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riesgo en los alpes

La impía alianza entre cambio climático y parapente en los Alpes

Una ola de calor hizo que llegar a la cima del Mont Blanc en parapente fuese sencillo el pasado julio —y los meses de más calor están aún por llegar: ¿qué riesgos entraña este clima?
Photo by Olivier Bruchez

No es posible aterrizar haciendo parapente en la cima del Mont Blanc (4.807 metros) en julio a menos que la base de las nubes se encuentre como mínimo a 4.900 metros: eso requiere que las temperaturas superen la media por varios grados. Los parapentistas confían en las corrientes de convección para ganar y mantener la altura; en julio, en los Alpes raramente hace suficiente calor como para lograrlo. Pero este año está siendo distinto.

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Durante la primera semana de julio, las temperaturas medias en la localidad francesa de Chamonix —probablemente, el lugar más popular del mundo para hacer parapente— superaron por mucho las de otros años y se acercaron a los 27 grados centígrados. Cientos de parapentistas volaron cerca, por encima y alrededor del Mont Blanc el fin de semana del 4 de julio; algunos incluso lograron aterrizar en la cumbre de la montaña. Había tanto tráfico aéreo en torno al pico, de hecho, que los helicópteros de rescate hubiesen tenido problemas para llegar sin chocar contra nadie en caso de tener que rescatar a alguien.

"La gran diferencia de este año en comparación con otros es que el periodo de altas temperaturas ha llegado mucho antes", asegura Eric Roussel, del fabricante francés de parapentes Fly Neo. "En temporadas anteriores, esto llegaba a mediados de agosto. Este año empezó en junio".

La primera vez que alguien aterrizó en la cima del Mont Blanc haciendo parapente fue el 13 de agosto del 2003. En ese momento, el deporte era relativamente joven y el número de pilotos era muy inferior al actual. Las condiciones favorables permitieron repetir la gesta en 2009, 2011 y especialmente 2012, cuando un aterrizaje masivo congregó a hasta 60 pilotos en una imagen similar a las que ofrecería un telesilla atestado.

Mediante mejores productos, profesionales mejor formados y servicios más desarrollados, el avance del deporte ha hecho cada vez más fácil el parapente alrededor del Mont Blanc. El clima, más cálido a cada año que pasa, también ha ayudado. La mayoría de pilotos que aterrizaron en la cima antes de que ello se convirtiera en un hito popular señalan que no habrían podido lograrlo en su día sin unas condiciones meteorológicas excepcionales; hoy, en cambio, lo que antes era excepcional empieza a convertirse en habitual en los Alpes.

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Los climatólogos predicen que las olas de calor intensas en Europa son (y serán) diez veces más frecuentes que hace una década. Esto son malas noticias para los esquiadores y montañistas tardíos debido a la decreciente fiabilidad de las nieves y los hielos; las probabilidades de que se produzcan desprendimientos y aludes aumentan notablemente. Al mismo tiempo, sin embargo, son buenas nuevas para los parapentistas y la industria del parapente en general.

"Como más cálido es el verano, más equipos de parapente se venden", asegura Matt Gerdes, director de marketing del fabricante Ozone. "Como más calor hace, más gente contrata instructores, más vuelan y más lejos van. Todo esto se traduce en más ventas para las marcas relacionadas con el parapente".

Despegando en los Alpes. Foto de Neil G. Hamilton.

Los parapentistas que quieren volar hacia el Mont Blanc normalmente despegan de Chamonix. Si el tiempo es adecuado, cientos de pilotos se elevarán desde las cumbres cercanas para alcanzar el coloso albino. Justo cuando el deporte alcanza su mayor popularidad, sin embargo, gente como Roussel, de Fly Neo, se empieza a preocupar por la expansión de un deporte tan arriesgado.

"Cuando se anuncia que habrá varios días de temperaturas elevadas, llegan a Chamonix demasiados pilotos sin experiencia", explica Roussel. "El ego es un gran problema en nuestro deporte, especialmente desde que Facebook, Youtube y las cámaras GoPro se popularizaron. Sería mejor si no tuviéramos a más gente matándose ahí fuera".

Los vientos calmados y las altas temperaturas permitieron el aterrizaje masivo en 2012, pero a una altura cercana a los 5.000 metros las turbulencias empiezan a ser un serio peligro. Para Roussel, el gran número de pilotos en el aire aumenta las probabilidades de que haya accidentes; según él, la estadística realmente relevante de la ola de calor del pasado julio en los Alpes no fue el número de pilotos que aterrizaron en la cumbre del Mont Blanc, sino la cifra de gente que falleció intentándolo.

Dave Turner, un parapentista y guía californiano, completó recientemente su quinta carrera Red Bull X-Alps, una competición de diez días y más de mil kilómetros en parapente a través de los Alpes. Turner está de acuerdo con Roussel y alerta del creciente número de pilotos que menosprecian el riesgo de esta disciplina deportiva.

"Puedes subir muy arriba", dice Turner, "pero la gente que vuela con grandes grupos de parapentistas termina imbuyéndose de una falsa sensación de seguridad. Si ves a 50 personas en el aire, puede que 30 sean profesionales y los demás sean novatos. El parapente es como el esquí: puedes compartir el telesilla con un experto, pero también con alguien que no tenga ni idea de lo que está haciendo".