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Ilustración de fridishart
Sexo

Practica el poliamor con seguridad: 5 reglas de una sexóloga

Es una experiencia muy divertida, sí, pero también necesita tener reglas.

Este artículo fue consultado con una especialista de Doctoranytime.


A medida que la humanidad se ha ido desarrollando, la definición y percepción de términos como el amor han cambiado. Antes el amor se entendía como la unión de dos personas que decidían iniciar una relación con la esperanza de formalizarla eventualmente. Sin embargo, esto se ha vuelto anticuado, pues ahora el amor no se limita a dos personas. Con esto queremos hacer referencia a un término que describe a aquellas relaciones amorosas con diversas personas involucradas a la vez: el poliamor, que es cada vez más común en Latinoamérica.

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¿Qué es el poliamor?

El término poliamor se conforma por la unión de dos palabras; “poli”, que hace referencia a la pluralidad, que consiste en la tendencia de relacionarse de manera amorosa o sentimental con más de una persona al mismo tiempo y “amor”. La particularidad del poliamor es que todas las personas involucradas en este acuerdo están totalmente conscientes de que no son una pareja monógama. 

Es posible que este término se pueda confundir con “swingers”, pero existen diferencias muy marcadas que separan estas prácticas. Los swingers son aquellas parejas que tienen relaciones sexuales con otras de manera esporádica y solo buscando su propio placer. Por otro lado, en el poliamor no se busca solo la satisfacción sexual, sino que está permitido desarrollar sentimientos por otras personas, siempre y cuando se respeten los acuerdos que se hizo con su pareja principal.

¿Qué tipos de poliamor existen? 

Lo principal para la práctica del poliamor de la manera correcta es tener muy buena comunicación y estar en la misma página sobre el objetivo de la relación, así como lo que está permitido y lo que no. El poliamor no se limita a un tipo o corriente a seguir. Sin embargo, existen tres tipos de poliamor que se practican comúnmente. Estos son: 

  • Poliamor jerárquico: Aquí existe una relación principal o central, y las demás se consideran como secundarias. Consecuentemente, las relaciones secundarias conllevan una menor intensidad. Las personas que están en la relación primaria pueden imponer condiciones o vetos para que las otras no puedan involucrarse románticamente con ciertas personas.
  • Polifidelidad: En este tipo de poliamor, las relaciones sexuales solo están permitidas a un grupo de personas determinado por la pareja principal. En el caso de las personas que se encuentran fuera de él, las prácticas sexuales están prohibidas. 
  • Anarquía relacional: También conocido como amor libre, es el tipo de poliamor que se aleja más de la monogamia. Aquí cada persona cuenta con total libertad de elegir cómo se va a relacionar con los demás individuos teniendo siempre en cuenta a las otras personas que formen parte de la relación.   

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¿Cómo practicar el poliamor de forma segura? 

Cuando hablamos de “seguridad” no nos referimos solamente a las prácticas de sexo seguro médica y socialmente conocidas, como el uso adecuado del preservativo, la utilización de barreras físicas para la práctica de sexo oral para prevenir la transmisión de infecciones y el embarazo no deseado, sino también a la “conciencia” que debemos desarrollar con respecto a las emociones y sentimientos de todos los miembros de la relación poliamorosa, por lo que lo recomendable es:

  • No idealizar al poliamor como un estilo de relación “ideal” para todos aquellos que no se sienten cómodos con la monogamia.
  • Saber que aún considerándonos “poliamorosos experimentados”, podemos vivir celos tan intensos como para desistir de ese estilo de relación.
  • Concientizar que al estar intercambiando parejas todo el tiempo, puede ser un desafío  encontrar personas que sean tolerantes y compatibles entre sí; también es bastante complicado que tus dos parejas se lleven bien o que tú te lleves bien con la otra pareja de tu amado/a, aunque tú o el otro sean el punto de unión de la relación poliamorosa. 
  • Anticiparnos al rechazo social (pero no normalizarlo), pues la práctica poliamorosa no necesariamente es aceptada y validada por la familia, sociedad y cultura a la que pertenecemos. Eso puede generar aislamiento de los miembros de la relación poliamorosa y conflictos con quienes nos aprecian y consideran que el poliamor es una aberración o nos generará daño.

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Cómo aborda un sexólogo o sexóloga la práctica del poliamor

Primero, es importante que se entienda un poco más lo que hace un sexólogo. Se trata de un o una especialista que atiende los trastornos de compatibilidad sexual de las personas, así como las disfunciones eróticas; es decir, problemas y conflictos relacionados al deseo o apetito sexual, la excitación, el orgasmo, así como otras condiciones que interfieren con estas tres dimensiones, como el vaginismo y dolor durante el coito.

Pero hay que saber que para ser sexólogo/a, la persona debe contar con una licenciatura en Psicología o Medicina, preferiblemente. Así como entrenamiento en psicoterapia conyugal, pues los problemas conyugales y sexuales generalmente se presentan juntos en la práctica clínica. En mi caso, soy médico de formación y con un posgrado en psicoterapia familiar y de pareja, además de la sexología clínica.

Ahora bien, para abordar la práctica del poliamor, dependerá del motivo de consulta: tanto los solteros, solteras, las parejas monógamas, las parejas poliamorosas y las swinger, pueden padecer disfunciones sexuales que interfieran en el bienestar de la relación global.

Si el motivo de consulta son los celos, la no aceptación de la pareja de mi pareja o bien, la no aceptación de mi otra pareja por parte de mi pareja “principal” u “original”, el terapeuta de parejas será el más indicado para explorar las motivaciones de las quejas de los consultantes y facilitar la expresión de emociones disruptivas, así como desarrollar las habilidades de negociación y aceptación o no aceptación responsable. La teoría e idealización de muchas parejas poliamorosas suele ser más sencilla que la realidad.

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Alguna vez me visitaron dos miembros de una relación poliamorosa consensuada de tres integrantes, dos hombres y una mujer. Acudieron a consulta uno de los hombres y la mujer, pues él presentaba disfunción eréctil desde la llegada del tercer miembro de la triada. Realicé todo el interrogatorio correspondiente para investigar las causas posibles así como las características de la disfunción eréctil y me di cuenta que era una disfunción de origen psicógeno, pues el sujeto manifestaba angustia de desempeño por imaginar que el pene del otro varón de la tríada era mejor, más funcional y más grande que el suyo y, por ende, generaba más placer en la mujer con la que compartían.

A pesar del tratamiento de la angustia de desempeño y múltiples maniobras terapéuticas para disipar la comparación obsesiva, el paciente decidió abandonar la relación poliamorosa expresando que la única manera de “poder funcionar” más adelante, sería en una relación de dos mujeres y él. 

El poliamor puede ser una práctica muy conveniente y satisfactoria para algunas personas que no se sientan identificadas con la monogamia o que quieran experimentar otra fórmula de relación. Mientras todos los participantes estén en uso pleno de sus facultades mentales, sean mayores de edad y lo que ocurra sea acordado mutuamente y no se lastime, ofenda o coerza a nadie, todo se vale.

Este texto fue creado en alianza con doctoranytime, una red de contenidos de corte médico, en ella contamos con la colaboración de la Dra. Claudia Wally Rampazzo Bonaldo, quien es una destacada sexóloga. Obtuvo su Especialidad en Terapeuta sexual validada por la Asociación Mexicana para la salud sexual y concluyó satisfactoriamente su Licenciatura como Médico Cirujano en la Universidad Nacional Autónoma de México.