Así se ve el cerebro en LSD

Este artículo fue publicado originalmente en Motherboard, nuestra plataforma de tecnología.

La reformista en políticas de drogas y condesa de Wemyss Amanda Feilding le hizo una promesa a Albert Hofmann, el “padre del LSD”, cuando se conocieron en los 90: ella llevaría a cabo investigaciones científicas sobre los efectos del “hijo problemático” de Hofmann en seres humanos cuando éste cumpliera 100 años en 2006.

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El lunes se publicó un estudio que honra esa promesa, aunque diez años más tarde: Por primera vez, los investigadores tienen imágenes del cerebro humano bajo los efectos del LSD.

El estudio (publicado por la revista de la Academia Nacional de Ciencias de Estados Unidos), es resultado de años de trabajo realizado por investigadores en la Escuela Imperial de Londres y apoyada por la Fundación Beckley, que creó Feilding en 1998. Allí se revelan algunos de los efectos que el LSD (dietilamida de ácido lisérgico) causa en el cerebro y ofrece una visión más profunda sobre la manera en que las drogas sicodélicas podrían esclarecer la naturaleza fundamental de la conciencia y ser una herramienta terapéutica para tratar desórdenes sicológicos como la depresión y adicciones.

De izquierda a derecha Robin Carhart-Harris, David Nutt y Amanda Feilding. Foto: Fundación Beckley.

“En verdad es un día de mucho orgullo para nosotros y para la ciencia británica; fuimos los primeros en hacerlo y es realmente un sueño hecho realidad”, dijo Robin Carhart-Harris, el investigador principal al presentar sus descubrimientos al lado de Feilding y el codirector David Nutt en un evento de la Real Sociedad de Londres.

En este estudio, los investigadores le inyectaron a 20 voluntarios 75 microgramos de LSD —lo que Carhart-Harris consideró “una dosis moderada”— y tomaron imágenes de sus cerebros utilizando dos tipos de resonancia magnética y magnetoencefalografía. Asimismo, les hicieron preguntas sobre cómo se sintieron con la droga, lo que les permitió establecer conexiones entre lo relatado por los participantes y la actividad que observaron en sus cerebros. Los participantes también se sometieron por segunda vez al mismo procedimiento, pero esta vez se utilizó suero como placebo.

Todos los participantes tenían experiencia previa con drogas sicodélicas así que se les realizaron pruebas de salud física y mental para comprobar si aguantarían la ansiedad de estar quietos en una máquina de resonancia magnética bajo los efectos del ácido.

[Las drogas sicodélicas] son herramientas muy poderosas para comprender esta cuestión tan seria: ‘¿cuál es la naturaleza de la conciencia?’

Los investigadores terminaron con 15 series claras de datos, el resto fueron desechados debido al ruido relacionado con el movimiento, y lo que encontraron ofrece un mirada dentro de los mecanismos cerebrales que se encuentran detrás de dos aspectos definitivos de la experiencia sicodélica: alucinaciones visuales y los efectos en la conciencia, particularmente lo que se conoce como “disolución del ego” o ruptura de la noción del yo, como se le suele nombrar.

Carhart-Harris hizo hincapié en los efectos de la conciencia como algo de interés particular. “Realmente, pienso que por esta razón los sicotrópicos en general, incluyendo el LSD, son especiales”, dijo. “En verdad alteran la conciencia en una manera fundamental, inusual y novedosa, y por esa razón son herramientas muy poderosas para comprender esta cuestión tan seria: ‘¿cuál es la naturaleza de la conciencia?’”

El estudio reveló varias pistas interesantes. Los investigadores se percataron de que en las resonancias magnéticas del cerebro bajo efectos LSD, se reducía la comunicación entre el parahipocampo y las regiones relacionadas con la noción del ser como la corteza retroesplenial.

“Hay una especie de dislocación en este circuito y una desintegración del sistema subyacente a esas funciones”, explicó Carthart-Harris. Aún más importante es la magnitud de este patrón que se ha observado y que está vinculado al índice de disolución del ego en los participantes.

En el artículo, los investigadores comparan el compendio de sus resultados con estudios sobre otros sicotrópicos, como la silocibina. “Se ha vuelto muy evidente la manera en que los sicotrópicos reducen al mismo tiempo la estabilidad y la integridad de redes cerebrales muy asentadas y el grado de separación o segregación entre ellas; esto quiere decir que inducen la desintegración o desagregación de la red”, declara el artículo. Carhart-Harris explicó que esto se debe a que el cerebro se encuentra menos “compartimentalizado” y más “unido” bajo efectos sicotrópicos y eso lo hace funcionar de manera más “simple” o “libre”. En el artículo, él y sus coautores caracterizan este fenómeno como uno donde la actividad cerebral se vuelve más “entrópica”.

En lo que concierne al aspecto visual, los investigadores notaron un aumento en el flujo sanguíneo de la corteza visual y mayor comunicación entre la corteza visual y otras áreas del cerebro durante el experimento con LSD. “También vimos la magnitud en relación con el índice de las imágenes visuales complejas que veían los voluntarios”, dijo Carhart-Harris.

Esto muestra cambios la conectividad funcional del estado de reposo bajo los efectos del placebo y del LSD. Imagen: Carhart-Harrist et al.

Quizá estos descubrimientos parezcan muy encasillados, pero contribuyen a una comprensión fundamental sobre cómo funciona el cerebro y la conciencia. Al mostrar cómo actúa el LSD en el cerebro, también fomentan la investigación sobre el potencial terapéutico de las drogas sicodélicas, que últimamente han tenido una especie de resurgimiento. En su conclusión, los investigadores especulan que los efectos “entrópicos” que se observaron en el experimento con LSD podrían ayudar a detener desórdenes siquiátricos que han ocasionado que el cerebro “se haya enclaustrado en la patología, tal como los comportamientos básicos se vuelven automáticos y rígidos”.

Quizá un hecho tan destacable como los resultados del estudio sea que, después de todo, llegaron a realizarse. Desde que el LSD se volvió ilegal en 1996, ha sido muy difícil usar la droga en investigaciones científicas. Según la clasificación oficial de drogas de Reino Unido, el LSD no se considera una droga de aplicación terapéutica, esto ocasiona que sea particularmente difícil conseguir los permisos requeridos y autorizaciones éticas para realizar realizar pruebas (Fielding, en particular, está organizando campañas para que el LSD entre a la clasificación de drogas aceptadas para uso médico).

Los tabúes sobre las investigaciones con drogas ilegales pueden desalentar a las instituciones de investigación y hacer que sea muy dificil conseguir financiamiento. Incluso conseguir las drogas es difícil; tienen que fabricarse de acuerdo con las medidas necesarias para pruebas científicas y esto supone un proceso costoso con su propio reglamento. En efecto, este estudio de imágenes cerebrales fue financiado en parte por un campaña colectiva.

El neurosicofarmacólogo David Nutt —quien es conocido por sus críticas hacia las políticas de drogas de Reino Unido— declaró que el estudio era “definitivamente lo más significativo que he hecho”. Él notó con ánimo que perder su puesto como asesor de drogas del gobierno en 2009 le dio la oportunidad de apoyar a Feilding para seguir la visión de la investigación sobre sicotrópicos que ella había presentado anteriormente.

Lo que te puedo decir es que, para la neurociencia humana, esto es lo equivalente al descubrimiento del bosón de Higgs.

Feilding por su parte, describió este estudio revolucionario como la “madurez” del descubrimiento de Hofmann. “Si no existieran tantos tabúes en este campo, seguro habríamos ganado el Premio Nobel”, declaró a ella.

Habló de su consumo personal de LSD después de conocerlo en los 60 y de su eterna meta de “reintegrar estos compuestos valiosos en el entramado social y hacer que sus beneficios estén disponibles cuando sea apropiado”.

Hay, por supuesto, muchas preguntas que siguen sin respuesta, y los investigadores están trabajando en otros estudios con sicotrópicos. El más inminente es una prueba clínica para analizar los efectos de la silocibina (hongos mágicos) en pacientes con depresión.

Vale la pena notar que ésta fue una pequeña prueba que se basó únicamente en participantes que ya habían utilizado psicotrópicos, lo cual podía influir en los resultados. Carhart-Harris también señaló que era difícil medir cosas como la disolución del ego, que es muy subjetivo.

No obstante, el equipo espera que publicar este estudio ayude a abrir terreno para nuevas investigaciones. Al publicar sus resultados en una revista de gran prestigio y presentarlos en las eminentes inmediaciones de la Real Sociedad de Londres quisieron dar la impresión de que la investigación con sicotrópicos no es una cuestión de interés superficial, sino de preocupación general.

“Creo que hemos logrado algo que será transformador, al menos eso esperamos”, declaró Nutt. “Si quieres citarme, te puedo decir que, para la neurociencia humana, esto es lo equivalente al descubrimiento del bosón de Higgs porque casi desde que se descubrió el bosón de Higgs hemos sabido que era necesario estudiar los efectos del LSD en el cerebro, pero nadie lo hacía dado que el riesgo de una mala reputación es demasiado opresivo”.

“Lo hicimos, descubrimos percepciones excepcionales y ahora no hay razón para que los otros no lo hagan”.