En las escaleras empinadas de la galería Valenzuela Klenner, en Bogotá, se escucha música de Lana del Rey. Es un sonido extraño: voces susurradas y lamentos.
“¿Qué tendrá que ver Ultraviolence, de Lana del Rey, con en esta galería?”, pienso. Y supongo que eso piensan todos los que se han cruzado con la noticia de que un artista colombiano juntó la violencia descarnada que retrata Alejandro Obregón en su obra con los susurros clamorosos de Lana del Rey.
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Cuando llego al segundo piso de la galería veo en la pared un sticker que dice: “Sergio Daniel, Artista del Siglo”. Entro al pequeño cuarto en forma de “L” y me doy cuenta de que un televisor pegado a la pared, conectado a unos parlantes, expulsa la música de la cantante neoyorkina. Mientras suenan frases de la canción como: “He hit me and it felt like a kiss” (El me pegó y se sintió como un beso), en la pantalla se puede ver a Sergio, autor de la exposición, de frente, mirando hacia la cámara, hacia uno, con las manos en los bolsillos. Atrás de él está La Violencia, una obra emblemática del maestro Alejandro Obregón.
Mientras veo este video no puedo evitar la sensación de que hay una voz masculina en el salón. Después entiendo que es la de Sergio: un sonido que se va convirtiendo por repetición en un mantra. Dice: “si fuera importante, me importaría. Si fuera importante, me importaría…”. Hasta el infinito.
Hay una tela en la pared que dice lo siguiente: “Tell me something like I’m your favorite artist” (dime algo, que yo soy tu artista favorito). Junto a ella hay una foto censurada del culo de Sergio con un aviso al lado que dice que para ver la foto original hay que seguirlo en su cuenta de Instagram, comentar la imagen y esperar la foto limpia por mensaje directo.
Hay un video de él viendo televisión mientras suena la voz de Marta Traba —crítica rectora de arte en Colombia— hablando sobre arte. Y hay un papel que dice: “No sé si me entiendas, bebé”.
Sergio es joven pero tiene recorrido.
Sus estudios de Artes Visuales en la Universidad Javeriana en Bogotá fueron premiados por una tesis meritoria. Más tarde, en 2017, ganó el Premio Artecámara, de ARTBO, y ese mismo año, fue merecedor de una residencia por parte de Puerto Colombia en la Usurpadora, que le otorgó el Ministerio de Cultura.
Me senté a hablar con él para saber más de la trasesena de su obra, sus preocupaciones principales en el arte, las referencias en las que se ha inspirado, sobre el límite entre lo pornográfico y lo artístico, y hasta del uso de su bigote como su marca personal de artista.
VICE: ¿Cuál es su preocupación más grande en lo que tiene que ver con arte?
Sergio Daniel Ramírez: Yo pienso mucho en el arte dentro del arte. Todas esas preocupaciones que yo tenía al momento de salir a la vida real, y todas esas dudas sobre lo que se supone que debería hacer y hablar en el arte colombiano, me hicieron cuestionarme mucho.
En el arte colombiano, por ejemplo, pesa mucho hablar de Colombia. Pareciera que si uno habla de otras cosas, que no son tan nacionales, la cosa es menos importante. Y también estaba lo de ser artista. Ser artista no solo es hacer arte, sino varias cosas que rodean ese hecho.
¿De dónde le vino el impulso para hacer su obra?
Desde siempre estuve interesado en la música y en las imágenes que la acompañan. Por mucho tiempo yo no entendía por qué el arte era tan reconocido y por eso siempre me gustó ver entrevistas de artistas.
En la obra de Artecámara había unos videos de Shakira y Doris Salcedo. Encontré un video de Shakira en el que le dan un Premio TvyNovelas como la “Artista del Siglo”. Ella ahí pronuncia un discurso y dice que es muy importante ser colombiana, que lo mejor que tiene es ser de acá.
Y ahí mismo encontré un video de Doris Salcedo, que es una artista colombiana que nos representa de alguna forma, y ella decía que ser colombiana era muy duro y que en los aeropuertos internacionales la discriminaban.
Me pareció que había una relación entre esos dos discursos. No porque uno fuera mejor que el otro, o uno estuviera diciendo la verdad y el otro no, sino que cada uno correspondía a lo que les pedía el medio. Una cantante pop tiene que decir eso para gustarle a la gente. Pero una artista tiene que decirlo de manera crítica.
Lo que yo hacía era un lip-synch o una fonomímica de estos dos discursos. Y de otro de Botero. Él también habla de su arte en relación al país y varias otras cosas.
¿Por qué decidió usar referencias de Lana de Rey y Obregón en su obra?
Pues eso tiene que ver con lo que te decía. Para mí es muy importante la música: por ejemplo, la de Carlos Vives. Siempre me ha gustado hacer un puente entre esas cosas populares con otras supuestamente más densas y profundas.
Por eso, la obra de Obregón con Lana. Por un lado, Obregón está haciendo una reflexión del conflicto del país y sobre la violencia, y por otro lado, ella, con su canción Ultraviolence, habla de la violencia como una cosa que le gusta; se trata de un tipo que le pega y cómo eso le gusta a ella.
Lo que yo quería hacer era mostrar que no había una jerarquía, sino que estaban al lado. Como que sí podrían parecer muy distantes, pero se pueden poner juntas, a ver qué pasaba.
¿Cómo fue el proceso de hacerla?
Yo siento que las obras funcionan individualmente. De hecho, cada una tiene que ver con esa intención de jugar a ser el artista.
Empezando con el nombre: yo me valido a mí mismo diciendo que soy El Artista del Siglo. Es decir, no necesito que sea un premio ni que alguien me lo diga ni tener una trayectoria larguísima, sino que simplemente se convierte en el juego de ponerme ese título porque sí.
Igual que la tela esa que dice Tell me that I am your favorite artist (Dime que soy tu artista favorito). Es hacer explícito eso que, no sé si todo el mundo quiere, pero que de alguna manera es el propósito de ser artista: gustarle a la gente.
Tengo entendido que el bigote es parte de su identidad. ¿Su obra cambiaría si no tuviera bigote o si fuera mujer?
Si no tuviera bigote, sí cambiaría. Hay un video en el que no tengo bigote y la gente me veía mayor o creía que no era yo. Además, el bigote me da confianza [risas]… y si fuera mujer, yo creo que de pronto no cambiaría. Sería igual, pues no tendría bigote, pero ya no sería raro no tener bigote.
¿De alguna manera esto querría decir que usted se convierte en “la marca” de su propia obra?
Sí… Pues yo recurro mucho también a mi propia imagen, porque de alguna manera también es ese juego de figuras que están allá, que son todos estos artistas grandes: Lana del Rey y Shakira, por ejemplo, que son icónicas.
Mi manera de acercarme a eso, es ese mismo juego: inventar un personaje o crear una imagen. Por eso me parece importante que sea yo.
¿El arte es un pretexto para ponerse pornográfico? Como su fotografía mostrando el culo…
Pues en mi caso, a veces sí. Pero no es el único pretexto. O sea también puedo ser pornográfico sin el arte.
Y… ¿por qué en el arte?
Pues yo creo que en el arte es donde soy menos pornográfico. No me gusta pensar en esas cosas que están un poco de moda como el posporno, ni en las que afirman que el sexo es una cosa política.
Eso no me interesa mucho.
Siento que si hago mucho arte pornográfico voy a terminar metido en eso. En cambio, si lo pongo en Instagram, va a ser otra cosa: porque quiero que me den likes o yo que sé. Esa es la verdadera razón, no como algo político ni nada.
¿Hay un límite entre la pornografía y el arte?
Yo creo que no solamente con la pornografía, sino con cualquier otra cosa que uno haga: si uno es un artista y la gente ya lo reconoce como tal, pues cualquier cosa que uno haga puede llamarse arte.
Sí, yo creo que la línea depende de quién lo hace. Mi prima es abogada: no sé si el hecho de que ella lo haga lo haría más raro. Es una cuestión social: quién lo hace, en qué contexto.
¿Por qué decidió hacer esta fotografía mostrando el culo?
Pues, una de las cosas que me pasó es que el año pasado me cerraron mi cuenta en Instagram por contenido inapropiado. Después subí una foto muy parecida a esta, pero cortada. No se me veía todo completo y puse como: “El que comente, se la mando” y la gente comenzó a comentar y yo le mandaba la foto por mensaje directo.
Era un juego, nada más.
Cuando estaba en este contexto, en esta galería, me pareció chévere volver a hacer ese juego, pero en el arte. Y para que no quedara como un acto político de la desnudez, pues me gustó esa cosa de hacerlo parecer banal: mostrar todo y que yo gane un like.
Esto, de alguna manera, tiene que ver con esto de ser “El Artista del Siglo”… Como si fuera importante verme el culo o la que la gente se muriera por verme el culo.
¿Qué tan artista es J Balvin?
Pues a mí me gusta mucho J Balvin. Me parece que es como Shakira. Va por ahí y va a llegar a eso.
¿Y qué tan artista es? Pues, yo creo que es igual de artista como a esa gente grande en Colombia, como Botero o algo así.
¿Cómo sobrevive un artista si le sabe a mierda las galerías y el mundo del arte?
A mí no es que me sepa a mierda. Mucha gente cree que uno es un rebelde o que está en contra de esas cosas, y no. Esa no era mi intención y tampoco me quiero mostrar así. Lo que yo quiero es ser más ambiguo. O sea: ser un ejemplo de eso, de cómo uno se convierte en un artista y hacer un experimento de eso, más que pararme al otro lado y decir: “qué porquería los artistas” o “no quiero ser así” o “¿por qué se vuelven ricos?”. Porque de hecho sí quisiera ser un artista [risas]
*Fotos del culo de Sergio por acá.
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