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no odiéis al pobre lewis

Todo el mundo detesta a Lewis Hamilton —y es injusto

Lewis Hamilton logró sellar su tercer campeonato de F1 y estrenará su corona en el Autódromo Hermanos Rodríguez el próximo fin de semana. No ha sido un camino fácil.
Foto de Steve Etherington, Getty Images

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El Gran Premio de México de Fórmula 1 se correrá con el Mundial ya definido. El pasado fin de semana, el británico Lewis Hamilton se impuso en el circuito de Austin (Texas, EEUU) y se aseguró así el campeonato de pilotos de 2015. La victoria consolidó el avasallador dominio de la escudería Mercedes, que también se llevará a su Alemania natal el campeonato de constructores.

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Sin embargo, no todo ha sido un camino de rosas para el piloto inglés. El itinerario de Lewis hacia su tercer campeonato mundial no fue nada simple, pues durante cuatro largas temporadas tuvo que vivir a la sombra de un gigante aparentemente invencible: Sebastian Vettel.

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La escudería Red Bull, propietaria del excéntrico millonario austríaco Dietrich Mateschitz, se convirtió en el férreo dominador del campeonato durante cuatro años entre 2010 y 2013. Su piloto estrella, Vettel, acumuló hasta 34 victorias en 77 carreras. La fusión entre tecnología y calidad individual que suponía la pareja Vettel-Red Bull parecía indestructible.

Hamilton, sin embargo, supo esperar. El inglés aprovechó para reubicarse, sumar experiencia, tomar mejores decisiones y volver cada vez más maduro al campeonato. Sumó victorias en McLaren, pero la compañía británica no disponía de un monoplaza de suficiente nivel como para competir con los arrolladores Red Bulls. Cuando finalmente encontró el lugar correcto, estaba listo: Mercedes —el fabricante del motor con el que ya corría Lewis en McLaren— le ofreció un coche competitivo y Hamilton dijo sí. Se empezó a gestar el fin del imperio de Red Bull.

La tónica de 2014: Vettel tuvo que acostumbrarse a ver a Hamilton en lo más alto del podio. Foto de Clive Mason, Getty.

En su primer año en Mercedes, y junto a un piloto de muy buen nivel como Nico Rosberg, Hamilton sumó hasta 11 victorias en 19 carreras. Lewis estuvo prácticamente intachable: la compañía alemana se paseó por los circuitos, consiguiendo dobletes por doquier.

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A pesar de sus apabullantes éxitos, no obstante, a Hamilton le quedaba un reto por conseguir: quitarse de encima el estigma de 'malvado' —que en otros tiempos había llegado a aprovechar comercialmente— y aumentar su popularidad entre el público. Especialmente doloroso era el caso de Inglaterra, donde incluso su compatriota Jenson Button había llegado a ser más popular. El hecho de que Hamilton se marchara de una escudería inglesa como McLaren a un equipo alemán como Mercedes no ayudó.

Es su decisión [irse a Mercedes], aunque personalmente no creo que sea la decisión correcta.

Jenson Button

Aunque Hamilton siga estando lejos de las grandes leyendas inglesas a nivel de popularidad —y aunque Button opinara lo contrario—, lo cierto es que pocos discuten a día de hoy que la decisión de marcharse a Mercedes fue un enorme acierto. Hoy, Lewis tiene en su vitrina la misma cantidad de títulos que Sir Jackie Stewart y está preparando el DRS para el adelantamiento: tiene en sus manos ser el británico más ganador en la historia de la Fórmula 1.

El mayor reto en este sentido es su carácter. Hamilton tiene una forma de hacer las cosas que históricamente no ayuda a atraer al público: la gente le respeta por sus enormes habilidades, pero por decirlo finamente, no le elegirían a él para irse a tomar un té.

Lewis Hamilton en 2012, su último año con McLaren. Foto de Peter J. Fox, Getty.

Sea como fuere, la personalidad de los pilotos de la F1 es solo un condimento extra para el espectáculo: al final, lo que suma puntos es la conducción. Hamilton pasó por un proceso que ahora le tocará vivir a Vettel, quien tendrá que reubicarse también después de su éxito avasallador en los años con Red Bull si aspira a triunfar en Ferrari.

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Detrás de todo, tanto de la apariencia personal como de los éxitos, está el sacrificio que hizo Hamilton para llegar a la Fórmula 1. El piloto inglés se pasó toda la adolescencia luchando por mantenerse a flote en un deporte históricamente excluyente: solo aquellos que disponen de dinero o de grandes apoyos suelen llegar a la cima de la Fórmula 1. Lewis, en cambio, tuvo muchos factores en contra: el divorcio de sus padres, los recursos limitados y la discriminación del mundo del kartismo dominado por británicos blancos en Inglaterra.

Nada de eso logró evitar su aterrizaje en McLaren, la Meca del automovilismo inglés, y su súbito estrellato en la Formula 1. Solo por eso ya merece crédito.

Hamilton, de algún modo, se ha acostumbrado a vivir cuestionado. La ropa, los pendientes de diamante, su vida llena de glamour y más detalles nimios hacen que muchos piensen que Lewis antepone su estilo de vida a la competición, pero afirmar eso sería brutalmente injusto: un piloto que en dos años ha ganado 21 de 35 carreras no lo merecería en absoluto.

Sí, puede que no nos caiga bien. Puede que incluso le consideremos un villano, especialmente después de su tensa relación con Fernando Alonso en McLaren; pero Hamilton es uno de esos ganadores incansables que no están conformes con la segunda plaza… y eso siempre se debe celebrar.

Sigue al autor en Twitter: @elmkw