Según una encuesta publicada en 2020, un número considerable de personas cree erróneamente que el herpes genital es letal, una creencia que ciertamente también se debe a la forma irresponsable y sensacionalista en que los medios de comunicación trataron el herpes a mediados del siglo pasado, vinculando su propagación con la promiscuidad y la supuesta decadencia moral de la sociedad. De hecho, incluso en sus peores formas, el herpes se encuentra entre las afecciones médicas más manejables relacionadas con el sexo.
Según la OMS, alrededor de 491 millones de personas entre 15 y 49 años en el mundo viven con VHS-2, la cepa del virus del herpes que afecta los genitales y se transmite sexualmente. Además, alrededor de dos tercios de la población mundial está afectada por el VHS-1, que en cambio es el principal responsable del herpes típico en los labios y dentro de la boca, y también puede transmitirse a través del sexo oral. La gran mayoría de las personas con una de las dos formas de herpes nunca desarrollan síntomas, que generalmente incluyen picazón o dolor, a veces síntomas de gripe, seguidos por la aparición de inflamaciones rojas de irritación en o alrededor de los genitales. A veces, estos síntomas son tan leves que las personas los confunden con otra cosa, como un vello encarnado.
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En muchos casos, las personas con herpes tienen solo un episodio sintomático importante y algunos episodios menores en toda su vida. Y los síntomas más desagradables generalmente se vuelven menos comunes y severos con el tiempo debido al sistema inmunológico de las personas, que se adapta para combatir el herpes. El virus causa problemas graves solo en casos muy raros, como cuando un padre infecta a un niño recién nacido (este es uno de los pocos contextos en los que el herpes puede ser potencialmente fatal).
Entonces, ¿qué cambia realmente en el sexo cuando tienes herpes? Aunque su efecto no es tan dramático como se suele describir, el herpes genital sintomático puede imponer algunas limitaciones: la mayoría de los expertos recomiendan evitar las relaciones sexuales durante un brote sintomático, porque es más fácil en ese momento transmitir la enfermedad, o incluso contraer otras ETS debido a heridas en la piel y el efecto debilitante que el virus puede tener sobre el sistema inmunológico (el virus también puede transmitirse cuando la persona está asintomática e incluso a pesar del uso de anticonceptivos de barrera como condones. Pero el manejo responsable del cuerpo y las precauciones mantienen el riesgo muy bajo). El estigma social asociado con el herpes puede causar estrés y ansiedad, lo que puede interferir con la capacidad de excitarse o sentir placer durante las relaciones sexuales e, irónicamente, aumentar el riesgo de una erupción sintomática.
En los últimos años, algunos activistas y grupos de apoyo han comenzado a combatir el estigma del herpes y a difundir información sobre la enfermedad, cómo hablar de ella con otras personas y cómo minimizar el riesgo de transmisión. Pero, ¿cómo se exploran el sexo y el herpes cuando estás en pareja? VICE habló con Robin, quien sufre de herpes genital VHS-1 sintomático, y su pareja, Miles, sobre su vida sexual.
Este artículo fue editado por su extensión y para mayor claridad, y los nombres de Miles y Robin fueron cambiados para proteger su privacidad.
Robin: Antes de que me diagnosticaran no sabía mucho sobre el herpes, salvo lo que aprendes en la escuela: que puedes contraerlo teniendo sexo, y que es incurable. Recuerdo vagamente las imágenes que nos mostraban los maestros, y eran…desagradables. También adquirí el estigma social de que si contraías herpes eras una persona promiscua, y si eras mujer, eras una puta.
En 2019, unos cinco días después de haber tenido relaciones sexuales con mi pareja, comencé a orinar con frecuencia y me quemaba, y luego encontré protuberancias en mis genitales. Pensé que tenía una infección urinaria, pero luego me di cuenta de que era más probable que fuera una enfermedad de transmisión sexual. Esperaba que fuera algo curable, como clamidia o gonorrea. Cuando le conté a un familiar, me dijo que mis síntomas parecían coincidir con el herpes. Cuando fui al médico, empecé a asimilarlo y lloré en la sala de espera. Todos me miraban; fue horrible. Sentí como si estuviera en una especie de corredor de la muerte pero social. Cuando me dieron los resultados, pensé que era el fin de mi vida sexual. Me sentía demasiado avergonzada como para salir con alguien, porque tendría que revelar que tenía herpes.
Los doctores también me dijeron que no podía tener sexo durante un brote, lo que me pareció razonable. Pero al principio, los brotes eran muy frecuentes, a veces, una vez a la semana. Aunque alguien quisiera salir conmigo, no podría volver a tener sexo nunca más. ¿Quién iba a estar de acuerdo con no poder tener sexo durante un mes o más? Realmente me preocupaba que nunca pudiera tener una vida sexual normal.
Una vez que empecé a tomar Valtrex, [un medicamento que muchas personas con herpes sintomático toman a diario para reducir el número y la gravedad de los brotes así como la transmisibilidad], mis brotes mejoraron. Ahora, no he tenido uno en meses.
Me di cuenta de que quería tener una relación monógama. Entonces, comencé a ver a un terapeuta que me ayudó a fortalecer mi confianza y desarrollar ideas sobre cómo empezar a salir de nuevo. Volví a las aplicaciones de citas y, unos meses después de mi diagnóstico, fui a mi primera cita. No salió bien. Tomamos malteadas y el chico me ofreció probar la suya. Le dije que no y me preguntó por qué. Pensé: “Oh, no, aquí vamos”. Le expliqué mi condición, y me ghosteó después de esa cita. Le pregunté si decirle la verdad era la razón, pero nunca me contestó. Me decepcioné bastante.
Pero luego tuve mejores experiencias, tanto con personas que estaban de acuerdo con el hecho de que tenía herpes, como con personas que no, pero fueron honestas y respetuosas al decírmelo. Luego, en la primavera de 2019, conocí a Miles.
Miles: Antes de que nos conociéramos yo ya sabía un poco sobre las enfermedades de transmisión sexual, incluido el hecho de que hay muchos tipos de herpes. Definitivamente sabía que había un estigma social al respecto; crecí escuchando a la gente reírse de eso, como si fuera algo de lo que avergonzarse. Pero nunca vi con malos ojos a alguien solo por haber contraído una ETS. Sabía que el herpes no perjudicaría mi salud si alguna vez lo contraía. Creo que muchas personas no están informadas sobre el herpes, entonces lo ven como algo que rebaja el estatus social de una persona sin siquiera pensarlo.
Robin: ¿Cuándo te conté sobre mi condición?
Miles: Después de nuestra segunda o tercera cita, creo.
Robin: Le envié un mensaje explicándole mi condición, porque siento que tengo que ser honesta al respecto lo antes posible. Me senté junto a mi teléfono durante toda la tarde esperando una respuesta, pensando en todos los resultados posibles y tratando de convencerme a mí misma de que si resultaba que no estaba de acuerdo, lo bueno es que vería quien realmente era desde el principio. Si no podía aceptar algo tan insignificante como el herpes, ¿qué más no aceptaría?
En la mañana me llegó un mensaje que decía: “¡Lo siento mucho, ya estaba dormido cuando me escribiste! No me importa. Me gustas por lo que eres y quiero ver a dónde van las cosas, para que podamos hablar más sobre esto, pero no me iré por eso”.
Miles: Había una gran conexión. Para mí, el herpes no es gran cosa. Hay formas de evitarlo. No iba a impedir que siguiera con una posible relación.
Robin: La próxima vez que nos vimos, le expliqué mis síntomas y el tratamiento que llevaba y lo que creía que teníamos que hacer para estar seguros durante el sexo. En ese entonces, pensaba que tenía que usar condón cada vez que tuviera sexo con penetración, así que le dije que no era negociable porque no quería ponerlo en riesgo. Más allá de eso, le dije: “Quiero que confíes en mí para que cuando tenga un brote te diga y no tengamos relaciones sexuales durante ese tiempo. Quiero mantener abierta esa línea de comunicación y que sepas que estoy anteponiendo tu salud y seguridad. Quiero hacer todo lo que pueda para evitar transmitirte esto”. No quería que él pasara por lo mismo que yo.
Miles: Siempre me ha gustado usar protección, no por las ETS; sino para no embarazar a alguien accidentalmente. Solo había tenido sexo sin condón dos veces antes de esta relación, y en ambas ocasiones, nos llevamos un susto. Pasar un par de días o semanas sin sexo nunca me ha molestado cuando estoy en una relación. Al final del día, quiero que la persona con la que estoy se sienta cómoda, así que si no se sienten cómodas teniendo relaciones sexuales por cualquier motivo, yo tampoco. Le dije a Robin que confiaba en ella y que realmente no me preocupaba contraer herpes.
Robin: El sexo oral también parecía complicado porque mucha gente no usa protección para eso. Recibir sexo oral parecía imposible. No sabía cómo abordarlo de manera segura; pensé que tal vez no lo volvería a recibir nunca más.
No pensé que dar sexo oral fuera un problema hasta que una pareja anterior me acusó de transmitirle el herpes de esa manera. No tenía ninguna prueba de que yo fuera quien lo contagió, o de que fuera por tener sexo oral, pero aún así me daba miedo.
Al final acordamos que tendríamos sexo oral y lo haríamos sin condón, siempre y cuando le comunicara cuando tuviera un brote y tomara mi medicación. También dejamos de usar condones durante el sexo después de un tiempo.
Miles: Cuando empezamos a tener sexo sin protección, al principio Robin siempre me preguntaba si estaba seguro de que quería hacerlo y me recordaba los riesgos. Le decía: “Estás tomando tu medicación para reducir los riesgos y sé que no estás en un brote. No me preocupa”.
Robin: Cuando deconstruyes el herpes y simplemente lo evalúas médica y físicamente, es básicamente el equivalente a tener un grano en la boca o los genitales. No va a afectar tu salud. Los efectos psicológicos y sociales son realmente las partes más importantes y de mayor impacto.
Cuando recién me diagnosticaron, me costaba trabajo no sentirme como un virus gigante y andante. Siempre me sentí orgullosa de poder explicarle los riesgos a las personas, para que pudieran tomar una decisión buena e informada acerca de tener sexo, y si les daba herpes, sabría que yo hice todo lo posible. A veces, durante el sexo, el miedo a transmitírselo a la otra persona se metía en mi cabeza: “Ay no, ¿y si estoy al inicio de un brote? ¿Y si no vi bien y lo contagio?”. Se volvía tan abrumador que no podía seguir, aunque tratara de concentrarme en las sensaciones del momento, tenía que detenerme por completo.
Incluso ahora, sigo teniendo esos pensamientos a veces. Miles es muy bueno porque me asegura que mi herpes no afecta la forma en que me ve sexualmente, lo que me ayuda a pensar menos en eso la próxima vez que tenemos sexo. Pero cuando no puedo actuar en el momento, simplemente no me es posible regresar al sexo.
Miles: Definitivamente me doy cuenta cuando Robin tiene esa mentalidad. Puedo sentir que todo su cuerpo se tensa, como si estuviera muy estresada, y veo que sus ojos comienzan a mirar a su alrededor para ver otras cosas. Siempre me detengo, veo si está bien y le aseguro que no la culparía por contagiarme, ni la dejaría por eso.
Robin: Incluso teniendo mi herpes bajo control, aún hay momentos en los que no podemos tener sexo por los brotes ocasionales. Pero el sexo oral y con penetración no son las únicas formas en que las personas pueden obtener placer el uno del otro. Muchas personas se masturban mutuamente, pero para nosotros, estar físicamente cerca, como abrazarnos, suele ser suficiente.
Miles: Sí, de hecho creo que esos momentos en los que no podemos tener sexo fortalecen nuestra relación. Reafirma que podemos tener intimidad más allá del sexo.
Robin: Al comienzo de nuestra relación, me sentía inhumana e indigna del sexo. Estar con Miles me ha ayudado a confiar en que otras personas pueden aceptar esta condición. Hay días en que ni siquiera pienso en que tengo herpes. Es uno de los problemas menos graves de mi vida.