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Comida

Una breve historia de la comida en las giras

Desde el "estofado de punk" hasta las comidas de casa, el bajista de la banda de punk Converge nos da un tour por las comidas que ha tenido en las giras.
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"I like food/Food tastes good" ["Me gusta la comida/la comida sabe bien"]. En 1981, los Descendents, sin saberlo, escribieron una obra maestra lírica y, sin saberlo, mi mantra. Sí, es cierto, me gusta la comida… muchísimo. Es un milagro que no sea mórbidamente obeso, o que no haya muerto de un ataque al corazón o de diabetes porque me encanta atascarme.

He pasado los últimos 20 años de mi vida en bandas de hardcore y he tenido la suerte de pasar mucho tiempo viajando alrededor del mundo tocando música. Esto me ha llevado a conocer algunas comidas verdaderamente grandiosas que recordaré el resto de mi vida, como comer mejillones frescos en un pequeño restaurante en la playa de Pinnarella, Italia, queso no pasteurizado fresco en Nueva Zelanda, y hot cakes en Glo de Seattle.

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A lo largo de muchos años en la carretera también experimenté el extremo opuesto del espectro, y me encontré con más comida mala que con comida memorable. Siempre escuchas que los tipos de la industria de la música hablan de cómo el Internet cambió todo, la forma en que tomó el poder de las grandes discográficas y se lo dio a los fans y a los artistas. Pero de lo que no hablan es de cómo cambió estar en la calle, y, más específicamente, la forma en que cambió el comer en las giras. Con Yelp, Urbanspoon y los blogs de comida, lo único que tienes que hacer es tocar la pantalla de tu iPhone para que aparezca una lista de los mejores lugares para comer, donde quiera que estés. La mayoría de los chicos que acaban de entrar en el mundo de las giras no son conscientes de cuán sombráis eran las cosas.

Así que para aquellos de ustedes que nunca han viajado sin su amado iPhone, les ofrezco un pequeño vistazo a la edad de piedra: la historia de la comida en las giras.

Estofado de punk

Nacido en la gran tradición de los intrépidos rangers de Texas que pasaban sus días a caballo llevando bandidos a la justicia en el viejo Oeste, está el estofado de punk incondicional de la comida en las giras. En su esencia, el estofado de punk es una triste amalgama de sopa y chili, o por lo menos eso es lo que se supone debe de ser. Cuando empecé a pasar mucho tiempo en la carretera a mediados de los años noventa, había bastantes promotores veganos de Straight edge en la escena de hardcore. Había uno en cada ciudad: Un chico un tanto desaliñado con demasiados accesorios, es decir, gargantillas apretadas y rosarios de Krishna (a pesar de que rara vez fuera devoto), y su ropa estaba mal ajustada y por lo general consistía en un par de "shorts" recortados que le quedaban hasta ocho veces más grandes y apenas se quitaba sus Jack Purcell. Su camisa generalmente tenía un gráfico que imitaba el logotipo de una banda de metal, pero en lugar del nombre de la banda, decía VEGANO. Generalmente tenía una manga de camisa en la cabeza amarrando sus rastas. Su mochila estaba cubierta de parches, y no de los buenos –cualquier cosa que midiera 17 centímetros que él distribuyera. Este hombre vivía en todas las ciudades de América y Canadá en los años noventa y de alguna manera continuó prosperando en Europa por otros cinco años más o menos.

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Ahora imagina que esta persona fuera la responsable de pagarte, alimentarte, y darte un lugar para dormir, mientras estabas en la carretera. Esa fue nuestra realidad. Si lo pienso bien, hoy en día no confiaría en este tipo ni para lavar mi parabrisas. El Internet lo ha hecho superfluo. En aquellos tiempos sombríos, este chico te daría algo que él denomina "alimentos", en una olla gigante y por lo general había un Tupperware de arroz frío para acompañar. Al abrir la tapa de la olla veías una piscina tibia de agua de color rojizo que, si tenías un poco de suerte, a veces venía con un pedazo de jitomate flotando. Si era en verdad tu día de suerte, le ponía algún tipo de carne falsa junto con algunas zanahorias. Era como comer una olla llena de toda esa agua desagradable que sale de una botella de cátsup si no la agitas bien. Aunque siempre es un gesto amable que alguien te haga de comer, el estándar estaba demasiado bajo. Comías y en cinco minutos volvías a tener hambre. A regañadientes regresabas a la olla de atole para hacerte otra mezcla de agua sucia carmesí fría, y ya no había porque se la comieron todos tus compañeros que "ayudaban con el show". Luego, mientras te quedabas allí, mirando irremediablemente el fondo de la olla con el hambre, la debilidad y la desesperación corriendo por tus venas, uno de los compañeros inevitablemente se acercaba y decía: "Oye, ¿quieres comprar un sintonizador?"

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Comida china vegana

Conozco a muchos veganos. Yo técnicamente ni siquiera soy vegano porque como mariscos, pero autodenominarme pescetariano es doloroso. Cuando leo la palabra pescetariano la escucho en la voz de Jim J. Bullock. Pero ese no es el punto; con la excepción de unos pocos, la mayoría de los veganos que conozco tienen un gusto horrible en los alimentos. Sus sentidos están tan deformados por el hambre que ellos piensan que cualquier cosa vegana es increíble. Basta con ver en Instagram. ¿Cuántas veces al día ves fotos de tus amigos veganos obsesionados con su alimentación con algo que se ve muy decepcionante y apenas construido a partir de vegetales? Es como si le estuvieran anunciando al mundo: "HOLA CHICOS, MIREN, POR FIN ENCONTRÉ ALGO QUE PUEDO COMER".

En los años noventa cuando llegabas a la ciudad con suficiente antelación y el promotor era elegante, en lugar de atizar un poco de estofado de punk te llevaría a un restaurante chino vegano. Tú pagabas, por supuesto, pero, a sus ojos, el hecho de traerte a su lugar secreto era realmente la recompensa. Cada ciudad grande tenía uno. En Boston estaba Buddha's Delight, en Filadelfia Cherry Street y en Washington DC Harmony, donde había que pedir el aperitivo de hongos shitake, pero "por error" pronunciarlo "SHIT TAKE". Era el equivalente en comida de comer pelotas de hule fritas ahogadas en una salsa demasiado salada con una triste surtido de "verduras" (castañas de agua y un hongo, también frito).

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Los alimentos fritos son, o al menos solían ser, uno de los pilares de la dieta de las giras de un vegano. Esto fue mucho antes de que los chicos del hardcore se dieran cuenta de que comer vegano y comer de forma saludable no eran necesariamente sinónimos. Veía a personas juntar gluten de trigo frito en sus platos y, como niños pequeños, asegurarse de pedir platillos especiales sin las verduras. En su lugar querían más carne falsa. Era como una dieta de Paula Deen sin la crueldad. Te comías estas cosas y en 20 minutos te sentías como si estuvieras bajo los efectos de la heroína. Te quedabas dormido, con ganas de vomitar, caminabas como zombie debido al hecho de que tu estómago dolía mucho porque no podías cagar. Esa era la otra cosa: Nadie comía fibra real. En su lugar, comíamos basura que se quedaba en tus entrañas durante semanas. Y la comías un par de veces a la semana, porque seguramente llegarías a otra ciudad y el chico promotor estaría allí esperando para llevarte a su restaurante vegano favorito.

Taco Bell

Sí, lo sé, es jodidamente asqueroso, lo entiendo. Pero seamos honestos, no todos los pueblos de América en los años noventa eran un bastión de la cultura y buena comida vegana. Paducah, Kentucky, por ejemplo, no tenía un Buddha's Delight o una cooperativa con almacenes naturales de alimentos saludables. Taco Bell puede ser jodidamente delicioso a veces, no lo voy a negar, pero por alguna razón me hace cagar pasta de aceitunas. Ahora lo evito a toda costa, pero, en 1994, si estabas en Little Rock y querías comer algo vegetariano, después de haber terminado de repetir Bangin' in Little Rock sin cesar, buscabas el Taco Bell más cercano. Digan lo que quieran, pero en aquel entonces Taco Bell era como un faro en una noche de tormenta en el mar.

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Sabías que podías comer allí y por menos de tres dólares. Si necesitabas comida después de un show, T-Bell era generalmente el único lugar en la ciudad. La comida que casi siempre elegía era el Double Decker Taco Supreme sin carne, un burrito de frijoles, y un vaso de agua. De vez en cuando me consentía y pedía una ensalada de taco sin carne con frijoles adicionales. Cuando el burrito de siete capas salió fue una gran noticia en la escena hardcore, un tema de discusión casi tan común como el tipo que fue acusado de violación en Heartattack o si las Oreos eran veganas. No lo eran, por cierto. El hydrox sí, odio saber eso.

Mamás jodidamente geniales

De vez en cuando tenías que lidiar con un "promotor" que, a juzgar por su conversación de teléfono antes del show, era solo otro chico desaliñado que vivía en una casa o en un departamento con otros diez patanes. A tu llegada a la sede, tu imagen mental se hacía añicos cuando te dabas cuenta de que el promotor era en realidad un chico de preparatoria que vivía con sus padres. Ese tipo de chico que hacía su tarea de matemáticas en el show mientras colectaba el dinero en la puerta del Moose Lodge. Estas situaciones eran siempre un poco precarias porque el chico era generalmente muy agradable y le encantaba tu banda, pero siempre estaba mal preparado. El show siempre estaba totalmente desorganizado, y lo más probable es que ni siquiera tuviera un PA. Terminabas cantando con el amplificador de bajo de otra banda, incluso si se las arreglaba para llevar un micrófono con el cable adecuado. Nótese que dije uno y no algunos.

Al final de la noche, te decía que podías quedarte en su casa y eso te evocaba imágenes de presentarte a las 2 de la mañana mientras sus padres se levantaban de su cama gritándole antes de pedirte que te fueras. Me quedé un par de veces en las casas de estos niños y por lo general ocurría todo lo contrario. Por lo general eran chicos un tanto ricos y vivían en una casa gigante con sus padres ex hippies rocanroleros. Muchas veces sus padres eran divorciados y él vivía con su madre, quien lo compensaba en exceso y no lo hacía cumplir las reglas.

Al llegar, su mamá estaría despierta y esperándote. Había organizado camas para todos y toallas para que todos pudieran bañarse. Incluso se ofrecía a lavar tu ropa. ¿La mejor parte? Le gustaba que su niño fuera vegano y cocinaba una comida increíble para todo el mundo y se quedaba despierta toda la noche sentada en la mesa contigo, hablando de todo un poco. Te daba de desayunar y te daba aperitivos para el camino. Las mamás son jodidamente geniales, ¿no?