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Por qué preferimos los VTC a la vez que pedimos que se regulen los alquileres

Cuando se habla de Uber, Cabify, los taxis y la regulación de cada cual se está hablando, en última instancia, del mercado.
Taxi Uber
Reuters/ Albert Gea 

"Pues nada, entonces que instauren el Mercadona como único supermercado en el que se pueda comprar, que al menos tiene hummus, y que eliminen la competencia". Así se zanjó la última conversación que tuve sobre los taxis y los VTC, este mismo fin de semana. En ella salieron a relucir, por supuesto, los argumentos estrella tanto de un lado como del otro, los razonamientos de 0,60 que todos hemos interiorizado rápidamente y a base de hilos de Twitter o de mensajes en cadena de WhatsApp a lo largo de estas semanas.

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Que si los taxistas son "unos fachas, unos machistas, unos guarros y encima siempre te dan vuelta", que si los VTC "son competencia desleal porque sus tarifas no están reguladas por la Administración", que si "ojo que los taxistas tampoco son unos santos y es culpa suya por haber especulado durante años con las licencias", que si esto es "la punta del iceberg del desmantelamiento paulatino de los servicios públicos", y en última instancia, que los taxis "están sucios", que los taxistas "no se han sabido modernizar y adaptar a los nuevos tiempos" y como argumento estrella el ya célebre "es el mercado, amigo" pronunciado por Rato y que resulta extremadamente útil en debates como el que hoy nos ocupa.

Porque claro que es el mercado. Cuando se habla de Uber, Cabify, los taxis y la regulación de cada cual se está hablando, en última instancia, del mercado. De la manera en la que cada uno cree que debiera estructurarse y legislarse y de los excesos cometidos en su marco —la "burbuja de las licencias de taxi" y el "monopolio", la ausencia de una tarificación impuesta por la Administración en el caso de las VTC pero no del taxi, la desregulación del empleo mediante subcontratas por parte de las VTC, etc.—. Cuando se debate sobre Uber, Cabify y los taxis no solo se está debatiendo sobre Uber, Cabify y los taxis sino también sobre la denominada "economía colaborativa" y sus consecuencias: la "uberización", la precarización del mercado laboral…

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En este artículo de la revista de tendencias Harper's Bazaar se asegura que las generaciones más jóvenes prefieren VTC, con declaraciones recopiladas por la propia publicación. Y basta haber nacido a partir del ochenta y pico y tener un grupo de WhatsApp o salir a tomar unas cañas en grupo para darse cuenta que, aunque no hay datos oficiales publicados al respecto, no andan muy desencaminados: los más jóvenes preferimos el VTC. Si no como ciudadanos responsables y coherentes, sí al menos como consumidores.

"Los precios de los taxis están muy inflados, así que suelo coger más Uber o Cabify. Además, como en todos los sectores, el del taxi también debe y merece evolucionar. No puede ser el monopolio que tienen montado", dice Ana, de 22 años. "Entiendo que las tarifas entre ambos deberían regularse, sobre todo si las licencias de taxi son tan caras, pero el mercado evoluciona y es el momento de que el sector también lo haga. Además, los VTC dan trabajo a un porcentaje de la sociedad, que en muchos casos no puede acceder a otro tipo de empleos", añade.

"A mí me da mucha seguridad el hecho de saber quién es la persona que me está llevando a casa, tener su número o su matrícula registradas, y esa es la gran razón por la que cojo VTC desde hace tiempo, además de porque sé cuánto me va a cobrar y no me puede tongar", añade Saray, de 26. Ada Karina, de 28 años, dice que prefiere VTC "mil veces porque ofrecen un mejor servicio en general". "Hay menos posibilidades de ser estafado gracias a las rutas y los precios ya pautados, consideran la comodidad del pasajero, te dan agua, te preguntan por la calefacción…. Los chóferes son mucho más amables y las aplicaciones son un éxito rotundo: poder ver por dónde va, no tener que esperar en la calle a que venga…".

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Para José Ruiz Pardo, especialista en neuromarketing y estudios del comportamiento del consumidor, la clave del triunfo de Uber y Cabify entre los consumidores, especialmente entre los más jóvenes, responde sobre todo a que lo que dice Adakarina: le han prestado atención a la experiencia de usuario, a cómo nos sentimos en su flota más allá del servicio de transporte en sí.

"Hay un cambio de tendencia claro de unos años a esta parte en los que la experiencia de usuario se ha ido conformando como una parte muy importante en los hábitos de consumo no solo en el sector de los medios de transporte sino en general. Hace 15 o 20 años no se le daba valor al hecho de sentirte a gusto en el marco de una transacción comercial, eran mucho más importantes otras variables como las ofertas o el precio. Sin embargo ya no es así, de hecho los precios de los VTC y el taxi son muy similares y el servicio es muy similar: la diferencia la marca casi por completo la experiencia de usuario", explica.

Carlos, de 27 años, le vuelve a dar la razón al experto en neuromarketing y dice que el principal motivo por el que prefiere VTC es porque "el servicio es bastante mejor". "En cuanto a limpieza, en cuanto a cómo va vestido el conductor, que te recoja un coche oscuro con un tío en traje, que te ofrezca agua, te hable de usted y se esmere en la forma de tratarte tiene su valor. Además, prefiero que me den un precio cerrado desde el principio, que sepa cuánto te va a costar la carrera y no tener que pasar por la tensión de decirle a un conductor que baje el taxímetro, que me está dando vuelta", argumenta.

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Pero, más allá de nuestras preferencias como consumidores, de que nos guste más que venga a por nosotros un tío en traje que en vaqueros o que nos digan de primeras que nos van a cobrar quince euros, ¿nos planteamos las posibles consecuencias del modelo de Uber y Cabify a largo plazo? ¿Valoramos la precarización laboral que deriva en muchas ocasiones de las llamadas "empresas de economía colaborativa", capaces de generar millones de euros en ingresos sin asumir apenas costes ni riesgos, lo que se ha acabado llamando la uberización del empleo?

"Sí que lo tengo en cuenta", responde Carlos. "Pero eso no me impide consumirlos sino al contrario. Estoy en contra del sistema de licencias limitadas, que al final crea un gremio protegido y mafioso que trata de capturar al legislador en su solo interés, cosa que se ha visto en el cierre de patronal —no huelga— que hay en Madrid, con manifestaciones ilegales y violentas incluidas, toleradas por la Delegación del Gobierno y por el Ministerio del Interior. Por ejemplo en Barcelona han conseguido su objetivo: ya no hay VTC operativas. Y por ahora no es un servicio muchísimo más barato, pero yo creo que si se extiende el número de licencias de VTC, que para mí no debería estar regulado, sí que bajarían los precios".

Germán, que también se decanta por VTC y tiene 23 años asegura ser consciente también de las consecuencias de su elección: "Sin duda contribuyo a la precarización del mercado laboral y al libre mercado, pero eso lo hago muchas veces quiera o no. De igual manera que comprando ropa por Internet le hago daño a la vuelta al cole de El Corte Inglés, cogiendo un Cabi también contribuyo a algo. Pero yo ya no lucho contra el sistema: disfruto de él todo lo que me permite", explica, y añade que con Cabify "todo es ganar: agua, wifi, la música que eliges, quedas bien para algo de curro…".

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"Como podemos comprobar, la diferencia entre VTC y taxi en casi ningún caso es el precio porque está muy alineado, no existe una diferencia significativa. Se trata, sobre todo y como hemos dicho, de cuidar la experiencia de usuario. El taxi habitualmente no lo ha hecho porque el hecho de que cada taxista fuera su propia empresa ha generado que estén todo el tiempo ocupados en conducir el coche y conseguir clientes y no en formarse en tendencias de mercado o en experiencias de cliente que es algo que sí que hacen las VTC. Por encima de todo, las VTC son plataformas que analizan datos para saber cuáles son las tendencias y adaptar sus servicios a ellas, por lo que la gran diferencia entre taxi y VTC es que los coches de VTC tiene una empresa detrás que analiza las tendencias de mercado y les da directrices a sus trabajadores teniéndolas en cuenta", explica el experto en neuromerketing José Ruiz Pardo.

Jorge, que tiene 21 años, opina sin embargo y casi como excepción que tenemos que sobreponernos a esos estudios de mercado que descubren qué nos gusta y qué no y actuar como ciudadanos con conciencia social en lugar de como meros consumidores. "Creo que en quienes defienden y se decantan por el modelo de los VTC hay una mezcla de desconocimiento, falta de reflexión y falta de responsabilidad. Eligen como consumidores y se olvidan de que ellos también son trabajadores. También juega un papel importante la imagen, creo. A la gente le flipa lo anglosajón y si encima van en un coche negro de lunas tintadas y con un chofer en traje que te da una botellita de agua y pone la música que quieras, pues para qué más", reflexiona.

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Pero, ¿por qué en ocasiones parece que obviamos que nuestro consumo puede llegar a perjudicar a la sociedad en la que vivimos e incluso a nosotros mismos en cuanto a trabajadores? ¿Por qué en nuestras decisiones de consumo prima muchas veces nuestra comodidad a corto plazo en lugar de nuestras ideas?


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"Los seres humanos tenemos la capacidad de procesar mucha información, pero normalmente también ocurre que tenemos a nuestra disposición mucha más información de la que somos capaces no ya de procesar sino de atender. Por eso al final lo que acabamos haciendo es procesar todo aquello que nos afecta de manera más directa, pero no vamos más allá porque tenemos muchas cosas en las que pensar, muchos estímulos. Así que normalmente decidimos de acuerdo a las consecuencias más directas que algo tiene sobre nosotros, y que en el caso del taxi y del VTC no son percibidas en muchas ocasiones como cercanas", explica José Ruiz Pardo.

Al respecto, Jacobo, de 26 años, comenta que, al discutir sobre el sector del taxi y los VTC, se encuentra por ejemplo con gente que aboga por la regulación del alquiler a la par que defiende la desregulación del sector de los VTC. "Creo que, en ese sentido, está bien que se den este tipo de debates porque se ponen sobre la mesa esas diferencias según el sector del que hablemos. Diferencias que, para mí, son incompatibles. O estás a favor o estás en contra del libre mercado, no se puede cambiar de opinión según el caso, según a uno le afecte o no", comenta.

En ese sentido, José Ruiz expone que "existe la preocupación responsable, pero en las decisiones de compra diarias, en las que uno toma de manera más automática, pesan menos. Solo nos preocupamos por lo que consumimos habitualmente cuando se destapa un problema, un escándalo relacionado con ese consumo cuyos valores, además, son importantes para nosotros".

"Sin embargo", añade el experto, "en el caso del taxi está ocurriendo algo curioso: la queja del sector, por muy ruidosa e incómoda que sea, afecta en la medida en la que los argumentos que esgrimen afectan al consumidor. Es decir, muy poca gente se ha parado a pensar en el conflicto, en lo que subyace bajo él: el señor que ha decidido que siempre que pueda va a ir en VTC, cada vez que hay un problema con el sector del taxi lo que hace no es acercarse a ellos e informarse sino al contrario, acrecenta su rechazo al sector del taxi. Y de igual manera ocurre al contrario".

Sigue a Ana Iris Simón en @anairissimon.

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