Nadie sabía qué esperar de “Storm Area 51, They Can’t Stop All of Us”, un evento celebrado la semana pasada y que se viralizó a lo bestia. Lo único evidente era que los dos millones de personas que habían apuntado a la convocatoria para asaltar esta remota base militar estaban de coña. Todo lo demás era una incógnita.
La información disponible sugería que, probablemente, sería una pesadilla. Según la BBC, se esperaba que acudieran unas 50 000 personas. Un portavoz de las Fuerzas Aéreas estadounidenses dejó caer que no dudarían en matar a cualquiera que intentara entrar en la base. Las autoridades de la ciudad de Rachel (Nevada), donde se iba a organizar un evento relacionado llamado Alienstock, publicaron un mensaje en su sitio web advirtiendo de que no habría comida, agua ni alojamiento suficiente y de que “podrían producirse disturbios”.
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La Administración Federal de Aviación anunció que cerraría el espacio aéreo del Área 51. El sheriff de la zona dijo que movilizarían a cientos de paramédicos y policías de todo el estado de Nevada. También se emitieron avisos de que o habría cobertura telefónica, que habría atascos en la autopista de dos carriles que da acceso al área y de que la gasolinera más cercana, a casi 80 kilómetros de distancia, seguramente se quedaría sin gasolina. Incluso se oyó mucho la frase “Fyre Festival 2.0”.

Ninguna de estas funestas predicciones disuadió a las marcas de aprovechar el acontecimiento para vender sus productos: desde Funyuns a Durex, pasando por Kool Aid e incluso uno de los Jonas Brother. Arby’s y Bud Light anunciaron que también estarían allí, regalando productos de edición limitada.
Tras tomar nota de toda esta información, me aprovisioné de agua y comida para una semana, espray de pimienta y un cuchillo por si las cosas se ponían chungas. Me imaginé en un enorme atasco de horas, esquivando las balas disparadas por la policía, que intentaba defender una gasolinera vacía de los asaltantes. Me imaginé subiendo el volumen de la radio del coche para ahogar los gritos agónicos de los representantes de Budweiser siendo asesinados por las masas ávidas de hacerse con una cerveza de edición limitada del Área 51. Me vi a mí mismo contemplando horrorizado a decenas de adolescentes desintegrados por algún arma del ejército al intentar cruzar la verja del Área 51 para hacer el vídeo de TikTok de rigor.
La realidad, en cambio, fue mucho menos dramática.

Cuando llegué a Rachel, casi toda la gente que me encontré eran periodistas cubriendo el acontecimiento. Se me acercó un hombre que trabajaba para un canal de noticias local y me preguntó si podía entrevistarme. Le dije que no, que yo también era periodista. Poco después, pregunté a un tipo si podía hacerle unas preguntas y me respondió que él también estaba allí para hacer un artículo. Añadió que la mayoría de las personas a las que había intentado entrevistar eran profesionales.
También había muchos youtubers grabando vídeos. Por lo que pude escuchar, solo hacían mención a los memes del Área 51 que circulan por la red. Al final, empezaron a llegar más civiles.

Algunos venían por la fiesta. Otros, para vender camisetas o pegatinas para el coche. Había quienes estaban ahí para ver si algún imbécil realmente se atrevía a intentar asaltar la base y si el ejército usaba algún arma ultrasecreta para fulminarlos. Mucha gente había acudido al evento porque estaba muy, muy metida en el tema de los extraterrestres. Una mujer me enseñó varias hojas impresas con imágenes de cámaras de seguridad que, aseguraba, mostraban a alienígenas de verdad jugando al blackjack en un casino (yo estoy bastante convencido de que eran hombres calvos, pero bueno). Otra mujer me entregó el panfleto de una organización llamada Snow Stone Studio, cuyos miembros sostienen que en el Área 51 se está preparando en secreto el segundo advenimiento de Jesús como parte de una trama organizada por los Illuminati para destruir China (o algo parecido).
No sabría decir cuánta gente había en total porque estaban todos repartidos entre Alienstock, otro festival llamado Area 51 Basecamp, a unos 30 kilómetros de allí, y los diversos accesos al Área 51 propiamente dicha. La mayoría de los medios coinciden en que al evento asistieron entre 1500 y 2000 personas, una cifra tan baja que finalmente Area 51 Basecamp se canceló después del primero de los dos días programados.

La noche del asalto, nadie parecía saber bien qué pasaba. La principal confusión venía por no saber dónde exactamente se suponía que tenía que reunirse todo el mundo. El complejo del Área 51 tiene aproximadamente la extensión de Connecticut, y la invitación de Facebook no especificaba en qué entrada era la quedada.
A las 3 de la madrugada, hora de inicio del evento, unas 75 personas se reunieron en la puerta más cercana a Rachel, pero el asalto nunca se llegó a materializar. Al final la gente se limitó a hacerse fotos corriendo como Naruto y a conceder entrevistas a varios de los medios y youtubers que habían ido a documentar el momento.

Según los policías con los que hablé, varias personas sí cruzaron la frontera de la base y fueron arrestadas o duramente amonestadas. También arrestaron a un canadiense que se puso a mear en la verja de la zona restringida. Eso sí: no fulminaron a nadie con ningún arma secreta.
También hubo cierta confusión respecto a la hora de la convocatoria, las 3 de la madrugada del 20 de septiembre, por lo que la noche siguiente una cantidad similar de personas se presentaron en la misma puerta. Tampoco ellos asaltaron la base militar.
A la mañana del día siguiente, en Alienstock, hablé con un youtuber que se hace llamar Reckless Ben y que estaba editando el vídeo de la noche anterior. Me dijo que había venido pese a que unos días antes se había fracturado el cuello haciendo una acrobacia en un festival de EDM.
Le pregunté si había ido a la puerta para el asalto. “Sí”, me dijo, “fuimos allí y a las 3 en punto todo el mundo sacó las cámaras”.
“La gente estaba demasiado ocupada grabándolo todo como para asaltar la base”, añadió con un suspiro, y luego retomó la edición del vídeo.























Este artículo apareció originalmente en VICE US.
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