Jim Henson, el adorable papá de los años 70, amante de las marionetas, es mejor conocido como el creador de Los Muppets y Plaza Sésamo. Pero lo extraño es que de acuerdo con su biógrafo, Henson no poseía ninguna pasión por estos personajes peludos de ojos saltones. Al contemplarse a sí mismo como un director de cine y televisión por encima de cualquier otra cosa, llegó al mundo de las marionetas por accidente y posteriormente se convirtió en un nombre común. Mientras tanto, su don para el cine experimental, que se aprecia en documentales como Youth ’68, a menudo ha sido pasado por alto.
Este mes de julio, El Festival de Cine Revelation de Australia está organizando una retrospectiva de Henson, en la cual se proyectan algunas de las películas del director visionario, así como documentales detrás de cámaras sobre su vida. El festival rinde homenaje a la obra excéntrica de Henson, con el objetivo de develar un lado suyo que el público nunca ha visto.
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A lo largo de los años 60, 70 y 80, la poderosa imaginación de Henson se manifestó en formas un tanto extrañas. Probablemente estás familiarizado con la Rana René, pero ¿sabías que el inventor de los Muppets trató una vez de abrir un club nocturno psicodélico inflable en forma de cúpula llamado Cyclia, inspirado por su amor a la banda Jefferson Airplane?
El proyecto del club nocturno nunca consiguió arrancar, pero muchas de las tendencias más abstractas e inusuales de Henson quedaron plasmadas en una serie de cortos experimentales y documentales. Originalmente, Henson comenzó su carrera con comerciales de televisión, que también resultaron ser bastante extraños.
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Vale la pena realizar una inmersión profunda en YouTube y observar los comerciales de los años 60 en blanco y negro de Henson sobre café instantáneo y galletas de queso, donde se pueden apreciar las primeras encarnaciones de marionetas que luego se convertirían en íconos: un prototipo de dientes puntiagudos del Monstruo Come-galletas, por ejemplo, en realidad estaba más interesado en devorar los bocadillos salados. Los anuncios de Henson son locos y raros, y a veces dan un poco de miedo, además de que hacen alusión a temas que fueron explorados en sus películas de fantasía de gran presupuesto de los años 80, como Dentro del laberinto.
Mientras trabajaba en publicidad, Henson experimentó por su lado con proyectos que no contenían Muppets. Uno de éstos fue su cortometraje nominado al Oscar, Time Piece (1965), que escribió, dirigió, produjo y protagonizó. La película de nueve minutos, extrañamente rítmica, prácticamente está libre de diálogos y contiene escenas inconexas que se juntaron para asemejar el pulso de un corazón humano. Probablemente no le guste al niño promedio de cinco años; no hay un solo chef sueco a la vista.
En 1968, la NBC transmitió el documental contracultural de Henson, Youth ’68: Everything’s changing… or maybe it isn’t! Un collage de material de entrevistas a músicos famosos de grupos como Jefferson Airplane y Mamas & the Papas, así como a sus jóvenes fans. Es un retrato único de la cultura juvenil que muestra varios integrantes de cabello largo de la generación del “baby boom”, quienes hablan de la buena onda y de cambiar el mundo. Una vez más, es totalmente contrario a los especiales de televisión de los Muppets que produciría a lo largo de la década de 1970, pero te da la impresión de que se trataba de un proyecto que le apasionaba. Henson era un hippie total.
A finales de la década de 1960, Henson desarrolló el piloto de lo que se convertiría en The Muppet Show y Plaza Sésamo. Durante la siguiente década se concentró en la televisión familiar. Dejando de lado su talento como titiritero, en un sentido Henson simplemente vio a los Muppets como una salida creativa y comercialmente viable para ayudar a financiar sus otros intereses.
Según su biógrafo, Brian Jay Jones, Henson llegó a ser titiritero por accidente. Cuando estaba en la preparatoria, un canal local de televisión anunció un trabajo para titiriteros y el adolescente oportunista fingió tener conocimientos de la materia para conseguir una oportunidad en la industria de la televisión. “Nunca jugué con marionetas ni tuve un interés en ellas”, diría más tarde. “Fue sólo un medio para cumplir un fin”.
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En 1982, Henson codirigió la icónica película de fantasía Cristal oscuro con su compañero titiritero Frank Oz, conocido por el papel de Yoda en La guerra de las galaxias. Con sus mundos alienígenas, bestias extrañas y muñecos animados complejos (algunos de los más avanzados que hayan sido producidos para un largometraje), es el tipo de película que sólo se pudo haber hecho en los años 80. Fue una desviación importante de los trabajos anteriores de Henson, pero si se hubiera salido con la suya, habría sido aún más oscuro y espeluznante.
Inspirado por los cuentos de hadas originales de los hermanos Grimm, concibió Cristal oscuro como una película mucho más surrealista, con más violencia, una trama más flexible, menos narración y villanos más temibles. Piensen en Terry Gilliam, pero con más animatronics. Para mejor o peor, Henson fue obligado a reeditar la película después de que el público expresara su disgusto por las excentricidades del filme. Incluso entonces, el estudio lo consideró demasiado experimental y Henson se vio obligado a pagar 274 millones de pesos (15 millones de dólares) de su propio dinero para comprar la película y exhibirla él mismo.
En 1986 Henson dirigió Dentro del laberinto, lo que le brindó una nueva oportunidad para experimentar, con un gran presupuesto a su cargo, y colaborar con personajes de la talla de David Bowie. Al igual que Cristal oscuro, la cinta muestra marionetas inspiradas en cuentos de hadas y animatronics que fueron maniobrados por grandes equipos de personas. La película ofreció otro seductor vistazo de la imaginación aparentemente sin límites y a veces bastante siniestra de Henson. Lamentablemente, el estudio limitó el proyecto a través de su visión amigable para las familias. En un conjunto diferente de circunstancias, Dentro del laberinto pudo haber sido un filme aún más extraño.
Su muerte prematura en 1990, a los 53 años, significa que nunca sabremos lo que la mente imaginativa del director habría inventado en el siglo XXI. Si bien es probable que sea una exageración decir que la Rana René frenó a Henson, es fascinante pensar lo que pudo haber logrado si no se hubiera ocupado tanto haciendo programas de televisión para niños y películas orientadas a las familias. Es difícil no amar a los Muppets, pero el regalo de Henson para contar historias imaginativas y experimentales no se detuvo en Los Fraguel.
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