Repaso al peculiar vínculo de José Mourinho con la League Cup
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Repaso al peculiar vínculo de José Mourinho con la League Cup

Mientras muchos directores técnicos suelen despreciar la tercera competición más prestigiosa de Inglaterra, "The Special One" respeta su poder prosaico, y ésta le recompensa.

Haciendo caso omiso del titubeante despliegue defensivo, existe una razón para argumentar que la Final de la League Cup de 2005 fue una demostración del libro de trucos de José Mourinho. Ya que su nuevo club había ganado su primer trofeo importante en cinco años, la actuación del Chelsea tuvo de todo: despliegue físico en toda la cancha, liderazgo y tenacidad de atrás hasta adelante, antagonismo en las bandas, éxito, y un trofeo para cerrar con broche de oro. Luego de que Steven Gerrard anotara el autogol que empataba el partido, Mourinho se dio la vuelta y confrontó a los fans del Liverpool detrás de la banca levantando su dedo a la altura de su boca para silenciarlos; con este gesto se anunciaba como el malicioso genio y el líder del caótico circo que era el futbol inglés a mediados de los dos mil. Su expulsión motivó y provocó aún más a su equipo, y su victoria reivindicó y catapultó su reputación como maestro de la psicología, estratega y el cerebro del futbol.

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Aunque aquel infame gesto tuvo, sin duda, la intención de provocar un sentido de enemistad entre sus rivales, también dejó ver algo de Mourinho que va más allá de su fascinación por la manipulación emocional. Estaba desesperado, absolutamente desesperado, por ganar ese partido y sostener su primer medalla de ganador con el Chelsea, a pesar de que en la mente de muchos era sólo una medalla por ganar la League Cup. A pesar de que se encontraba disputando la tercera competición más prestigiosa de Inglaterra y su equipo estaba posicionado en primer lugar de la tabla, Mourinho sabía que una probadita de éxito a principios de temporada quitaría presión de sus hombros, y les permitiría disfrutar el resto de la competición conscientes de que ya habían ganado un trofeo de renombre. Una vez más, las cosas funcionarían a la perfección y los Blues concluirían la campaña 2004/05 con 12 puntos de ventaja en la Premier League.

Este es el verdadero significado de la League Cup. Cuando se toma seriamente como una competencia, la Copa inglesa representa la primera oportunidad para ganar algo en cualquier temporada, y cuando los equipos quedan eliminados entre quejas y lloriqueos quiere decir que han comenzado con el pie izquierdo. Mientras muchos de sus rivales técnicos han sido acusados de ningunear a propósito la League Cup, Mourinho siempre se ha mostrado respetuoso ante el discreto y prosaico poder de este torneo. Como recompensa, la Copa le ha servido para cosechar varios éxitos durante su estancia en el futbol inglés.

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Así que en su siguiente excursión en la final de la League Cup, Mourinho utilizó un juego lujoso para asegurar el dominio de su conjunto sobre el nervioso rival. Después de un camino áspero para llegar a Wembley que incluyó partidos contra Blackburn, Aston Villa, y Newcastle —al igual que la ligeramente menos glamurosa eliminatoria en semifinales contra Wycombe Wanderers—, el maduro equipo del Chelsea se topó con un Arsenal verde. A pesar que seguía siendo un patido de League Cup, como algunos espectadores señalaron, se trataba en realidad de un choque de filosofías y fuerzas financieras disparejas. El Chelsea de Mourinho contaba con jugadores como Didier Drogba, Andriy Shevchenko, y Michael Ballack jugando a la par de los incondicionales Frank Lampard y John Terry, mientras Arsene Wenger decidió salir con un once guiado por el joven Cesc Fàbregas, y poblado con los casi adolescentes Denilson, Justin Hoyte, Armand Traore, y Jeremie Aliadiere.

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Si el propósito de esta alineación era curtir a los jóvenes Gunners, Wenger no pudo estar más equivocado. Para la gran mayoría, el encuentro fue prueba de que seguían siendo unos niños en contra de hombres mucho mejor pagados. Aunque existen varios puntos que sugieren la caída del proyecto juvenil de Wenger, este fue el primer indicador de que Arsenal tendría problemas para ganar trofeos con un plantel plagado de jóvenes. A pesar que Theo Walcott adelantó al Arsenal en los primeros minutos con su primer gol para el club, Drogba respondió antes de sellar la victoria al minuto 84, luego de que el Chelsea había sometido a su rival y Mourinho puesto en práctica su magia con los cambios de John Obi Mikel y Arjen Robben conforme el partido se acercó a su conclusión.

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La final de 2007 contó con otro momento característico de Mourinho, cuando se metió corriendo a la cancha en tiempo agregado para detener una riña entre los jugadores. Luego de un forcejeo entre Mikel y Kolo Touré, Mourinho se adelantó a Wenger moviendo los brazos y haciendo el papel de pacificador. Al final, Wenger fue quien separó a los jugadores de Mou, luego de que éste provocó más problemas entre la turba. Arsenal sufrió dos expulsiones, Mikel también fue expulsado, y la concentración del cuadro del norte de Londres se interrumpió, lo cual Mourinho aprovechó para dar el golpe final.

A pesar que su primera victoria en League Cup fue, tal vez, más importante en el contexto de la creación de su legado en Chelsea, Mourinho seguramente disfrutó su segunda Copa sabiendo que había superado a Wenger. Se había perdido poco amor entre él y Rafa Benítez cuando ganó la Copa en 2005, pero Mou parecía despreciar realmente las pretensiones éticas de Wenger cuando se trataba de dinero, tácticas, y la confianza en los jóvenes. La segunda final demostró que la confianza de Wenger estaba sobreestimada de muchas formas y que debió sembrar dudas en las mentes de los ingenuos jóvenes talento. Mientras tanto, el equipo de despiadados veteranos tenía otro trofeo en sus manos.

Cuando Mourinho regresó a Chelsea en el verano de 2013 —luego de continuar respetando las copas nacionales con el Inter de Milán y Real Madrid, al ganar la Coppa Italia, Supercoppa Italiana, Copa del Rey, y Supercopa de España— su estrategia para revitalizar a la escuadra fue evidente. Aunque aseguró que el Chelsea jamás podría ganar la Premier League en su primer período a cargo por ser "un potrillo que necesita leche y aprender a saltar", su siguiente campaña fue una copia de su temporada inaugural con el club. Luego de limpiar el desastre que dejaron Andre Villas-Boas, Roberto Di Matteo, y su ex rival Rafa Benítez, Mou y sus hombres estuvieron de nuevo listos para enfrentar todo tipo de desafíos. El primero fue la League Cup, brilloso aliado del portugués para darle a su equipo el ímpetu que necesitaba para carburar.

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Igual que la primera vez, el método de apegarse a la Copa resultó a su favor. Chelsea tuvo una racha relativamente fácil en semifinales, derrotando al Bolton, Shrewsbury, y Derby County, pero después se enfrentaron dos veces al Liverpool de Brendan Rodgers. Aunque su talismán, Luis Suárez, se había marchado al inicio de la temporada, Liverpool seguía siendo un cuadro peligroso y con sed de venganza, ya que los Blues habían impedido sus posibilidades de ganar el título en Anfield un año antes. A pesar de algunos trucos sucios del nuevo delantero del Chelsea, Diego Costa, los Blues empataron para llevarse la victoria en el marcador global dos goles a cero.

The Independent anunció el regreso del "Chelsea sucio" en los días posteriores al partido, apodo que sin duda le provocó gran satisfacción a Mourinho. En la final de 2015, sus hombres se vieron las caras con un Tottenham en ascenso gracias a sus jóvenes talentosos, pero muy similar al encuentro contra el Arsenal ocho años antes, el Chelsea se aprovechó de esta situación. Mou levantó la League Cup una vez más y ganaría la liga. El portugués había usado este torneo para restaurar la reputación de su equipo como uno de los clubes más rudos y resistentes de Inglaterra.

Cuando Mourinho salga este fin de semana escoltado por el Manchester United para enfrentarse al Southampton en Wembley, estará a la cabeza de un club que necesita un empujón similar. Aunque sus problemas en Old Trafford parecen ser cosa del pasado, este equipo está aún muy lejos de aquello que logró bajo el mando de Sir Alex Ferguson. Ahora, como bien lo sabe, el United tiene una oportunidad para incrementar su confianza, hacerse de un trofeo y capitalizar su momento anímico. Ya sea que logre o no sumar otra League Cup a su historial este domingo, Mourinho nos garantiza que lo dejará todo en la cancha, consciente de lo valioso que puede llegar a ser el torneo menos aclamado del futbol inglés.

@W_F_Magee