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odiar no es tan malo

​¿Podemos empezar ya a odiar a los Warriors?

Las personas somos envidiosas, asquerosas y mala gente y nos gusta odiar al que tiene éxito. Si necesitas algunos motivos para que los Golden State Warriors te caigan mal, aquí los tienes.
Foto de Jason Miller, Getty Images

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"Se acabó la NBA", me dijo un amigo después de que los Golden State Warriors ganaran de 30 a los San Antonio Spurs hace unas semanas. Aunque le dije que no se preocupara porque jugaron sin Tim Duncan y eso puede hacer la diferencia, la realidad es que fue más una forma de autoconvencerme que otra cosa. Sé que Duncan no los hubiera parado.

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Sé que nadie puede hacerlo.

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En el deporte tienes dos opciones: u odias al mejor jugador del mundo y a su equipo, o de pura potra ese jugador está en tu equipo y puedes ser feliz sin reserva. Los Warriors llevan más de un año siendo ese mejor equipo y cuentan con probablemente el mejor jugador de la NBA a día de hoy, Stephen Curry.

El año pasado no había ningún problema con eso: era un deleite ver a Curry y a sus Warriors. Fueron el equipo que derrotó al 'malévolo' LeBron James y al incalificable Matthew Dellavedova, la escuadra que dio un campeonato a sus fans después de 40 años de espera. Steph y compañía fueron quienes callaron a Charles Barkley y a todo aquel que dijera que no se podía ganar un anillo dependiendo del tiro de tres.

Los Warriors, en suma, mostraron la nueva tendencia del baloncesto profesional… y ganaron el anillo. Lo ganaron bien.

Esta temporada, los Warriors entraron como una apisonadora, destrozando los sueños de todos los rivales. El equipo californiano consiguió el mejor inicio en la historia de la liga y todavía tiene muchas oportunidades para terminar mejor que los legendarios Chicago Bulls de la 'temporada perfecta' en 1995-96 (72-10) y sumar el mejor récord de victorias-derrotas de todos los tiempos.

Por si fuera poco, Curry es el claro líder de los candidatos al MVP: cada que se habla de un equipo que podría ganarles, lo aniquilan. Ni siquiera ponen en duda su supremacía. Se limitan a abusar de sus oponentes.

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Cuando haces lo que te da la gana con los rivales y estos solo pueden lamentar su cruel suerte. Foto de Ben Margot, AP Photo.

Y sin embargo… ¿no estamos hartos de esto? ¿No estás ya hasta los genitales de ver a Curry metiendo triples con su carita de inocente, y celebrándolos como un niño malcriado? ¿No has terminado odiando la forma en la que mastica su puto protector bucal? ¿Y Draymond Green, que se pasa el día diciendo idioteces por las redes sociales, o Klay Thompson, con su cara de póker?

¿Y el entrenador? No Steve Kerr, no: Luke Walton, que siendo realistas hizo bastante pocos méritos en los Lakers de Los Angeles aparte de ser el hijo de Bill Walton y que sin embargo ganó anillos al lado de Pau Gasol y Kobe Bryant. ¿No es terriblemente odiable Walton?

Al fin y al cabo, lo que digo es muy fácil de entender: a todos nos gustan los equipos humildes que llegan a la cima, pero una vez ahí, establecidos, brillando en toda su gloria… ¿no se convierten inmediatamente en los malos de la película?

Pongo otro ejemplo. Ahora todo el mundo futbolero es fan del Leicester City de Claudio Ranieri: "Oh, qué guay, un equipo súper-humilde que lidera la Premier blablablá". ¿Y si de repente se pusieran a ganar la liga inglesa cinco temporadas seguidas y además humillando a los rivales? ¿Y si se convirtieran en el Chelsea de turno? ¿No les cogeríamos una considerable tirria?

Míralo, el jodido Steph mordiendo su puñetero protector bucal. ¿Pero qué te has creído que es, el chicle de Sir Alex Ferguson? Foto de Cary Edmondson, Reuters.

Al fin y al cabo, ¿por qué debería estar mal odiar a los Warriors? Vale, su juego es divertido, lo hacen como equipo, se ve que lo disfrutan… y ganan. Ganan una y otra vez. No lo hacen de una forma perfecta y casi matemática como los Spurs: lo hacen con un tipo de descontrol controlado que nos entretiene a todos. Hacen cosas que no creíamos posibles hasta que vemos el tiro entrar.

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Pero y con todo esto… ¿qué? ¿Es que no es tremendamente 'odiable' el hecho de que un equipo gane siempre? ¿Es que no molesta ver a alguien dominando con tanta facilidad los partidos? ¿Es que al final no cansa ver a Curry como Leo Messi, driblándose a todo el mundo sin despeinarse?

Te propongo un ejercicio: vuelve unos años atrás y recuerda por qué odiábamos tanto a LeBron, incluso antes de que saliera por la tele diciendo eso de "I'm taking my talents to South Beach". O por qué odiábamos a Kobe Bryant. E incluso, por qué un grupo de fans —sobre todo de Nueva York y Utah— odiaban a Michael Jordan.

Al fin y al cabo, odiamos siempre al mejor por el simple hecho de serlo. Somos humanos, envidiosos, asquerosos, mala gente.

Ahora los Warriors son los mejores.

Odiarles ya está permitido.

Sigue al autor en Twitter: @Zananass