Albert Rivera ha dimitido, pero sus mejores momentos siempre estarán en nuestro corazón

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Ya es oficial. Albert Rivera dimite como presidente de Ciudadanos tras la debacle electoral. Con el ceño fruncido y la mirada al suelo, ha comparecido esta mañana para comunicar la noticia.

Y es que el líder de la formación naranja había anunciado la noche en la que se conocieron los resultados que asumiría la responsabilidad en primera persona. La remontada que pronosticaba olía a leche en todas las encuestas y al final se la ha pegado.

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Pero un momento, no le debemos recordar hundido en la miseria. Antes de que nos llevemos la imagen de Albert triste recordemos que él nos ha dado muchas risas y eso no se lo quita nadie. Hemos hecho un ejercicio de retrospección para rescatar algunas de ellas:

La primera imagen que tuvimos de Rivera fue la de un poster de campaña en el que apareció él desnudo. Más tarde el tipo propició una serie movimientos maestros que le desvincularían totalmente de lo que entonces entendíamos como derecha. Rivera había creado un partido nuevo, se planteaba legalizar la marihuana, competía en el rally del Bajo Aragón, se disfrazaba del chico bueno en Qué tiempo tan feliz.

Pero el día en que nos dimos cuenta de que algo estaba pasando con Rivera fue cuando apareció un vídeo que hizo que nos volviéramos todos locos: el del presunto puestazo en un directo en La Sexta que hizo que el candidato naranja tuviese que aclarar que el nunca se había drogado. Luego pasó lo del supuesto pollo que un señor con un polo azul marino pasaba discretamente, o no tanto, al candidato del partido. Que sí, luego no era un pollo, eran unas moneditas para el guitarrista, pero joder, qué momentazo.

Más tarde, durante la misma campaña, llamó, supuestamente, “vaya gilipollas” a Pablo Iglesias. Vamos, que se lució.

Tenía ideas brillantes, el chaval era creativo y hacía y decía cosas que antes en política se habían dicho ni hecho. Y eso nos llevó a investigar un poco más en sus orígenes, su momento de mayor libertad creativa, como en este spot electoral donde crea una analogía en la que comparaba España con una persona que tenía que ser intervenida quirúrjicamente. El anuncio más gore que jamás alguien ha hecho para unas elecciones.

El timón de Ciudadanos poco a poco se iba enderezando hacia la derecha, como aquellos carritos de la compra del súper que por mucho que te empeñes en cambiar su rumbo van a su bola y te dificultan el camino. Fue entonces cuando nos dimos cuenta que el sueño húmedo de Aznar, aquel líder que sin mover el labio superior había pronunciado el “España va bien” cuando todo se desmoronaba, tenía dos cabezas: la de Pablo Casado y el mismísimo Albert Rivera.

Y luego llegaron los desesperados intentos de Albert por formar gobierno. Aunque la cosa venía de lejos todo se fue de madre en las dos últimas elecciones.

En la anterior campaña nos ¿sorprendió? aparenciendo en plan El ilusionista a través de un holograma en un mitin.

Y en su última campaña nos ha dibujado una sonrisa en más de una y dos ocasiones. Desde su mejor peor vídeo pretendiendo ser el malote de una banda autodenominada “Liberales ibéricos”, hasta subir un vídeo en Instagram oliendo a un perrete y difundiendo unas palabras que han dado mucho juego en internet.

Parecía que las cosas le iban bien a Rivera: era el mimado del IBEX, las grandes empresas españolas apostaban por él. Pero en cuestión de año y medio ha bajado 47 peldaños de golpe y las cosas no han hecho más que empeorar.

La leche ya se olía desde lejos y las porras sobre cuántos diputados sacaría el de naranja se habían puesto en marcha desde lo del adoquín en el debate. Lo que pocos vaticinaban y muchos querían era este harakiri en toda regla. Pero no sufráis por él, sigue estando de excedencia en CaixaBank.