Argentina mira hacia Oriente: la relación con Pekín, ¿crisis u oportunidad?

“Hay una anécdota que dice que le preguntaron a Mao Tse Tung qué pensaba sobre la Revolución Francesa y él dijo que le parecía un evento muy reciente como para evaluarlo desde una perspectiva histórica”.

El que relata esa historia es el ministro de Planificación de la Argentina, Julio De Vido, pieza clave en las relaciones bilaterales con China, el principal socio de este país durante los últimos años.

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Una voz autorizada para explicar la mirada largoplacista del gobierno de Pekín y relativizar las consecuencias que tendrá en América Latina las fluctuaciones económicas que han afectado a la potencia asiática en las últimas semanas.

“Ellos tienen una visión de los tiempos distinta a la que tenemos nosotros”, comenta De Vido a VICE News en su despacho del piso 11 del edificio de Hacienda, con vistas al Río de la Plata. Más concretamente, “la devaluación del yuan no tiene ningún impacto en la relación ni pone en riesgo las obras ni las inversiones” proyectadas, asegura el funcionario, que en diciembre dejará esta oficina que ocupa desde el año 2003.

Pero difícilmente se pueda atribuir ese análisis a su optimismo o su oficialismo. Coinciden, a grandes rasgos, los referentes en materia de política internacional de la oposición y los principales analistas económicos argentinos. “Esto no implica de ninguna manera una crisis”, destaca a VICE News Diego Guelar, ex embajador de la Argentina en los Estados Unidos y asesor del candidato presidencial opositor Mauricio Macri.

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En las antípodas ideológicas, el periodista económico Alfredo Zaiat asegura que la devaluación china “no cambia nada” en el fondo de la relación bilateral y que el impacto será “marginal” a nivel términos de intercambio. Para el especialista, referente de los sectores heterodoxos de la economía nacional, lo cimbronazos en la economía de la potencia oriental tienen que ver con “su consolidación en el rol de potencia mundial que quiere empezar a ejercer como tal”.

Fueron dos las novedades que han llegado de Shangai en las últimas semanas. Primero, la fuerte caída de la bolsa, producto de la explosión de una burbuja especulativa generada por el ingreso de casi cien millones de pequeños inversores sin experiencia y mal asesorados. “Ha habido varios episodios similares en los últimos quince años, de ninguna manera implica un cambio de época”, indica al respecto Guelar.

La segunda, la devaluación de la moneda, “tiene que ver con el objetivo del gobierno chino de que el yuan pase a ser una moneda convertible aceptada por el comercio y las finanzas internacionales”, subraya Zaiat. Para eso, requiere una mayor flexibilidad y ante la apreciación del dólar en todos los mercados, Beijing decidió acompañar las fluctuaciones y bajar el valor del yuan.

“No nos preocupa — asegura el ministro De Vido —. Además en el marco de una relación estratégica integral hay que respetar las decisiones que tome el otro con el objetivo de salvaguardar la economía”. El funcionario es el enlace de las inversiones chinas, que en los próximos años implicarán la construcción de dos represas hidroeléctricas, dos centrales nucleares y la reconstrucción del sistema ferroviario argentino, según los acuerdos firmados entre 2013 y 2014.

Relaciones bilaterales muy sólidas

Las relaciones entre Buenos Aires y Pekín crecieron mucho durante la última década pero se afianzaron especialmente en los últimos dos años, luego de un súbito enfriamiento del vínculo argentino con los Estados Unidos. En 2014, dos visitas de Estado mutuas, de la presidenta Cristina Fernández de Kirchner a China y de su homólog Xi Jinping, refrendaron un nuevo nivel de relación bilateral, “estratégica integral”, que sólo está reservado para los principales socios del gobierno oriental.

Si bien estos movimientos se encuadran en el marco de un creciente interés chino por toda la región, que incluye a Brasil, su otro socio de ese nivel, pero también a Perú, Uruguay y Chile, entre otros países de América Latina, De Vido destaca la importancia de aspecto científico en el vínculo. “Argentina tiene una plataforma de desarrollo en telecomucaciones, satélites, sector nuclear, fabricación de vectores, que nos da una plataforma superior a la de nuestros vecinos”, detalla.

‘La devaluación del yuan no tiene ningún impacto en la relación ni pone en riesgo las obras ni las inversiones proyectadas’.

Pero no todo es color de rosa: todavía resuenan las palabras del entonces presidente uruguayo, José Mujica, en el marco de la cumbre de Mercosur que se celebró en Venezuela el año pasado, poco después de la gira de Jinping por la región: “Les pido que lean lo que dijo ese señor chino que vino el otro día, la propuesta que nos hizo es un envite de características globales como nunca hemos tenido y no deberemos dejar perder esa oportunidad. Pero a su vez sabemos que en este mundo los peces chicos se tienen que cuidar de los peces grandes por eso tenemos que estar juntos”, dijo en el plenario con los presidentes del bloque en aquella ocasión.

Para el ministro De Vido, “la reflexión de Mujica [ex presidente de Uruguay] es oportuna” pero debe ser tomada con cautela. “Hay ciertos sectores que plantean esto como una relación neocolonialista, pero no evalúan que existía una relación de esas características con los países occidentales a través del Fondo Monetario Internacional con un esquema de endeudamiento crónico donde se tomaba deuda para pagar la deuda”, advierte.

“En realidad, Argentina no vende solo materias primas. También vende aceite, pellet, carne, lácteos, un montón de productos a China. Pero además, estamos comprando soberanía, al generar energía propia en las nuevas represas y estamos comprando desarrollo tecnológico. Para el cuarto reactor nuclear las partes van a ser 70 por ciento argentinas y 30 por ciento chinas. Eso significa tecnología y conocimiento para la Argentina”, remarca De Vido.

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Desde la oposición, Guelar propone “fomentar la inversión productiva china en el complejo agroindustrial para llevar productos elaborados a las góndolas de los supermercados en China”.

“En una Argentina que puede desarrollar industrias nucleares o espacial, no puede ser que no podamos desarrollar una industria de valor agregado sofisticado del complejo agroindustrial. Es inexplicable que estas industrias naturales para la Argentina no se hayan desarrollado. Deberíamos ser lideres en el mundo en ese rubro”, plantea Guelar.

De todas formas queda claro que la relación llegó para quedarse y ni los vaivenes de la economía oriental ni los de la política local van a ponerla en riesgo. El candidato presidencial oficialista, Daniel Scioli, tiene previsto un viaje a Pekín incluso antes de las elecciones de octubre; Macri, su rival, promete mantener el vínculo aunque prioriza normalizar las relaciones con Estados Unidos y Europa.

Y esto es sólo el comienzo: hay firmados varios acuerdos de intercambios en el ámbito cultural, para afianzar vínculos más estrechos y duraderos que los que se establecen por razones económicas. “Vamos a sentir cada vez más la presencia china no sólo aquí sino en todo el mundo”, pronostica De Vido. A nadie debería sorprenderle si en pocos años ve el idioma chino en el temario oficial de la escuela de sus hijos. 

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