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Identidad

Una mujer que fue encarcelada por sufrir un aborto natural pide justicia

Hablamos con Cristina Quintanilla, una mujer salvadoreña que fue a prisión por sufrir un aborto natural, acerca de por qué es preciso que su país levante su draconiana prohibición del aborto.
Image via Stocksy/Alejandro Moreno de Carlos

El día antes de que Cristina Quintanilla fuera arrestada por el asesinato de su bebé, recuerda que se sentía un poco indispuesta. Estaba embarazada de siete meses, de modo que al principio no pensó demasiado en ello. Tomó un vaso de agua con azúcar para sentirse mejor, pero a mitad de noche se levantó para ir al baño. "Cuando me senté noté una presión en el pecho, como si me quedara sin aliento, y no me podía mover", recuerda. "Entonces todo se volvió negro, pero después me di cuenta de que había sufrido un aborto natural ahí mismo, en el lavabo".

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Corría el año 2004 y Quintanilla, de 18 años y madre de otro hijo, fue llevada a toda prisa al hospital más cercano para recibir atención de urgencia. Tras despertarse en el pabellón de cirugía, Quintanilla se encontró frente a unos oficiales de policía que estaban allí porque sospechaban que Quintanilla había tratado intencionadamente de interrumpir su embarazo. "No entendía por qué había personas vestidas de azul preguntando mi nombre. Yo pensaba, 'pero los médicos van de blanco'… no entendía nada'", afirma.

"Entonces aquellos hombres de azul me dijeron que me iban a arrestar por haber abortado ilegalmente y haber matado a mi bebé. Yo estaba en estado de shock. No podía ni hablar. Ya me encontraba muy mal, la verdad, y aquello me afectó muchísimo".

El día que Quintanilla perdió a su bebé, fue arrestada. En 2005, la condenaron a 30 años de cárcel por cargos de homicidio con agravante.

El aborto es ilegal en El Salvador bajo cualquier circunstancia, incluso en casos de violación, incesto o cuando es necesario para salvar la vida de la madre. Esta restrictiva prohibición también ejerce mucha presión sobre los profesionales médicos para que denuncien ante la policía a todas aquellas mujeres que han recibido atención de urgencia por temas relacionados con el embarazo y que sean sospechosas de haber tratado de abortar deliberadamente. Como resultado, un número incalculable de mujeres como Quintanilla que han padecido un aborto natural, muerte del feto u otras emergencias médicas han sido acusadas falsamente de homicidio y enviadas a prisión.

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Tras pasar cuatro años en prisión, Quintanilla pudo contratar a un abogado para reducir su condena y quedó libre en 2009. Hace unos meses se reunió con representantes del Centro para los derechos reproductivos y representantes de Agrupación Ciudadana en una audiencia celebrada en la Comisión Interamericana sobre Derechos Humanos de Washington, DC, para compartir su historia y pronunciarse en contra de la prohibición. "Los derechos fundamentales de Cristina y los de todas las mujeres salvadoreñas están siendo arrojados a la basura por la negativa de El Salvador a reconocer las consecuencias de esta ley draconiana", afirmó Nancy Northum, presidenta y CEO del Centro para los derechos reproductivos. "Solicitamos que la Comisión Interamericana responsabilice a El Salvador de las flagrantes violaciones de los derechos humanos de Cristina y de cada una de las demás mujeres salvadoreñas que han sido injustamente encarceladas".

Me duele saber que estas mujeres están cumpliendo condena por delitos que no han cometido

Paula Ávila-Guillén, asesora legal para Latinoamérica y el Caribe del Centro de Derechos Reproductivos, afirmó que la audiencia tuvo buen resultado. "Los comisarios destacaron la importancia del caso de Cristina y de las incontables mujeres salvadoreñas cuyos derechos humanos han sido violados", explica. "Esperamos que la Comisión Interamericana viaje hasta El Salvador para ver in situ la repercusión de esta restrictiva ley y cómo afecta a las mujeres".

Quintanilla se hace eco de esas mismas impresiones, completamente consciente de todas las mujeres que viven en El Salvador con miedo a esta prohibición y de todas las que siguen en prisión por su causa. "Cuando le cuento mi historia a la gente, hay quienes me creen y quienes no. Pero la historia es cierta, porque yo la viví", afirma Quintanilla, que también se ha pronunciado acerca de los inhumanos abusos y agresiones sexuales que experimentó estando en prisión, cuando se vio obligada a dormir en una celda con otras 84 reclusas y era objeto constante de "exploraciones de sus cavidades".

"Me sigue doliendo, porque actualmente en El Salvador hay mujeres en la cárcel por situaciones similares a la mía", dice. "Me duele saber que estas mujeres están cumpliendo condena por delitos que no han cometido".

Más que cualquier otra cosa, Quintanilla desea que El Salvador deje de criminalizar y encarcelar injustamente a las mujeres por sufrir embarazos imperfectos. "Lo que necesitamos es que la legislación proteja a las mujeres, y eso es lo que espero ver en El Salvador".