Todas las fotos son cortesía de Discogs.
La mayoría de las grandes compañías del mundo tienen un buen mito sobre su creación. Nike comenzó en la cajuela del coche de Phil Knight. Apple, Google y Amazon, todas comenzaron en un garaje. Discogs –la base de datos de catalogación musical y mercado fundado en el 2000 por Kevin Lewandowski– tiene una historia de origen similar, aunque más apretada. Comenzó en un closet.
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“En esa época, estaba viviendo en un edificio residencial que tenía acceso gratuito a internet T1, así que hablé con la administración y dijeron que estaba bien”, dice Lewandowski, el fundador y presidente de 42 años de Discogs, durante una videollamada desde la sede de la compañía en Portland, Oregon. “En un punto, el servidor fue movido al closet del apartamento del administrador. Una vez pateó por accidente el cable de alimentación. Eventualmente lo moví a un lugar más estable”.
17 años después, la oficina de Discogs se parece más a tu típica start-up de tecnología, con maquinitas, pop art en las paredes y un DJ booth equipado con su propia colección de discos. Aunque no venden teléfonos, resultados de buscadores ni tenis, son líderes de mercado en su propio espacio: categorizar, archivar y facilitar la venta de vinilos –admás del CD, casete o DVD ocasional– a través de una comunidad alimentada por sus leales usuarios.
¿Te da curiosidad saber quién cortó la pasta del disco seminal de Daft Punk, Discovery? ¿Estás buscando gastar $15000 en un álbum raro de Prince, como lo hizo un comprador el año pasado, encabezando los reportes de venta anuales de la compañía? Discogs es el lugar. Desde su creación, los usuarios han construido una de las bases de datos más completas y admirables de la historia de la humanidad.
Discogs no muestra señales de bajar la marcha. Solo en el 2016, su base de datos creció un 12%, elevando su número total de ítems a más de 8 millones; también fue un año de nuevos récords de ventas, con 6691144 vinilos vendidos, y un incremento del 26% de todos los formatos. De acuerdo a la compañía, algunas disqueras incluso se basan en sus reportes anuales para saber qué discos de sus catálogos valen la pena reeditar.
Habiendo dicho eso, usar el servicio puede ser desalentador. Quienes venden o introducen los datos discográficos de un trabajo musical –conocidos en el slang de Discogs como “remitentes”– deben seguir una estricta serie de normas que dictaminan cómo evaluar la calidad de tu música usando el estándar de puntuación Goldmine (a los vendedores también se les cobra una tasa de 8% sobre cada compra). Por otro lado, los compradores tienen un número abrumador de títulos musicales que filtrar –algo peligroso para nuestras cuentas bancarias y cordura personal. Los usuarios que se sienten un poco indecisos pueden poner un título en su lista de deseos para monitorear las fluctuaciones de precio, o simplemente dejarlo en el carrito de compras hasta estar listo para comprarlo –corriendo el riesgo de que alguien más puede comprar ese disco primero.
A pesar de que puedes comprar de todo en Discogs, desde una edición japonesa de un álbum de los Rolling Stones hasta el último lanzamiento de Rihanna, la compañía comenzó como un destino para la música dance. O para ser más exactos, como uno para los coleccionistas clavados y amantes de la música dance –el tipo de güeyes que pagaría $80 por tres tracks del productor de house de Detroit, Andrés, cuyo EP del 2012, New For U, fue el primero en la lista de ventas en todo el sitio en el 2013. El disco de Andrés se vendió 500 veces ese año; eso te da una idea de cuántas personas están pagando un buen varo por música que el consumidor promedio no puede identificar. “Hay una cola larguísima de todo tipo de cosas que nadie nunca ha oído antes”, dice Lewandowski.
No es sorpresa que algunos de los primeros miembros del equipo, como el escocés Nik Kinloch, sean fanáticos del house y el techno. Después de trabajar brevemente en un sello de ghetto tech de Detroit, Nik –un usuario temprano de la página– le envió un email a Lewandowski para expresarle su interés en formar parte del equipo en el 2002. Ha sido director de producto desde entonces, y su entrada orgánica a la compañía es una señal de su vibra perenne de nutrirse directamente del público.
En la década siguiente, el equipo se expandiría e incluiría gente como Chad Dahlstrom, un exempleado de la distribuidora musical independiente CD Baby que se convirtió en el jefe de operaciones de Discogs en 2014. Para ese entonces, Discogs había abierto sus puertas a casi cualquier género musical existente. Ron Rich, quien califica su copia de la primera edición de Kid A, de Radiohead, como su disco más preciado –y que consiguió en Discogs, por supuesto– se unió hace apenas dos años como jefe de marketing. Discogs prospera gracias a sus búsquedas de archivos –la gente que tiene un disco muy específico en mente quiere o saber más sobre él o comprarlo. Por esa razón, la compañía no necesitó la mercadotecnia por años; su producto literalmente se vendía solo.
Hoy en día, Discogs tiene una aplicación que usualmente verás a la gente usar para buscar la “tasa de salida al mercado” de un vinilo que encuentren en las tiendas de discos –muchas veces para el disgusto de sus dueños gruñones. (Como muchas de sus actualizaciones a lo largo de los años, la aplicación fue solicitada por los usuarios). También adquirieron recientemente una serie en curso de eventos y una feria de discos, donde los mejores selectors del mundo ponen discos entre compradores y vendedores, y continúan fascinando a los amantes de la música con una variedad de números de ventas sorprendentes. En la siguiente entrevista, platicamos con Lewandowski, Dahlstrom, Rich y Kinloch sobre la fascinante evolución de la compañía de un refugio básico para fanáticos del techno obsesionados con la data a un gigante de la industria.
THUMP: Kevin, leí en el New York Times que comenzaste la compañía principalmente como una forma de categorizar tus propios discos de techno. ¿Qué papel jugó tu afinidad por coleccionar discos en la creación de Discogs?
Kevin Lewandowski: Estaba cursando mis últimos dos años de la universidad cuando comencé a comprar discos. Cuando me gradué, compré platos y comencé a poner música. Esto fue alrededor del final de los 90 –antes de que hubiera foros de internet– y estaba en un par de listas de correo sobre música donde hacía preguntas sobre cosas como catálogos o pseudónimos de artistas. Toda esa información simplemente se intercambiaba manualmente a través de emails, parecido a lo que ocurre en las tiendas de discos. Había habido conversaciones [entre los usuarios de la lista de correos] sobre una base de datos en línea para esta información. La gente estaba hablando sobre crear un proyecto llamado Trainspotter, el cual iba a ser supuestamente esta base de datos musical impresionante con referencias cruzadas. De hecho partió de un proyecto llamado Hyper Real, una página de archivo del rave; si entrabas ahí, ibas a la sección de discografía y ahí había micrositios.
Intentaron construirlo durante unos tres años [a Trainspotter]; en retrospectiva, tuvo el problema clásico de que había mucha gente involucrada –con demasiadas opiniones– y se hacía poco. Pero la idea de verdad me emocionaba; tenía formación en software y había estado escribiendo código desde que estaba en secundaria, así que estaba interesado en crear algo. Hice el intento y armé algo muy simple. Me tomó unos seis meses, y luego, a finales del 2000, lo lancé [a Discogs].
Además de Trainspotter, ¿había alguna otra página discográfica en internet de la que tuvieras conocimientos?
Lewandowski: Había otra página llamada Amazing Discographies. Tenía la discografía de muchos sellos, pero tenías que enviarle un email al dueño [de la página] y mandarle entradas para que las agregara. No tenían tracklists detallados ni nada. Por lo demás, había un montón de discografías especializadas de artistas. Sé que había una grande de Moby.
¿Cuáles fueron algunos de los hitos tempranos de la compañía que en tu opinión resaltaron?
Lewandowski: El tráfico al principio era muy lento, pero estaba casi duplicándose cada mes alrededor del 2001-2002. No estaba contento con mi trabajo en Intel, y me di cuenta de que no estaría allí por mucho más tiempo, así que me di unos seis meses. Un poco después, le ofrecieron a mi grupo un finiquito voluntario, así que podía obtener el equivalente de unos seis meses de salario si renunciaba. Fue una decisión muy sencilla. Ese fue un gran momento crucial; me dio mucho tiempo para enfocarme [en la compañía].
Luego, Discogs pasó por muchas iteraciones –descifrando cómo hacer dinero y batallando con cómo hacerlo evolucionar de una cosa underground para coleccionistas a un negocio. Hice un servicio para miembros premium donde podías pagar unos $12 al año para tener opciones avanzadas, y lo quité un par de años después; no fue muy popular. Cuando salió Google AdSense, eso me proporcionó como unos $3000 al més, que era lo que necesitaba para pagar todas las cuentas y quedar tablas. Tomó unos nueve meses para llegar al punto del autosustento. Cuando lanzamos el mercado al final del 2005, quedó bastante claro en el primer año que se convertiría en algo grande, y que ahí era donde teníamos que enfocarnos en cuanto a ingresos.
Cuando lanzamos el mercado al final del 2005, quedó bastante claro en el primer año que se convertiría en algo grande –Kevin Lewandowski, fundador y presidente de Discogs.
¿Qué generó la creación del mercado?
Lewandowski: Los usuarios lo pidieron. Ya había funciones de “colección” y de “lista de deseos”, y mucha gente pedía una lista de “vender”, solo para tener una lista de las cosas que estaban vendiendo. También noté que había muchas compras y ventas ocurriendo tras bambalinas a través de mensajes privados y de emails. La gente hasta había creado cuentas con nombres interesantes como “todo en esta colección está a la venta”, y hackearon el sistema de puntuaciones para indicar el precio. Así que si el disco tenía 5 estrellas de 5, costaba $10; si tenía 4 de 5, costaba $8. La gente quería una manera de comprar y vender discos. Amazon y eBay ya existían, pero no eran en realidad lo que son hoy en día.
¿Cómo se enteraba la gente de la empresa en ese entonces?
Nik Kinloch: La comunidad era algo puramente de internet –todos casi que se conocieron en Discogs, y todos estaban muy, muy comprometidos. Creo que nuestros usuarios todavía están muy comprometidos con la noción de Discogs, de catalogar toda esta música que todos aman, y compartir eso. Mucho del tráfico son personas buscando y encontrando cosas.
Char Dahlstrom: Búsquedas de archivos.
Lewandowski: Era un tráfico totalmente orgánico. Nunca tuvimos mercadeo hasta que [Ron] llegó hace un par de años. Todo este contenido es tan único, y no hay muchos otros lugares donde lo puedas encontrar.
Kinloch: Creo que otra cosa muy importante que ocurrió fue cuando nos cambiamos de tener solo música electrónica a tener todos estos otros tipos de música. Tomó algunos años para agregar todas las categorías musicales. Creo que eso probablemente se alineó con el comienzo del mercado, cuando finalmente tuvimos todo.
Lewandowski: Puse esa restricción de electrónica al principio porque era abrumador si no se hacía, y porque técnicamente es mucho más difícil catalogar jazz y música clásica. La estructura de la información [en la música electrónica] era mucho más simple. Creo que esa fue probablemente una de las razones por las que Discogs despegó y Trainspotter no: estaban apuntando a este proyecto más grande, y nosotros teníamos un enfoque mucho más pequeño.
¿Notaste si cambió el tipo de personas que usaba la página mientras abrías el sitio a muchos más géneros?
Kinloch: No fue un cambio tan grande el ir de electrónica a rock. Creo que a la gente sí le gusta la música de varios géneros. [Discogs] perdió un poco de esa pandillería, lo cual honestamente considero bueno. Es como, “Sí, sólo me gusta el techno sueco y no escucho nada más”. Esa mentalidad se vuelve un poco rancia después de un tiempo.
Lewandowski: La música electrónica fue nuestro núcleo por dos años enteros. Eso creó una base de usuarios que era interesante, y que expandió la base de datos [en base] a sus gustos. A las personas a quienes les gustaba la electrónica también les podía gustar el industrial, por ejemplo, lo que lleva al rock. El rock tomó el control el año pasado; Rumours [de Fleetwood Mac] fue nuestro más vendido, y luego Dark Side of the Moon [de Pink Floyd]. Un par de años antes fue Lazaretto de Jack White. Así que bueno, ha habido una suerte de cambio en el que la música rock ha reemplazado a la electrónica como la base de nuestras ventas.
Dahlstrom: Ciertamente hay nuevos retos –tienes grindcore [risas], tienes cosas que desearías no ver. Indudablemente hemos tomado una postura donde, al menos desde nuestra perspectiva, si algo está lleno de odio o es ofensivo, no dejaremos que sea vendido. Como la supremacía blanca –ves [música que cruza] la línea, y esa es la clase de cosas de las que no nos queremos beneficiar. Es un archivo, ha pasado; hacemos lo de la base de datos, así que todo lo que ha ocurrido está ahí.
¿Qué rol ha jugado Discogs en la evolución del vinilo?
Lewandowski: Discogs ha crecido cada año, así que junto a ese asenso del interés hacia el vinilo, hemos continuado [creciendo] también. Creo que no encajamos en la música mainstream, sino en el sentido del coleccionista. Cuando la gente quiere profundizar y aprender más sobre los productores oscuros de esos discos, ahí es cuando van a Google y descubren Discogs, y comienzan a comprar cosas más raras.
Dahlstrom: Es la razón por la cual ahora hay 50 personas aquí en vez de 16. La gente nos ha preguntado cuál es nuestro lugar [en el mercado de los vinilos]. No los estamos produciendo –es el mercado el que ha decidido que los quiere. Pero diría que fuimos una parte determinante en mantenerlo vivo.
Diría que fuimos una parte determinante en mantenerlo vivo [al vinilo] –Chad Dahlstrom, jefe de operaciones de Discogs.
¿Crees que esta tendencia masiva de que las disqueras grandes editen vinilos sea una burbuja?
Dahlstrom: Pensamos mucho en eso. Reeditar es ciertamente parte de eso, pero luego ves a los indies y ves cuántas personas están usando plantas de prensa de vinilos, y lo ocupadas que están. Solo puedo predecir hasta cierto punto, pero parece que las cosas están se están moviendo en la dirección correcta. Estuvimos hace poco en Holanda, donde la gente está convirtiendo las prensas de CDs en prensas de vinilos. En general, la industria [del vinilo] está ocupada.
¿Qué tipo de relación tienen con las disqueras?
Dahlstrom: Hablamos mucho con las disqueras. Una vez estuve en una conferencia tecnológica en San Francisco, y hablé con un tipo de Warner/Atlantic; me dijo que usan Discogs para ver su catálogo en lugar de consultar su propio catálogo interno. Acabamos de contratar a este chico, Jeffrey Smith, quien ha sido promotor musical por 15 años, para desarrollar más esas relaciones. Queremos que los sellos estén involucrados. Queremos que nuestra data sea rigurosa. Si quieren vender a través de nosotros, eso también sería genial.
Lewandowski: Sí, todos [los sellos] usan Discogs. Pero hemos tomado la postura de no importar catálogos al mayor.
Dahlstrom: Desde la perspectiva [de una disquera], somos como la piedra angular del mercado de vinilos. Si yo fuera ellos, preferiría vender un LP que ponerlo en stream, porque obviamente van a hacer más dinero por unidad de esa manera.
Ron Rich: Eso mismo es la data. Muchos de los sellos pueden ingresar, buscar y ver el lanzamiento más coleccionado de un artista, su lanzamiento más deseado. Así que las disqueras vendrán a ver la data para decidir qué discos quieren reeditar.
El sobreprecio es un tema que sale mucho a relucir cuando se habla de Discogs y el mercado de vinilos. ¿Han aprendido a manejar eso?
Lewandowski: He escuchado teorías de que Discogs quiere aumentar los precios y todo tipo de cosas, pero no tenemos nada que ver con los precios. Los vendedores pueden marcarle el precio que quieran a sus cosas, y los compradores pueden decidir qué pagar.
Kinloch: Capitalismo puro.
Lewandowski: Es un mercado abierto.
Dahlstrom: No voy a mencionar nombres, pero algunos otros mercados ven un producto que está vendiendo mucho y van y lo producen ellos mismos, le cambian el precio y tal vez lo envían gratis directamente. No estamos haciendo nada de eso. No estamos tomando la data e influenciando el mercado de ninguna manera. Es más, las tiendas de discos se meten en internet y ponen los precios directamente de Discogs. ¿Alguien ha entrado a una tienda de discos con la aplicación [de Discogs] y ha dicho, “Puedo comprarlo en Discogs a este precio, así que, ¿qué estoy haciendo aquí?”, y las tiendas de discos se enojan a veces por eso? Seguro. Tenemos una plataforma, pero, ¿tenemos alguna influencia sobre ella? No. Solo hace lo que haga el mercado.
Lewandowski: Las quejas más grandes que he visto sobre los precios de Discogs suelen ser de vendedores o compradores que quieren comprar algo barato y luego pedir un montón de dinero. O vendedores que ya no pueden ganar lo que ganaban antes porque ahora los precios son abiertos.
¿Con qué frecuencia ven compradores sin experiencia usando Discogs, a diferencia de coleccionistas de discos más serios?
Lewandowski: La mayoría de nuestro tráfico es solo gente merodeando. Hay 10 millones de personas visitando la página cada mes, y tenemos 3 millones de usuarios.
Rich: Es un agujero de conejo. Alguien podría venir a ver de qué se trata Dark Side of the Moon, y luego encontrarse viendo todo lo demás que [David] Gilmore ha tocado. Así que, en términos de esa barrera de entrada, es un poco como una modalidad de “escoge tu propia aventura” en ese punto, ¿no? Nadie está asechándote ni gritándote órdenes, pero tampoco hay nadie que te lleve de la mano.
Kinloch: Hace falta un poco de conocimiento para enviar e incluso para entender el sitio, y tenemos páginas y páginas de documentos de ayuda sobre cómo introducir data. El que la gente haga eso es realmente un trabajo por amor al arte. Pero lo que hace que Discogs sea increíble es que la gente es apasionada por la información, que en serio se sentarán y dedicarán su tiempo a construir el sitio. Tenemos más de 8 millones de lanzamientos ahí; creo que ahora tenemos más páginas que Wikipedia.
Lewandowski: Varía de personas que quieren ser mentores a cascarrabias que se enojan cuando metes [la información] mal. El remitente principal de hecho trabaja para nosotros, y parte de su trabajo es instruir y tratar de que la gente salga de la mentalidad de “envié algo mal y nunca más quiero volver a tocarlo [a Discogs]”.
¿Quién es el remitente principal?
Lewandowski: Su nombre es Brent. Su nombre de usuario es Diogenes the Fox. Se me olvidan cuántas entradas ha hecho. ¿30000, tal vez? Tuve una plática con alguien hace un tiempo sobre nuestros discos más extraños y más oscuros. Creo que el mío era uno llamado “Sound of Steam”, que eran solo grabaciones de locomotoras de vapor de los 50. Así que lo busqué y, efectivamente, había sido enviado por Brent.
Dahlstrom: Él tiene una especie de mentalidad altruista. Por ejemplo, si tal disco no se guarda en la base de datos, ¿en realidad existió? Se pondrá raro e irá a comprar esta colección de discos de aerobics de finales de los 70.
¿Cuáles son algunas de las cosas que Discogs tiene en puerta?
Lewandowski: Me he estado enfocando también en lo que llamamos nuestros metaproyectos. Como aplicar el concepto de Discogs a otras cosas. Comenzamos [la base de datos de equipos musicales] Gearogs, porque los equipos son muy cercanos a los discos. Lanzaremos un mercado en abril.
Dahlstrom: De nuevo, le preguntamos a la comunidad y dijeron, “Nos encanta la forma como [Discogs] cataloga las cosas; también queremos catalogar estas cosas”. Además compramos el proyecto Crate Diggers, así que estamos tratando de hacer más cosas tipo convenciones de discos –salir y hablar con la gente. Queremos mantener eso vivo, mientras intentamos crear nuestra propia versión. Todos hemos estado en una convención de discos en el sótano de una iglesia, y eso no tiene nada de malo, pero estamos intentando celebrar el concepto de comprar y vender en vivo, y acceder a esos géneros y esas áreas en las que no tenemos mucha música, a nivel mundial. ¿Qué tan completa es nuestra sección de J-Pop? ¿Qué tan completa es nuestra sección de jazz cubano? Tenemos la página en más idiomas y también estamos abriendo las traducciones a la gente.
Kinloch: Otra pieza del rompecabezas es el lado de la data y cómo podemos mostrar la información de las personas en formas diferentes. Tenemos todos estos lanzamientos con sus tracklists como texto simple, pero no hacen nada, así que lo que estamos intentando hacer es promover data de primera clase para que podamos conectar tracks, examinar la musicología de su origen, quién los escribió, qué otras versiones existen, cómo han cambiado a lo largo de los años, cómo han sido remasterizados –todo ese tipo de metadata. Todavía no lo hemos descifrado por completo, pero hay más de cien millones de tracks en nuestra base de datos, así que extraer toda esa información y luego entrelazarla es un trabajo tremendo. Va a ser muy divertido para la gente que está interesada en eso.
¿Cuál ha sido la entrada más extraña que han visto en la página?
Lewandowski: No sé si quiero que salga en el artículo.
Kinloch: ¿El lanzamiento en papel de lija de Aphex Twin? No sé si dejamos que entrara o no. Hay toda clase de cosas raras. Creo que alguien sacó algo en un cilindro de cera el año pasado. También hemos tenido que delimitar qué es un lanzamiento propiamente dicho que las personas puedan poner a sonar, y qué es un truco. Eso tiende a inclinarse hacia el arte, donde alguien toma un casete, le graba algo y luego lo destroza con un martillo, lo pone en una bolsa y lo vende. Supongo que ponemos el límite; tienes que poder escucharlo.
Dahlstrom: Alguien [una vez] “puso a sonar” un árbol.
Kinloch: ¿Saben de lo que se comentaba de los vasos egipcios? La idea era que cuando estaban haciendo estos vasos, los rotaban y les hacían una espiral con una caña. Alguien tuvo la idea de que podía haber algún sonido grabado en esos vasos. Creo que no funcionó, desafortunadamente.