Artículo publicado por VICE México.
Los autorretratos han sido a lo largo de la historia del arte una herramienta fundamental para el ejercicio creativo. Guiados por un interés en conocer el comportamiento de la luz sobre los cuerpos, el volumen y las proporciones, los artistas han recurrido a sí mismos como modelos, convirtiéndose en la materia prima para la experimentación.
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Algo muy similar ocurre con el entorno inmediato. Es posible conocer al sujeto que se expresa a través de los sitios que retrata o recrea, los ambientes que evoca son, muchas veces, lugares frecuentados o que forman parte de su paisaje cotidiano pues aquello que nos rodea, con lo que día a día estamos en contacto, es también fuente inagotable de nuestras propias narrativas. Nos contamos el mundo con base en lo que sabemos de él y en los distintos acomodos que a partir de ello podemos proponer.
Lo que somos y lo que nos rodea es y ha sido fuente inagotable para el arte; aquellos sujetos, objetos y situaciones que podemos fácilmente reconocer son susceptibles de relacionarse de formas distintas en una imagen plástica, de adquirir nuevos sentidos y con ello cambiar nuestra percepción sobre ellos.
Con esto en mente, revisamos el trabajo de algunos artistas contemporáneos hispanos, que se han asentado en México, para conocer qué elementos han incorporado a sus representaciones de la cotidianidad, cómo la han transformado y cómo expresan su relación con espacio que habitan actualmente.
Andrés Gamiochipi hace uso del collage para poner en diálogo a la ciudad con el campo, lo inmediato con lo remoto, lo posible con lo imposible. Fundador del proyecto Mexicollage, colectivo mexicano de artistas dedicados al collage análogo, Andrés ha encontrado en esta técnica artística, la posibilidad de crear realidades en las que se encuentran y conviven de forma orgánica imaginación, sueño y su entorno. Así, es posible encontrar en su trabajo una yuxtaposición entre lo común y lo extraordinario.
El artista asturiano Carleti López Traviesa utiliza el proceso pictórico como método de nexo con la realidad y el mundo web. Integrando aspectos callejeros y comunes de la ciudad a su trabajo pictórico es capaz de ofrecer auténticas serendipias, resultado de sus propios descubrimientos y hallazgos personales a lo largo de su estancia en México.
Diego Beyró, bonaerense de nacimiento que ha radicado en distintas ciudades del mundo, habita actualmente en la Ciudad de México. Las piezas de Diego parten principalmente de la fotografía y a veces se transforman en intervenciones con pintura, collages, foto-montajes o dibujos. La intimidad es el eje conductor de su trabajo, pasando por su niñez introspectiva hasta la sexualidad de su juventud. Desde un espacio privado hasta una situación en la vía pública, sus series más que experimentales son un tanto introspectivas, una mirada, a veces una revisión sensible de sus propios procesos.
Por su parte, la arista mexicana Alma Camelia retrata la relación de las personas con los trabajos que realizan, utensilios y materiales que ocupan y los espacios que habitan como trabajadores, esto en imágenes performáticas elaboradas con óleo y elementos extraídos de la realidad que al agruparse, configuran pequeñas naturalezas muertas y a su vez, operan como diminutas vitrinas de curiosidades.
Gina Mier ha encontrado en su contexto cercano el estímulo para crear: “He descubierto un hábito/interés por manipular y exagerar situaciones cotidianas llevándolas al reino de la fantasía. El tergiversar surge de haber nacido en Honduras bajo un contexto social político y económico dramático.”
El realismo mágico es para ella una referencia amigable y a su vez antagónica pues su empeño en mostrar lo extraño como algo común se opone y puede perfectamente comunicarse con su interés personal por observar lo usual y leerlo bajo la perspectiva de la exageración hasta llevarlo a lo caricaturesco.
En el trabajo de la artista mexicana Mariana Paniagua, es la futilidad, lo contingente y lo precario lo que guía su obra. La muerte, planteada desde un interés en el existencialismo y la noción de lo absurdo le han permitido abordar la materialidad de la pintura vinculándola con la materialidad y organicidad del cuerpo.
Emilio Lameiras, quien dejó su natal Mérida para estudiar en la Ciudad de México, recupera géneros tradicionales, como la naturaleza muerta, buscando traspasar su estatuto de género conservador y agotado a través de la conexión con el imaginario geopolítico contemporáneo y mediante la re-experimentación de tópicos específicos como las investigaciones de síntesis formal de Henri Matisse en favor de la modulación cromático-espacial.
Algunos trabajos de estos artistas pueden visitarse en Casa Equis, una casa cualquiera ubicada en Dr. Enrique González Martínez 7, int 4 col Santa María la Ribera en la CDMX que se ha convertido en hogar para el trabajo de distintos artistas contemporáneos.