literatura

Hablamos con Anna Pacheco sobre su novela ‘Listas, guapas, limpias’

Hacerse mayor es ir a la universidad, salir del barrio, romper con tu novio del instituto y dejar de ir al Carrefour con tu madre.
​Anna Pacheco. Foto de Sofía Suárez
Anna Pacheco. Foto de Sofía Suárez

Ha sido calificado por algunos de los medios más importantes del país como uno de los libros a tener en cuenta de la nueva temporada literaria y sinceramente creo que no se van a equivocar. Listas, guapas, limpias (Caballo de Troya, 2019), es la primera novela de la periodista y antigua compañera de VICE y Broadly Anna Pacheco, un libro en el que se mezcla un humor muy personal con una historia de hacerse mayor que se concreta en entrar en la universidad, salir más allá de los límites (físicos y mentales) de tu barrio, romper con tu novio del instituto o ir cada vez menos de compras al Carrefour con tu madre.

Publicidad

Muchos se han apresurado a llamar a esta novela “una novela millennial”. Por favor, no dejes que esa etiqueta tan sobada y pocha te distraiga de lo importante, Listas, guapas, limpias es un libro sincero y bien contado con el que, aunque evidentemente tiene un punto generacional, se sentirán identificadas muchas más generaciones que los nacidos entre 1981 y 1993.

La protagonista de esta novela no tiene nombre, una simple “N” nos da un leve indicio del mismo. Es verano y casi seguro que es el último verano en el barrio, en la torre de su abuela, los últimos tres meses de no hacer casi nada. Al entrar a la universidad, todo ha cambiado para siempre, ha entrado en contacto con otro mundo, con gente que vive en casas de techos altos y que tienen libros y discos que por su calle no se han escuchado mucho. Se supone que es ya una mujer adulta, pero no parece estar muy segura, de hecho, no está segura de casi nada y personalmente esa actitud se me ha contagiado un poco. ¿Se puede dudar de si te masturbas bien o no durante la propia masturbación? El ser humano no hubiera evolucionado de no haberlo hecho y eso le pasa a la prota de este libro.

1568908403647-Listas-guapas-limpias

Contacté con Anna para hacerle algunas preguntas acerca del libro.

VICE: Tu novela empieza en un tiempo de cambios para la protagonista: está decidida a dejar a su novio aunque al final no lo consigue. Es un momento de evolución pero con problemas para la protagonista, ¿no?
Anna Pacheco: Sí, creo que toda la novela se sitúa ahí, en un verano de cambios pequeños. En ese sentido, es una novela de iniciación clásica, creo. El paso de la juventud a la adultez con todas esas cosas misteriosas y excitantes y deprimentes que pasan por ahí en medio. Efectivamente lo primero que quiere hacer la protagonista es deshacerse de un novio del instituto, al que hace un rato quería pero que ahora le resulta un poco un engorro porque va ya a la universidad y está un poco crecida. Y no, no lo consigue.

Publicidad

Creo que inevitablemente los lectores que estén un poco al día de novedades literarias van a comparar este libro con Vozdevieja de Elisa Victoria. Yo creo que tiene puntos en común, como por ejemplo que ambos están protagonizados por alguien que está viviendo fuertes cambios en su vida, pero también bastantes diferencias. ¿Qué dirías de esa comparación?
No me la han dicho aún pero tiene mucho sentido, claro. De hecho, el libro de Elisa Victoria llegó a mis manos como al final de mi angustiante proceso de escritura y pasé por esa fase de esconder el libro porque pensé que era muy bueno y que no había nada que hacer. Casi me tiro por un balcón. Es broma. Pero me pareció maravilloso. Es posible que nuestras dos protagonistas, pese a tener edades muy distintas, de haberse encontrado en una misma línea temporal se hubieran hecho amigas. Es evidente que hay un imaginario compartido, de extrarradio y de veranos con El Precio Justo y el ventilador. Sin embargo; aprecio también diferencias, claro, sobre todo entre los personajes como la madre o la abuela, que en ambos libros son bastantes centrales, pero que no tienen nada que ver.

Una de las cosas que más me han llamado la atención del libro es el escepticismo brutal de la protagonista respecto a casi todo: su madre, su novio y los hombres en general, el crecer, el estudiar… ¿De dónde le viene? ¿Es un reflejo de cómo lo viviste tú? ¿O se trata más bien de reflejar la actitud general de alguien de esa edad?
La protagonista es muy joven, tiene veinte años y creo que, por lo general, todos esos años están marcados por cierto nihilismo. En cualquier caso, tiene esa personalidad suya y propia que se va revelando a lo largo del libro, con todos sus conflictos e inseguridades, creo que eso también ayuda explicar el hastío con el que va circulando por la vida. Ese odio y vergüenza persistente de clase creo que es lo que marca más el carácter de ella, que se puede relacionar al escepticismo que mencionas.

Publicidad

Aunque a lo largo de la novela hay varios flashbacks a la niñez de la protagonista, lo cierto es que creo que tu libro es cero nostálgico, un poco en contra de lo más común actualmente que es revolcarse una y otra vez en un pasado totalmente mitificado. ¿Esa actitud fue algo consciente?
Totalmente. Creo que la nostalgia nos lleva en muchas ocasiones a ese regodeo estéril y paralizante. La nostalgia puede ser reaccionaria. Yo quería huir de eso porque me parecía que, si no lo hacía, el ejercicio no iba a ser interesante. Te digo eso, pero en el fondo soy una nostálgica, solo que creo que una nostalgia particular y concreta no interesa a nadie excepto al nostálgico mismo. Ahora bien, sí creo que se pueden sacar ideas interesantes de ese estado febril. Por otro lado, lo que creo que yo hago en el libro es todo lo contrario a la mitificación. O eso me han dicho quienes lo han leído. Me han dicho: “Es un libro triste y cruel, pero te ríes”. Como decía Astrud, la nostalgia es un arma.

Una cosa que creo que sí funciona muy bien para meter al lector en la novela es el uso de la cotidianidad: la comparación de las notas con la hija de la vecina, los parientes del pueblo, ir a comprar al Carrefour con tu madre… Muchos nos sentimos como en casa en ese universo. ¿Me puedes hablar sobre esto?
Sí, hay muchos de esos elementos que creo que, en parte, tienen que ver con la tradición de esas novelas más costumbristas. Me flipan los libros de Elena Ferrante, Vivian Gornick, esa capacidad de transportarte a paisajes y escenarios conocidos. Las historias que mi abuela me contaba de las vecinas, los chismorreos del bloque. Eso sumado al hecho de que a mí la vida me da pena la mayor parte de las veces. La vida adulta sobre todo. Yo qué sé: el otro día, me contaban que para celebrar “el fin de un cáncer” una familia entera se había ido de vacaciones. O el otro día que vi que una pareja se estaba haciendo un book de bodas en la Via Laietana, que es una de las avenidas más desesperadas de España. Todos esos momentos me parecen preciosos, desesperados, pero preciosos. Todo esa gente adulta desmoronándose, con todas las costuritas a la vista, luchando patéticamente por sobrevivir. Todo eso me inspira.

Publicidad

Retratas muy bien la primera conexión de alguien de barrio con un mundo más “sofisticado”. Ahí también se reconocerá mucha gente, ese momento en el que por instinto sabes que esas cosas te atraen, pero no tienes ni la más remota idea de por qué. ¿Me puedes hablar sobre eso?
Sí, me gusta eso que dices de no tener remota idea de por qué. Porque es tal cual. La protagonista entra en contacto con esa Barcelona de la Illa Diagonal, de l’Eixample, de techos altos, de librerías repletas de libros, de alfombras burguesas, de gente con apellidos compuestos o de un acento catalán distinto al de sus amigos de siempre. Y, por supuesto, alucina. Es un momento muy importante porque ciertamente no tiene ni idea de qué le pasa. No sabe por qué se siente completamente fuera de lugar, incapaz de hablar con las palabras precisas.

Entre estas novedades que entran en la vida de la protagonista está Pau. Un chico que es tan diferente a su novio que le deslumbra de alguna forma. Aunque, ¿no te dio a ti un poco de rabia que se enamore del pijo?
No estoy segura de si se enamora tanto (RISAS). Pero claramente está cautivada sí, sin embargo, la configuración del deseo no es azarosa. En el deseo de la protagonista hay aspiracionalidad, además de que está atravesado por una cuestión de género. A la protagonista le encanta gustar. Le encanta sentirse deseada. Hay una frase en “Poética del deseo”, de Anne Carsson, que dice algo así: “Me gustaría llegar a saber por qué estas dos actividades, enamorarse y llegar a saber, me hacen sentir genuinamente viva”. Creo que esto también se lo pregunta ella.

La abuela de la prota es un personaje clave en todo el libro. ¿Qué quisiste reflejar a partir de ella? Sus romances son preciosos.
Es el personaje de la abuela el único que está inspirado deliberadamente y de forma más explícita en mi abuela real. Y algunos de los episodios narrados son directamente sus propios relatos. Me parecía que la abuela era clave para conectar a la protagonista con un pasado olvidado, con una genealogía familiar invisible. No deja de resultarme asombrosa la distancia abismal y generacional entre nosotras y ellas. Su forma de comprender el mundo, de haber olvidado ciertas partes. La abuela es una racista de mucho cuidado, tiene sus cosas. Todo hay que decirlo.

Para terminar, ¿qué opinas de la etiqueta millennial que algunos han corrido a ponerle a tu novela? A mí personalmente me aburre en extremo.
A Sally Rooney le llamaron “la Salinger de la generación Snapchat”, a Lena Dunham, “la voz de una generación”. Los periodistas no paramos de inventarnos frases bobas todo el rato, como eslóganes publicitarios, para vender el tema a nuestro editor y que con suerte nos lo compre y tener clics. Todo eso. Comer. Pero, claro, eso de ordenar y enmarcar las cosas permanentemente es un ejercicio muy feo, en realidad. El tema de la etiqueta “literatura millennial” me parece un poco parecido a todo eso. Además, cuando repites mucho algo como que deja de tener sentido. Es lo que pasa con todo esto. Tampoco se me escapa ese desprecio, de serie, de los mayores respecto a lo que hacen los jóvenes, la etiqueta “millennial” está cargada de vanidad la mayor parte de las veces. Eso no quita que no existan elementos comunes en la literatura contemporánea de las y los de mi generación. Me parece algo natural. Leí hace poco un artículo en el The Guardian sobre algunos elementos comunes en este tipo de novelas, me pareció interesante el análisis.

Muchas gracias Anna.