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Un abogado nos explica por qué tu jefe puede fisgonear tus mensajes privados en el trabajo

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Si estás leyendo esto en tu puesto de trabajo, ve con cuidado — es posible que estés siendo espiado. El Tribunal Europeo de Derechos Humanos (TEDH) emitió un fallo este domingo que permite a las empresas monitorizar el consumo de internet de sus empleados durante su jornada laboral, y que les habilita, incluso, para despedirles, cuando dicho consumo no sea estrictamente profesional. 

El caso dirimido por la más alta instancia europea en materia de derechos humanos se refiere a un ingeniero rumano que fue despedido en 2007 después de que se descubriera que había estado usando su perfil en Yahoo Messenger para hablar con sus amigos, instalado en su ordenador para responder a las peticiones de los clientes de la empresa. 

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Después de asegurar que solo había utilizado su perfil de Yahoo para dirimir cuestiones profesionales, Bogdan Mihai Barbulescu tuvo que responder ante una transcripción de parte de sus comunicaciones durante el mes de julio, que estaba repleta de “mensajes que había intercambiado con su hermano y con su prometida en los que discutía asuntos como su salud y su vida sexual”.

‘No tienes privacidad alguna’

La normativa interna de la empresa prohíbe estrictamente emplear los recursos de la empresa para fines personales. Sin embargo, Barbulescu esgrimió que el hecho de que sus comunicaciones fuesen fiscalizadas por la misma compañía para la que trabajaba, es constitutivo de una violación de su derecho a la privacidad en el trabajo.

La corte europea, por su parte, ha desestimado el argumento de Barbulescu puesto que “no considera que sea irrazonable que un empleador quiere comprobar que sus empleados están haciendo su trabajo durante su jornada laboral”.

Monitorizar las comunicaciones de Barbulescu eran, en este caso, “el único método para establecer si se había producido una infracción disciplinaria”, expresa la sentencia. Según esta, el empleador habría accedido originalmente al perfil de Messenger de su empleado convencido de que contendría “comunicaciones relacionadas con los clientes de la compañía”.

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El hecho de que un empleador esté o no habilitado para escrutar los correos electrónicos personales de sus trabajadores, depende de las leyes a tal efecto que estén en vigor en el país en cuestión, y de la política individual de la compañía afectada. Pero normalmente, los empleadores tienen derecho a monitorizar los correos electrónicos y la navegación por internet de sus empleados, siempre y cuando hayan informado previamente a sus trabajadores de dicha política de empresa. 

“Hoy en día resulta extremadamente habitual que no exista privacidad alguna en el trabajo ni nada parecido”, asegura Paul Scholey, un abogado laboralista que trabaja para la compañía inglesa Morrish Solicitors. “Las empresas pueden afirmar que tienen derecho a acceder a todas tus comunicaciones porque las mismas se producen en el lugar pactado de trabajo durante la jornada laboral pactada. Te dirán que depende de ti, que tienes la opción de hacerlo — o, en este caso, la opción de no hacerlo.

‘Yo creo que apesta’

Ser fisgoneado viola el derecho individual a la privacidad y el derecho a la libertad de expresión. Sin embargo, tales derechos son derechos restrictivos según la Convención Europea de Derechos Humanos, lo que significa que pueden ser cotejados en relación a otros factores — que, en este caso, serían los intereses de la empresa y su derecho a comprobar cuál es el rendimiento de sus empleados.

El uso de internet responsable y la política en materia de redes sociales también se consideran factores en los que el empleador está facultado para llevar a cabo comprobaciones azarosas, sin necesidad de llegar a monitorizar toda la actividad. “Claro que… ¿cómo saberlo?, se pregunta Scholey. “Se trata de su equipamiento, de su sistema, de su conexión a internet”.

El uso de Facebook durante las horas de trabajo se ha convertido en un problema de grandes dimensiones en los últimos años, explica Scholey, que ha defendido a múltiples empleados que han sido despedidos por sus empresas por haber desacreditado el funcionamiento de las mismas, o por haber insultado a sus jefes en el lugar de trabajo. Los tribunales británicos y europeos tienden, cada vez más, a fallar a favor de las compañías antes que a favor de sus empleados en este tipo de casos, añade.

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“Yo creo que todo esto apesta”, asegura. Exigir a tus empleados que se comporten como seres adultos y que lo hagan de una manera que no afecte a la reputación de la empresa en internet era algo perfectamente razonable, argumenta. Sin embargo, se trata de un postulado que nada tiene que ver con decir que “en un mundo en que se puede compartir un tuit en segundos”, la gente no puede hacerlo en sus horas de trabajo.

“¿Cuál es la diferencia entre hacer eso y tener una charla frente a la máquina de refrescos? ¿Y entre un tuit y recibir una llamada telefónica?”, se pregunta. “Lo único que ha cambiado es la tecnología, lo que implica que ahora se puede monitorizar todo lo que dices y todo lo que haces. Lo hacen porque pueden hacerlo, y esta no es una razón lo suficientemente razonable”.

‘Los derechos individuales están siendo aplastados en nombre de los derechos de los grandes negocios’.

La organización Open Rights Group, que vela por el respeto de los derechos digitales declaró que la sentencia supone “una oportunidad perdida para el establecimiento de unos principios claros sobre los límites del control en el puesto de trabajo”.

El director ejecutivo de la organización, Jim Killock, ha dicho además que lo que ha conseguido la sentencia, en última instancia, es “reafirmar que para monitorizar a los empleados en sus puestos de trabajo solo debe mediar un acuerdo mutuo con la empresa, pues tal es la única manera para restringir a las compañías”.

La experiencia de Scholey en los tribunales del Reino Unido ennegrece el panorama. “Si hablas de tu jefe en las redes sociales, no esperes que la ley te proteja”, ha dicho.

Emplear tu propio dispositivo para enviar mensajes personales o para utilizar las redes sociales podría llegar a protegerte hasta cierto punto, claro que a las empresas les conviene más seguir utilizando tecnologías 3G o 4G antes que redes Wi-Fi porque “una vez están conectados entonces no queda duda de que quien se infiltra en la red es parte del sistema, lo que permitirá a los empleadores hacer lo que quieran”.

Los trabajadores tienen poco que hacer, más allá de ser ultra cautelosos, concluye Sholey. “En este caso la equidad no es del todo justa”, comenta. “Los tribunales europeos se están moviendo en idéntica dirección a los británicos y los derechos del individuo están siendo aplastados a favor de los derechos de los grandes negocios”.

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