Así se ven las grandes obras de la literatura sin palabras

La literatura se alimenta de las palabras y sus posibles combinaciones. Las combinaciones, por supuesto, son infinitas.

Pero muy pocas veces uno se detiene a reparar en las pausas y los silencios que acompañan las palabras. Esas pausas y esos silencios ––simbolizados con puntos, comas, puntos y comas, signos de exclamación o interrogación–– son a su vez claves para montar el edificio que forma el texto. Sin esos signos de puntuación el andamiaje de una novela se viene el piso.

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“Ulises”, la críptica obra del afamado James Joyce.

En un estudio realizado por el científico Adam J. Calhoun se muestran de manera visual los signos de puntuación de algunas novelas agrupados sin palabras de por medio. El resultado: una nueva manera de mirar las obras clásicas de la literatura entendiendo la importancia que cada autor le da a ciertos signos de puntuación.

“Blood Meridian” vs “Absalon Absalon!”.

El estudio de Calhoun incluye un repaso por las grandes novelas en inglés de la literatura moderna y contemporánea: desde Huckleberry Finn de Twain hasta el Ulysses de Joyce. Y muestra cómo cada autor escoge ciertos signos para darle mayor fuerza a su texto.

Por ejemplo, William Faulkner usa con regularidad las comas en Absalon, Absalon!, mientras que Ernest Hemingway echa mano de las comillas para darle vida a los muchos diálogos que aparecen en Adiós a las armas.

Además de registrar el porcentaje de signos de puntuación que hay en cada novela, Calhoun muestra el promedio de palabras que cada autor usa por frase. Faulkner se los lleva a todos por delante: es el que más usa palabras en cada oración. Pero también, el estudio muestra el número de palabras que hay entre cada signo de puntuación. En esta categoría, Faulkner vuelve al promedio: reparte ese montón de palabras que hay entre la mayúscula y el punto en una serie de incisos, y preguntas y exclamaciones que hacen que la lectura sea más llevadera y no se vuelva una labor maratónica.

Finalmente, Calhoun muestra de manera gráfica los signos de puntuación que hay en cada obra representados con distintos colores. Los puntos, los signos de interrogación y exclamación van en rojo; las comas y las comillas van en verde; los punto y comas y los dos puntos van en azul.

Se ve, por ejemplo, cómo el último capítulo del Ulysses de Joyce —el monólogo de Molly Bloom— carece de puntos y se vale, en cambio, de comas en ese flujo de conciencia y monólogo interior en la que se basa la obra del escritor irlandés.

Acá, otros tres ejemplos:

Puedes mirar más del proyecto médium del profesor Calhoun, por acá.