es la hostia, de que realmente decidiste conscientemente que era lo mejor que podías hacer esa mañana de domingo pero la realidad es que no recuerdas exactamente cuándo te hiciste esta mierda ni quién te la hizo, de hecho no sabes ni si conocías a toda esa gente con gorras que había en la fiesta.

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Un día, navegando por Instagram, das con el perfil de un tío que hace tatuajes que te resultan familiares y, de repente, ahí aparece tu cara con ese teléfono. Los comentarios de la gente se te clavan como espadas. Son comentarios muy crueles, te lo aseguro. La foto tiene como 50 likes y es todo lo que te dará ese tatuaje, eres solo un número para un tatuador lamentable que tiene 2.000 seguidores. 50 likes que te costarán un despido y una deuda de 500 euros con el banco, que es lo que te costará borrar el tatuaje y vivir con una extraña mancha blanca en la cara hasta que te entierren.

Ya es hora de parar esto, ¿no crees?


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IR A TRABAJAR DE EMPALMADA

¿Alguna vez te ha pasado eso de estar de fiesta de puta madre y, de repente, darte cuenta de que ya es lunes por la mañana y que tienes que IR A TRABAJAR de empalmada a la frutería y cargar cajas y hablar con gente y con viejas durante ocho horas sufriendo el peso de llevar dos días sin dormir y viviendo el peor lunes de todos los lunes de todas las personas de este planeta y de toda la historia de la humanidad incluso mucho peor que ese lunes fatídico en el que un volcán destruyó Pompeya y mató a toda una ciudad?

INSTAGRAM

Entra un momento en tu perfil de Instagram. Busca las fotos que has publicado los domingos por la mañana. ¿Tienen sentido? Hay una foto de un cable de iPhone enrollado; en otra aparece una lata de Coca-Cola doblada; luego está ese tipo con un cinturón tapándole los ojos; una mano llena de sangre sujetando un Fairy. No sé, está claro que algo va mal.


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LAS MIRADAS DE LA GENTE

Estás volviendo a casa después de salir de fiesta y ves que ya es de día y que en la calle y en el metro la gente te mira como si llevaras la ropa totalmente ensangrentada. La gente no se acerca a ti ni se sienta en el asiento libre que tienes al lado. Los niños te miran fijamente y sus padres les dicen que dejen de mirarte. Mueves las piernas constantemente y no sacas las manos de tus bolsillos mientras tocas un objeto que llevas ahí dentro (un mechero, la tarjeta del metro o un trozo de chorizo).

La situación es incómoda y te das cuenta de que no estás yendo en la dirección correcta y te bajas del metro y te quedas en la estación que no es tumbado en los bancos del andén y te duermes y te despiertas a las cinco de la tarde y te levantas y vas andando a casa y te compras unas alitas de pollo del KFC porque llevas dos días sin comer y nos sabes cómo coger las alitas y te caen al suelo y las recoges y te las comes y la gente te sigue mirando con esa mirada rara y sigues andando y en un momento te ves reflejado en un escaparate y, entre bolsos caros y chaquetas de piel, descubres a una persona que parece que lleve siglos viviendo entre los escombros. Eres tú.

Foto vía usuaria de Flickr sarahcord/CC BY-SA 2.0

SOY LEYENDA

La gente empieza a comentar cosas. “Joder, cómo estaba el Miguel el otro día”. Miguel eres tú, claro. Cuando quedas con gente te preguntan eso de “¿Estás bien?” y tú no entiendes nada pero luego te cuentan lo que hiciste en ese after el otro día, lo de desnudarte y hacerte una cruz gamada en el pecho con un cutter. Cuando otra persona se pasa el fin de semana de fiesta y se desfasa mucho, la gente comenta cosas como “Laia el fin de semana pasado se hizo un buen Miguel, una buena Miguelada”.

La leyenda de tus fiestas intensísimas ha trascendido y lo de “la Miguelada” lo empieza a comentar gente que ni conoces, gente que está muy lejos de tu círculo de confianza. Las redes sociales aceptan el término y te conviertes en un meme. El hashtag #Miguelada es trending topic cada lunes. Si las cosas siguen así, hacia el año 2045 la RAE aceptará el término “Miguelada”.