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Así manejo los efectos secundarios sexuales de la diabetes

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Según algunas estimaciones, más del 9 por ciento de la población mundial se ve afectada por la diabetes, un término general que incluye diferentes afecciones que comparten una disfunción en la forma en que el cuerpo produce o reacciona a la insulina, una hormona que secreta el páncreas y que regula la cantidad de azúcar en la sangre. Aunque la diabetes es una de las afecciones crónicas más comunes en el mundo, el personal médico y de investigación pasa por alto muchas de las consecuencias que tiene en la vida de las personas, especialmente si esas consecuencias tienen que ver con el sexo.

Los problemas sexuales asociados con la diabetes no son raros ni insignificantes. De hecho, muchos de los síntomas comunes de la diabetes pueden afectar de manera significativa la vida sexual de una persona. Los niveles excesivos de azúcar en sangre (hiperglucemia) relacionados con una diabetes no tratada o desatendida pueden provocar confusión mental, fatiga, sed extrema, visión borrosa, náuseas y dificultad para respirar. Los niveles demasiado bajos de azúcar (hipoglucemia), vinculados a tratamientos inadecuados para la diabetes, pueden provocar confusión, fatiga, problemas de visión, ansiedad, temblores, sudoración y, en casos extremos, convulsiones. Ambos estados hacen que sea muy difícil experimentar algún tipo de excitación sexual y, más aún, tener relaciones sexuales.

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Más específicamente, muchas personas con diabetes reportan tener problemas relacionados con la libido, la excitación, las sensaciones y el orgasmo; además, de desarrollar frecuentemente infecciones del tracto urinario y fúngicas, así como problemas relacionados con la vejiga, como incontinencia. Las personas con pene pueden sufrir de eyaculación retrógrada, que es cuando el líquido seminal fluye hacia la vejiga en lugar de salir del cuerpo; también tienen un alto riesgo de desarrollar la enfermedad de Peyronie, que causa una curvatura extrema y dolorosa del pene. Aquellos que usen monitores de azúcar o bombas de insulina debe tenerlos en cuenta durante los movimientos que hagan al tener sexo y asegurarse de que permanezcan en su sitio. Aunque un tratamiento eficaz puede mantener a raya muchas de las complicaciones de la diabetes, algunas persisten.

La falta de atención a estas condiciones es un problema enorme, dado que es muy difícil para una persona descubrir por sí misma cómo manejarlas, peor aún si varios de los efectos no desaparecen con el tratamiento básico. Por ejemplo: una libido constantemente baja podría reflejar ansiedad, depresión y problemas de autopercepción relacionados con el hecho de vivir con diabetes. O podría deberse a daños en el sistema circulatorio. O ser un efecto secundario de los medicamentos. Cada una de estas causas requiere un tratamiento distinto.

Hay grupos de activistas que durante mucho tiempo han intentado llenar estos vacíos difundiendo información sobre las consecuencias sexuales de la diabetes, a menudo con consejos detallados y estructurados sobre cada problema en específico. Pero los testimonios de parejas que experimentan juntos una vida sexual con diabetes aún son pocos. VICE habló con Laura Bull, quien tiene diabetes tipo 1, y su pareja, James Harrod, sobre cómo manejan la diabetes y el sexo.


Laura Bull: Me diagnosticaron diabetes hace cinco años. Tenía infecciones recurrentes del tracto urinario de las que no podía deshacerme. Entonces, por consejo médico, me hice una prueba de azúcar en sangre. Los niveles eran cuatro veces superiores a la norma, por lo que me recetaron inyecciones de insulina.

Noté que también tenía otros síntomas de la diabetes y comencé a tomar nota de ellos: los carbohidratos me provocaban sueño, así que dejé de comerlos. Perdí mucho peso, pero pensé que se debía a mi nueva dieta. Bebía varios litros de agua en el trabajo, pero pensé que era consecuencia de las infecciones urinarias. Todas estas cosas se habían vuelto parte de mi normalidad, pero yo en realidad no estaba bien.

James Harrod: Empezamos nuestra relación dos meses después del diagnóstico. De hecho, hablamos sobre la diabetes en nuestra primera conversación en Tinder. Me gusta hornear, así que le dije: “Te haré un pastel algún día”. Y Laura respondió: “Tengo diabetes, no puedo comer pastel”.

Laura: En ese momento, todavía pensaba que tener diabetes significaba no poder comer cosas como pasteles (lo que no es del todo cierto). Siempre he hablado abiertamente de mi salud, a pesar de que muchas personas tratan de ocultar ese tipo de problemas, sobre todo en las primeras citas.

En nuestra segunda cita salimos a comer y yo recientemente había empezado a ajustar la insulina en función de lo que quería comer, lo que básicamente consiste en contar los gramos de carbohidratos que hay en lo que sea que comas. Nos comimos una pizza gigante.

James: Fue una pizza realmente sabrosa…

Laura: Pensé, no tengo idea de cuánta insulina necesito inyectarme para comer esta pizza. Entonces, James dijo rápidamente “son 120 gramos de carbohidratos”, porque estaba acostumbrado a contar los macronutrientes como parte de su rutina para el gimnasio. En las citas posteriores, él calculó los carbohidratos y las dosis de insulina para las comidas que cocinamos juntos sin ni siquiera tener que pedírselo. Desde el principio, él se involucró bastante en el manejo de mi diabetes. Hizo todo lo que pudo para hacerme la vida más fácil.

James: Como pareja de una persona con diabetes, o que tiene una discapacidad o una enfermedad crónica, debes hacer preguntas e investigar. Es una gran carga el que una persona deba manejar una discapacidad por su cuenta cuando está en una relación. Sé que no puedo ser tu páncreas…

Laura: [Risas] ¡Pero lo intentaste!

James: Pero hago lo que puedo. Honestamente, eso también facilita mi vida. Cuando aún no vivíamos juntos, pasar una tarde o una noche juntos siempre era más agradable para los dos si tus niveles de azúcar estaban bien. Al comienzo de nuestra relación, cuando íbamos a tener sexo, a veces tenías una elevación o caída en el azúcar, y eso nos obligaba a parar.

Laura: Al principio, también tenía miedo de las infecciones urinarias, debido a la frecuencia con la que las padecía antes de mi diagnóstico. Unos meses después del comienzo de nuestra relación, tuve problemas de resequedad y dolor y, por lo regular, el sexo terminaba provocándome una infección urinaria. Hubo un momento en el que pasábamos entre seis y ocho semanas sin sexo para que pudiera recuperarme de esas infecciones.

James: Nunca hemos tenido una conversación importante sobre esto. Es un proceso orgánico. Decimos “Ok, tuvimos sexo y ahora tienes una infección, ¿cómo evitamos que vuelva a suceder?” O, “tuviste una baja de azúcar durante el sexo. La próxima vez, nos aseguraremos de tener algunos dulces junto a la cama”.

Laura: Somos físicamente activos; antes de la pandemia, íbamos juntos al gimnasio. Nuestra comunicación posterior al sexo es similar a la que tenemos después de cualquier actividad física. Siempre me siento cómoda diciéndole a James lo que sea que necesito. Como, “Necesito un descanso. Necesito comer algo dulce”.

Generalmente, cuando bajan mis niveles de azúcar, el deseo de seguir teniendo relaciones sexuales desaparece; tiemblo, no puedo concentrarme y la lengua se me traba o empiezo a decir cosas raras. En ese punto, simplemente nos detenemos por completo.

James: A medida que mejoró el control de su diabetes, los picos y las caídas de la glucosa en sangre, así como las infecciones del tracto urinario, se volvieron más raros. También hemos cambiado nuestra dieta por una más saludable y bebemos más agua.

Laura: Sin embargo, las infecciones urinarias se volvieron difíciles de evitar. Desarrollé rituales como lavarme inmediatamente después del sexo.

James: Esto afecta un poco nuestra intimidad, porque si Laura siempre va al baño justo después del sexo, no podemos acurrucarnos juntos. Por lo regular tenemos sexo en la noche, entonces para cuando ella termina de lavarse y vuelve, yo suelo estar dormido. [Ambos se ríen]

Laura: También tomo antibióticos y tabletas de arándano durante un par de días después del sexo. No puedo comer nada demasiado azucarado después de tener relaciones sexuales o aumentaría el riesgo de infección. Y tenemos a mano una gran cantidad de lubricantes para combatir la resequedad.

James: A veces, la diabetes aún limita los momentos en que podemos tener sexo. Por ejemplo, si tiene un día con muchos desequilibrios glucémicos, simplemente evito iniciar porque no quiero agregar variables a un cálculo que ya de por sí es difícil.

Laura: Generalmente estoy lista para irme a dormir a las 9 p.m., debido a toda la energía que uso para controlar y planificar mi vida en torno a la diabetes. En los días malos, incluso me duermo a las siete de la tarde. A veces, simplemente no tenemos oportunidad alguna de tener sexo después del trabajo.

James: Ha habido días en los que Laura ni siquiera quiere intentar tener sexo, porque teme afectar sus niveles de azúcar en sangre.

Laura: Aproximadamente un año y medio después de mi diagnóstico, pasé de las inyecciones a usar una bomba de insulina. Esto me ayudó mucho a mantener estables mis niveles de azúcar. Tengo bastante autoestima, por lo que no es un problema para mí que la bomba sea visible. Pero aún debo estar pendiente del tubo y la aguja en mi cuerpo. No quiero recibir un golpe y que la aguja se entierre más de lo debido o que el tubo se enrede y sufra algún desperfecto.

James: De hecho, controlar continuamente su glucosa era más problemático que prestar atención a la bomba.

Laura: [Risas] Sí, ni siquiera creo que sepas de qué lado de mi cuerpo está.

James: ¡Bueno, es que la cambias cada semana!

Laura: Es cierto. Sin embargo, debes tener cuidado de no romperla.

James: Con la bomba, si estamos en medio del sexo y notamos que se ha desprendido, debemos detenernos y averiguar en que momento sucedió y cuánta insulina perdió. Es fácil que al girar o movernos r´apido se salga la aguja o que, al intentar sujetar a tu pareja, jales el tubo con uno de tus dedos. Lamento ser un poco torpe en este sentido.

Laura: [Risas] Bueno, yo también soy torpe, así que…

James: Probablemente, con respecto a ese punto, le debemos nuestra vida sexual a la banda que usas.

Laura: Tengo una pequeña banda en la que escondo y protejo la bomba.

James: Incluso cuando no tenemos sexo con penetración, ya sea por la diabetes o por cualquier otra razón, sabemos cómo encontrar alternativas. Por ejemplo, el sexo oral implica menos complicaciones para nosotros.

Laura: Pasamos directo al sexo oral si queremos tener intimidad pero, por la razón que sea, no estamos seguros de poder manejar las consecuencias del coito.

James: O encontramos otras actividades que podemos hacer juntos y no involucran el sexo, como cocinar o ver una película. Salir a cenar juntos siempre nos hace sentir románticos y especiales.

Laura: Nos complementamos muy bien. Somos un excelente equipo. Nos amamos mucho. Nuestra conexión nunca está en duda, incluso cuando no podemos tener intimidad física. ¿Y sabes qué? Estar juntos durante casi un año durante la pandemia, ha servido para mejorar nuestra capacidad de diálogo. Nuestra vida sexual ha sido toda una odisea, pero siempre encontramos la manera de solucionar las cosas juntos.