Este artículo fue publicado originalmente en VICE Sports EE. UU
Uno pensaría que en la historia de un grupo de actores de Hollywood de los años 80 —intérpretes que formaron parte de taquillazos de la época, como Star Wars, Blade Runner, Beetlejuice, This spinal Tap, Willow o La mujer explosiva—, alguno se habría convertido en icono de la cultura pop. Especialmente, aquellos actores formaron parte de un insólito equipo de baloncesto que salió de gira por Estados Unidos para enfrentarse a todos los rivales imaginables: desde Los Ángeles Lakers, hasta al equipo de la mansión Playboy.
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Sin embargo, la historia de aquel equipo integrado por muchos de los célebres actores enanos ha sido pasto del olvido. O al menos, así ha sido hasta ahora. Un nuevo documental estrenado este mismo año, The Hollywood Shorties, está devolviendo a la actualidad a aquella generación a la que se acuñó en su día como al “equipo de baloncesto más pequeño de la historia”.
La cinta es obra del cineasta Ryan Steven Green, personalmente unido a uno de los enanos — su tío Larry.
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“Larry murió hace más de diez años y su legado en la familia no es precisamente resplandeciente que digamos: adicto a las drogas, divorciado, convicto y vagabundo. Digamos que son los rasgos que explican que su historia fuera barrida y escondida debajo de la alfombra familiar.
Y sucedió que junto a la turbulenta historia de Larry, también se barrió la genuina e irrepetible historia de los Enanos.
Se trata de una historia que arranca en 1939 con El mago de Oz, una película que incorporó a su elenco a un gran número de enanos para interpretar a los Munchkins. Habida cuenta de que en la época el enanismo era un fenómeno mucho menos aceptado y oculto, el equipo de producción del legendario título protagonizado por Judy Garland, contrató a enanos llegados de todo el mundo. Muchos de ellos desembarcaron en Los Ángeles para participar en la película y se quedaron a vivir allí. De tal forma, en la década de 1940 California se convertiría en uno de los lugares con mayor concentración de enanos del planeta.
En 1948, Billy Barty (uno de los actores que también formaría parte del elenco de Little People of America) organizó un equipo de softball al que bautizó como a los Hollywood Shorties (los Enanos de Hollywood). El equipo estaba íntegramente formado por enanos — y fue el primero del que se tiene noticia. Hacia finales de los 70 el equipo había abrazado otras disciplinas deportivas, como el baloncesto.
Uno de sus jugadores declara en el documental, que cuando era pequeño llegó a la conclusión de que como enano que era solo tenía dos alternativas en el ámbito deportivo: o meterse en el mundo del circo, o sumarse al llamado Midget Wrestling (la lucha libre de enanos, un término que a día de hoy se considera insultante y que ha sido prohibido por la comunidad enana).
“Yo sentía que tenía mis opciones para desarrollarme, aunque no en el mundo del deporte”, relata el exmiembro de los Shorties Scott Danberg, quien ha participado también en cinco ediciones de los Juegos Paralímpicos. “Antes de incorporarme a los Shorties, mis antecedentes deportivos, tanto en el colegio como en el instituto, consistían en ser el último miembro al que se elegía en la formación de los equipos, una circunstancia que provocó que eludiera participar en los deportes de equipos”
Kevin Thompson fue uno de los jugadores que participó en el primer partido oficial de baloncesto de su historia. Jugaron en una cárcel. Contra un equipo de reclusos. “Yo estaba muy nervioso, pero los prisioneros se lo pasaron increíble. Todos se portaron muy bien”, recuerda .En aquellos días, los partidos de los Shorties alternaban el partido de baloncesto propiamente dicho, con una serie de actuaciones cómicas. El espectáculo estaba organizado de manera que los Shorties consiguieran atrapar la atención del público tras desplegar un catálogo de sus virtudes baloncestísticas durante el primer cuarto del encuentro, para luego desplegar su espectáculo de entretenimiento. En adelante, el partido avanzaba hacia un caos perfectamente planeado. El equipo estaba integrado a partes iguales por deportistas y artistas circenses.
“Cuando jugábamos delante del público, la gente, al principio, se reía de nosotros por nuestro tamaño. Al principio no advertían lo buenos que éramos. Luego, a la que empezábamos a encestar canastas se quedaban maravillados. Y para cuando el partido tocaba a su fin todo eran aplausos y vítores”.
Los Shorties recaudaban dinero y concienciación para su causa a partes iguales. El equipo empezó a girar más y más, normalmente por universidades — jugaban en las facultades — hasta que se hicieron con un hueco para desplegar sus habilidades en los intermedios de los partidos de baloncesto de la NBA — se les vio en las canchas de los Lakers, los Clippers, los Seattle Supersonics y de los Golden State Warriors, entre otros.
“Siempre que jugábamos informábamos a los miembros de la taquilla de cada lugar que permitiera la entrada libre a todos los enanos”, recuerda Thompson. “Jugamos muchos partidos benéficos por los que no cobrábamos nada. Todos los beneficios se entregaban a obras benéficas, a veces, incluso, se invertían en cubrir los tratamientos médicos de enanos que estaban enfermos. Conocimos a muchos padres de alturas normales que habían tenido hijos enanos. Nosotros demostramos que si un enano puede jugar un partido de baloncesto convencional, entonces podrá hacer lo que se proponga”.
Se acuerdan con especial cariño de los partidos que jugaron contra el equipo femenino de Los Angeles Lakers, las Laker Girls, ante miles de personas. “Los partidos contra los Lakers fueron increíbles. Solo por el público, por el ambiente que había. Se convirtió en la entrada más difícil de conseguir en toda la ciudad”, recuerda Thompson. Y Danberg añade: “de lo que más me acuerdo es de caminar por el pabellón y por las taquillas después del espectáculo de la media parte y que la afición me tratara como a una estrella del rock. Me sentía como una auténtica celebridad, firmando autógrafos y aceptando peticiones de fotografías”.
La popularidad del equipo alcanzó su momento culminante en los 80, cuando coincidieron varios reportajes televisivos, artículos de prensa y libros sobre el fenómeno. Aparecieron en los programas televisivos de mayor audiencia, y hasta en una película de Chevy Chase, Fletch. Incluso llegaron a negociar una gira con los Harlem Globetrotters por el Lejano Oriente.
Y mientras el éxito se multiplicaba — tal y como Danberg admite en la película “los egos se hincharon” — el equipo se dividió entre los que reivindicaban que se dejara de lado el componente cómico y se jugara solo al baloncesto, y los que apostaban por la continuidad del entretenimiento.
Entonces se formó un equipo rival, los LA Breakers. Y al cabo de muy poco se convirtieron en competencia directa: ambos empezaron a copar las actuaciones en los descansos de los partidos que en su día compartieron con el mismo equipo. Y si bien aquella estructura se alargó durante años, la escisión determinaría el principio del fin para los Shorties.
Pronto empezaron a aparecer más equipos de baloncesto integrados por enanos por todo Estados Unidos. Ellos se hacieron mayores y su popularidad empezó a disminuir. Hasta que un día, finalmente, dejaron de actuar.
“Lo más triste es que los Shorties no solo fueron olvidados por la sociedad en general, sino que también fueron olvidados entre la comunidad enana”, cuenta el director. “Tengo las esperanzas puestas en que una vez la película se empiece a difundir, el nivel de entendimiento del fenómeno de los Shorties, especialmente entre el mundo de los deportistas enanos, alcance una nueva dimensión”.
“Nosotros fuimos quienes lo empezamos todo”, cuenta Thompson. “Le demostramos al mundo que el tamaño no importa. Si te lo propones, puedes conquistar el mundo.