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Investigamos el asesinato del nieto de Malcolm X en la Ciudad de México

Malcolm Shabazz, de 28 años, perdió la vida después de caer en la transa de un bar, cerca de Plaza Garibaldi.

Malcolm Shabazz, de 28 años, nieto de Malcolm X, fue asesinado en la Ciudad de México. Ilustraciones por Esra Roise.

Malcolm Latif Shabazz, el nieto de 28 años de Malcolm X, cruzó la frontera de California a Tijuana a principios de mayo por dos razones: la primera fue que su amigo Miguel Suárez acababa de ser deportado del Bay Area de San Francisco, y Malcolm quería ofrecerle apoyo moral y eventualmente regresarlo a California. La segunda fue que Malcolm también estaba huyendo de sí mismo. En Estados Unidos él había pasado de un arresto a otro por varios delitos, como ingerir alcohol en la vía pública, posesión de mariguana y robo.

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Él esperaba que el viaje al sur diera anonimato y refugio a su complicada historia, y que lo inspirara a superar sus dudas sobre si estaría a la altura de su herencia, ya que Malcolm era el primer varón en la descendencia de uno de los íconos de la lucha para los derechos de los afroamericanos en Estados Unidos.

En un viaje de dos días en autobús de Tijuana a la Ciudad de México, Malcolm y Miguel intercambiaron historias, apreciaron el paisaje, y se deleitaron de la comida de los pequeños pueblos que pasaron en su ruta. Ingeniaron un grandioso plan de unir a negros y latinos en EU y Latinoamérica, al conectar la descendencia africana de México con el mensaje de Malcolm X de autonomía y justicia.

Malcolm y Miguel, en pocas palabras, tenían grandes sueños. Querían subir las pirámides de Teotihuacán y explorar las comunidades afromexicanas del estado de Veracruz. Ellos también planearon ir a Cuba, convivir con la fugitiva y ex Pantera Negra Assata Shakur, e incluso, conocer a Fidel Castro.

Pero sólo llegaron hasta la Plaza Garibaldi, un imán que atrae víctimas hacia los estafadores en el centro de la Ciudad de México, donde los mariachis cantan a turistas y las prostitutas acechan. El 8 de mayo de 2013, un día después de su llegada al DF, Malcolm y Miguel siguieron a un par de mujeres hermosas a un sórdido bar, sobre el Eje Central, llamado Palace Club. Algo no salió bien: dentro de pocas horas, el cuerpo casi sin vida de Malcolm yacería en la banqueta, poco despúes de eso, murió.

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Fue una noticia que le dio vuelta al mundo, un giro trágico a la historia familiar de Malcolm X. "Se sospecha que el nieto de Malcolm X muere en México", se leía en el titular de la historia, en la edición del 10 de mayo del New York Times. Sin embargo, los periódicos —al igual que la policía y el resto de la gente— no tenían idea de lo que había ocurrido exactamente horas y días antes de la muerte del joven Malcolm.

En un país donde la mayoría de los asesinatos permanecen impunes —sólo se castigó el 1.8 por ciento de todos los homicidios en 2012— la policía capitalina y la procuraduría son herméticos al respecto. Decidimos que la única manera de acercarnos a la verdad era ir a la escena del crimen y realizar nuestra propia investigación.

Cuando empezamos nuestro reportaje, los detalles de la muerte de Malcolm eran escasos, pero había una cosa muy clara. Él y Miguel habían sido víctimas de una de las transas más comunes de la Ciudad de México: mujeres hermosas te atraen a un bar, hablas con ellas, te convencen de comprarles un trago y bailan contigo por horas. Y cuando llega la cuenta —una docena de cervezas cuestan casi diez mil pesos— pagas o peleas.

Normalmente las estafas de los bares no terminan en asesinatos. Después de que las redes sociales, blogs y medios de comunicación se enteraron de la muerte del nieto de Malcolm X, todo tipo de teorías salieron a flote. ¿Fue lanzado del techo o golpeado dentro de Palace Club y luego arrastrado a la banqueta? ¿Estuvo Miguel, su amigo y compañero de viaje, involucrado en alguna forma en su muerte? Hubo insinuaciones de que el fallecimiento de Malcolm hubiera sido parte de una sinestra conspiración gubernamental —el tipo de plan que, algunos creen, estuvo detrás del asesinato de su abuelo en el Audubon Ballroom en la ciudad de Nueva York en febrero 1965.

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1 En abril 1, Malcolm L. Shabazz fue arrestado en un bar en South Bend, Indiana, donde estaba visitando amigos. "Estados Unidos me está comiendo vivo", le dijo a su Imán.

2 Regresó a su pueblo natal en Hudson Valley y viajó a Los Ángeles para conocer a su amigo Miguel Suárez.

3 Miguel, un inmigrante indocumentado y sindicalista de 30 años de edad fue deportado de Oakland el 18 de abril. Malcolm lo conoció en Tijuana, con la esperanza que un viaje al sur lo inspirara para estar a la talla de su legado como nieto de Malcolm X.

4 Miguel y Malcolm hicieron un viaje en autobús de dos días a la Ciudad de México. Con grandes esperanzas hicieron un plan de unir a la comunidad negra y mexicana en México y más allá.

5 El 8 de mayo, la vida de Malcolm fue interrumpida después de caer en una transa de un bar, cerca de Plaza Garibaldi.

Antes de que cualquier investigación tuviera lugar, teníamos que responder una pregunta: ¿Quién era Malcolm Shabazz? Él nació en París el 8 de octubre de 1984, hijo de Qubilah Shabazz, hija de Malcolm X, quien había cortado contacto de todo tipo con el legado de su padre. Cuando Qubilah regresó a EU con el pequeño Malcolm, anduvieron de ciudad en ciudad. Se mudaron a Minéapolis, donde, en 1995, Qubilah fue engañada por un informante del FBI e implicada en un complot para asesinar a Louis Farrakhan, líder de la Nación de Islam, a quien ella y parte de su familia culpan por la muerte de su padre. Bajo un acuerdo legal, Qubilah asumió responsabilidad de las acusaciones y aceptó someterse a terapia psicológica y tratamiento de rehabilitación por abuso de drogas y alcohol. Como muchos otros miembros del clan de Malcolm X, el evento que definió la vida de Malcolm Shabazz fue una tragedia. Cuando Malcolm tenía 12 años de edad, vivía con su abuela Betty Shabazz, viuda de Malcolm X, en Yonkers, NY. En un intento de llamar la atención, él prendió fuego al apartamento. Su abuela sufrió quemaduras en más de 80 por ciento del cuerpo al tratar de rescatar al pequeño Malcolm. Posteriormente murió. En el juicio contra Malcolm ante un tribunal juvenil, y gracias a los peritajes, el juez lo declaró psicótico y esquizofrénico. Pero en dichos informes también hubo resultados que señalaban a Malcolm como una persona brillante. Pasó cuatro años en detención.

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En Leake & Watts Children's Home en Yonkers, Malcolm tenía una sorprendente libertad. Según un perfil del Times del 2003, él se escapaba del recinto para viajar a Middletown, NY. Ésta es una pequeña ciudad en Hudson Valley localizada una hora al norte, y que se convertiría en su residencia. En esos años, adquirió el apodo Meca, algo que se convertiría en una contradicción simbólica de la vida de Malcolm. Se ha rumorado que su apodo marcó su ingreso a una pandilla, pero Malcolm nunca reconoció que significa algo más que no fuera un tributo al legado de espiritualidad y activismo de su familia.

Malcolm fue liberado cuando cumplió 18, pero pasó los siguientes años entrando y saliendo de la cárcel por crímenes menores. No fue hasta 2008 —cuando tenía 24— que Malcolm, libre y determinado, aceptó el legado de su abuelo sin retroceder. "Yo soy el nieto, homónimo, y primer varón heredero de El-Hajj Malik El-Shabazz", le decía Malcolm al público durante las giras de discursos políticos que inició en este tiempo, refiriéndose al nombre islámico de Malcolm X.

Al lugar que fuera era confrontado con preguntas del incendio que provocó cuando era un chico problemático de 12 años de edad. "Perder a una abuela duele", le dijo al público en Filadelfia. "Yo perdí a mi abuela por mis acciones descuidadas e imprudentes. Es algo por lo que he pedido perdón, y sigo pidiendo perdón y siempre pediré perdón".

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Malcolm adoptó la legacía de su abuelo. En prisión abrazó el chiísmo —una de las ramas más fuertes del Islam—, y después de su liberación vivió en Damasco, Siria, por un año, y viajó por gran parte de Oriente Medio. Visitó Qatar, los Emiratos Árabes Unidos, Jordania y Líbano. También visitó Arabia Saudita, donde hizo el hajj a La Meca, siguiendo los pasos de su abuelo. La peregrinación brindó a su apodo un significado más claro. Fue en 2011 que Malcolm conoció a Miguel en el Black Dot Café, en Oakland, donde Malcolm dio un discurso acerca del racismo en EU. Miguel nació en México en 1982, pero había vivido como indocumentado, en el Bay Area desde los 17 años. Trabajaba como albañil y, en su tiempo libre, era líder de obreros con sueños de crear un sindicato para trabadores como él.

Después del discurso de Malcolm, los dos se presentaron, y rápidamente se hicieron amigos. En los meses posteriores, Miguel ayudaría a organizar eventos para Malcolm en su ciudad, distribuyendo volantes y movilizando asistentes a los mítines. Malcolm prometía recaudar dinero a través de sus amistades en Oriente Medio para construir una mezquita, y Miguel ya había encontrado su posible ubicación en Oakland; por la noche los dos hombres salían a antros. Ambos tenían un lado fiestero, pero también una racha políticamente radical, una combinación que consolidó su amistad. El mismo año en que Malcolm conoció a Miguel, éste se unió a una delegación liderada por la ex congresista demócrata Cynthia McKinney, y asistió a una conferencia en Libia donde conoció a Muammar al Gadafi. Para ese entonces, el rostro de Malcolm estaba por todas partes en internet, mostrándolo alto y delgado con una sonrisa brillante, y posando en fotos basadas en imágenes icónicas de su abuelo. También apareció en un video musical de una cantante marroquí, producido en Ámsterdam. Sin embargo, para la primavera de 2013, la vida de Malcolm se tornó difícil. Él se comprometió con la novia, quien estaba esperando un bebé, y su madre estaba en el hospital. Malcolm, dice su prometida, tomaba medicamentos para una úlcera péptica. Y para echar más sal a la herida, contaba por lo menos con cuatro órdenes de arresto después de repetidos enfrentamientos con la ley.

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En marzo, en su página de internet, Malcolm acusó a la policía de Middletown —donde vivía con su novia— de trabajar con una unidad anti terrorista del FBI para acosarlo a él y sus amigos. Según los registros de la policía de Middletown, desde agosto 2012 hasta febrero 2013, Malcolm fue arrestado seis veces por cargos que iban desde violencia doméstica hasta quejas de ruido, consumo de alcohol en la vía pública, multas por no usar un puente peatonal, robo menor e intento de asalto. Hashim Alí Alauddeen, imán y guía espiritual de Malcolm, en Richmond, California, dijo creer que la policía estaba detrás de Malcolm, pero agregó que el joven también sufría disturbios en su vida. Eso es cuando Malcolm empezó hacer arreglos para irse del país. Ese conflicto profundo, dijo el imán Alaudeen, era parte de su conflicto de fe.

"No es como que te conviertes en musulmán, alguien te tira agua y ya eres perfecto", dijo Alaudeen. "No es algo que pasa de la noche a la mañana. Puede que no suceda pero ésta es la lucha. La gran Yihad es la lucha interna".

El primero de abril, la policía reportó que Malcolm fue encontrado alcoholizado, intentando abrir la puerta de un bar en South Bend, Indiana a las tres de la mañana. Él estaba en el Midwest de EU, visitando a amigos musulmanes. La mesera había corrido a Malcolm después de que, según su declaración, él se negara a abandonar el lugar e intentara un acercamiento sexual con ella.

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Después de que Malcolm siguiera merodeando los alrededores del restaurante, fue detenido, y luego liberado bajo fianza. Malcolm regresó a Middletown y poco después tomó un vuelo a Los Ángeles. Fue por estas épocas que él se enteró de que su viejo amigo Miguel había sido deportado. Malcolm hizo planes para verse con Miguel en Tijuana. De ahí viajaron juntos a la Ciudad de México.

"Estados Unidos me está comiendo vivo", le dijo Malcolm a Alauddeen. El imán estaba haciendo planes para que Malcolm tomara un vuelo a un país musulmán cuando se enteró de que él ya se había ido a México.

Malcolm Shabazz, a la edad de 12 años, después de una audiencia en la corte juvenil en Yonkers, Nueva York.

Menos de un mes después del asesinato, recogimos con Miguel las pertenencias de Malcolm, y luego se las llevamos a Qubilah Shabazz, la madre de Malcolm. Ella vive en un aldea escondida en Castskills, al norte de Nueva York. Extremadamente reservada, ella se negó a todas de las peticiones de entrevistas después de la muerte de su hijo, pero accedió a ir a desayunar con nosotros en una cafetería cerca de su casa. Qubilah, quien ahora trabaja como terapeuta masajista, se mantiene aislada al guardar en silencio los detalles de su vida privada. Malcolm X nombró a la segunda de sus seis hijas como Kublai Khan, nieto de Genghis Khan. A los cuatro años, ella fue testigo del asesinato de su padre, y aún lo recuerda.

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Las dos pequeñas mochilas de Malcolm empacadas de forma compacta con ropa ligera, artículos de higiene, celulares, un Corán, una Biblia, una Introducción a la Masonería y un tapete para orar guinda, entre otros artículos personales que parecían ser para un retiro espiritual y no una noche de borrachera en la Ciudad de México. Durante el desayuno, Qubilah dijo que estaba convencida de que Miguel escondía información del asesinato, pero también se preguntaba cómo su hijo pudo haber contribuido a su propia caída. "Mi hijo murió porque hacía demasiadas cosas al mismo tiempo y no prestaba la debida atención a ellas", dijo en voz gentil.

Qubilah se oponía a los viajes de Malcolm y a sus encuentros con figuras internacionales. Ella no aprobaba las fotografías para las que el posaba, replicando las imágenes clásicas de su padre, en un traje de la época de los sesenta sosteniendo un rifle frente a la ventana.

Malcolm X sabía protegerse de los riesgos, al menos poner límites. Nunca se sentaba dando la espalda a la puerta, y aun así le arrebataron la vida sin advertencia.

"No puedes confiar en todos", nos dijo ella. "No puedes realmente confiar en nadie".

Un año después de que Malcolm fuera liberado de prisión, después de que viajara a Oriente Medio y empezara a transformación en activista político, Qubilah le pidió al periodista A. Peter Bailey (quien fue una de las personas que cargó el ataúd en el funeral de Malcolm X) aconsejar a su hijo acerca de los obstáculos que enfrentaría.

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"No dejes que la gente te use. Estudia a tu abuelo", nos dijo Bailey por teléfono, recordando el consejo que le dio a Malcolm L. Shabazz. "Tienes que tomarte de seis meses a un año para aprender lo más que puedas de tu abuelo antes de entrar solo al mundo". El nieto de Malcolm tenía potencial, pero necesitaba tiempo para florecerse, dijo Bailey. Mientras estábamos en el restaurante, Qubilah recordó su propia niñez, cómo su padrino Gordon Parks, el famoso fotógrafo, confundió su falta de emoción externa durante la muerte de su padre con una falta de tristeza. Esa misma represión de emociones funcionó como una fuente de fuerza cuando ella fue llamada a identificar el cadáver severamente golpeado de su hijo, antes del baño tradicional musulmán impartido por Alauddeen en preparación al funeral en el Centro Cultural Islámico de Oakland. La mayoría de los hombres en el lugar rompieron en llanto cuando vieron el cuerpo. "Qubilah se mantuvo firme", dijo Alauddeen. "Ella era un soldado. Nos dio fuerza".

Afuera del restaurante, en medio de un silencio incómodo, pusimos las pertenencias de su hijo en la cajuela de su viejo Cadillac; de cierta manera la llegada de las dos mochilas de México hicieron la muerte de Malcolm aún más real, y su búsqueda de redención en un esfuerzo infructuoso al final de cuentas. Al final del 2013, la tumba de Malcolm en el Cementerio Ferncliff, en Hartside, Nueva York, aún no tenía lápida. Malcolm Latif Shabazz está enterrado cerca de sus abuelos.

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La mamá de Malcolm, Qubilah Shabazz, vive en el norte de Nueva York y rara vez habla públicamente de la muerte de su hijo y su padre, Malcolm X.

Después del asesinato de Malcolm, la policía interrogó a Miguel, quien fue una de las primeras personas en descubrir el cuerpo de Malcolm en la banqueta afuera del Palace Club. Miguel le dijo a las autoridades que él no había visto el asesinato de Malcolm. Él era, al igual que Malcolm, una víctima del chantaje y tuvo la suerte de escapar vivo. Después de que fuera interrogado, Miguel huyó de la Ciudad de México y se escondió en el pueblo de su familia, en Veracruz.

Encontramos a Miguel después de que hallamos y hablamos con el taxista que lo trajo por toda la ciudad la noche de la muerte de Malcolm. Él nos dio el número de Miguel, ya que Miguel había usado su teléfono para llamar a su padre en Veracruz. Hablamos a Miguel por teléfono y nos quedamos de ver con él, en el pueblo de su padre, que por seguridad nos pidió no revelar. Otros medios de comunicación lo habían contactado, afirmó, pero sólo accedió a hablar con nosotros porque nos tuvo confianza. Él quería dar su versión de los hechos. Hablamos con él todo el día y recuperamos las mochilas de Malcolm días más tarde.

En la primera visita a Miguel, diez días después de la muerte de Malcolm, nos enteramos que él había recibido amenazas de muerte y había sido acusado de ser cómplice en el asesinato. Algunos mensajes que le llegaron lo invitaban a suicidarse.

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"Si quieren ir a la guerra, iré a la guerra", nos dijo, refiriéndose a esos que sospechaban que él estaba involucrado en la muerte de Malcolm. "Porque esto no es justo, hombre. No es justo, nada justo".

En su versión de los hechos, la noche catastrófica empezó con él y Malcolm compartiendo una botella de mezcal barato que habían adquirido en su viaje en camión de Tijuana a la Ciudad de México. Llegaron a la Plaza Garibaldi, en medio de turistas, mariachis y vendedores ambulantes. Un conocido de la familia de Miguel los invitó a cenar ahí. Como llegaron temprano, los amigos esperaron en el único sitio decente de la plaza, el moderno Museo del Tequila y el Mezcal, con su fachada de vidrio. Cubriendo media calle del corazón de la Ciudad de México, la Plaza Garibaldi brilla con sus amenazantes luces de neón, a pesar de los intentos a través de los años del gobierno de reestructurar el lugar. Los músicos rondan por la calle buscando ganarse unos pesos mientras las luces destilan de los bares decadentes, que se sabe son fachadas para la prostitución. Según Miguel, su noche consistió en pedir caballitos de tequila en el museo, luego unas cervezas y una cena en un restaurante al aire libre. A medianoche, Malcolm y Miguel estaban listos para regresar al hotel. Un arquitecto amigo de Miguel pasaría a recogerlos temprano la siguiente mañana para visitar las pirámides, una excusión que fue la razón para tomar el viaje al sur; Malcolm —nos dijo Miguel— estaba entusiasmado de recrear la famosa foto de su abuelo parado frente a la Pirámide de Giza, en Egipto. Pero antes de irse dos chicas rubias se les acercaron. "Bellas, bellas, bellas", recordó Miguel. "Nos dijeron que no eran de la ciudad y que les habían recomendado un lindo bar".

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Afuera del Palace Club, donde Malcolm y Miguel recibieron una cuenta de bar excesiva, después de ser seducidos por dos mujeres que habían conocido pocas horas antes. Foto por Eunice Adorno.

Este era el Palace Club, en el segundo piso de un edificio color beige de tres pisos, al otro lado del Eje Central.

"Yo miré a Malcolm", dijo Miguel, "y él tenía una sonrisa grande como de 'Vamos', y le dije: 'Está bien, vamos'. Yo siempre le dije a mis amigos: '¿Cómo le puedo decir que no al nieto de Malcolm X?'" Hasta este punto, la versión de Miguel sobre lo que ocurrió fluye bien, sin que nadie más con quien confrontamos la información negara los detalles. Pero a partir del momento en que él y Malcolm siguieron a las mujeres al bar, la historia difiere en versiones, dependiendo de quién esté hablando.

Según Miguel, el investigador de su caso, y un testigo dentro del bar a quien entrevistamos con la condición de guardar su anonimato, los dos hombres siguieron a las mujeres dentro del Palace Club. Miguel nos dijo que al entrar al lugar, les pidieron identificaciones; éstas confirmaban que ambos eran estadounidenses (aunque lo habían deportado, Miguel aún tenía una identificación de California). Pidieron dos cubetas de cerveza, cada una de seis a ocho cervezas, le pidieron canciones al DJ y bailaron con las mujeres.

Alrededor de las tres de la mañana, el bar le entregó a Miguel la cuenta que, dijo, llegaba a los 11,800 pesos. De acuerdo al testigo cada cerveza que le compraron a las mujeres costaba 400 pesos. Cada canción costaba 25 pesos. Solamente el hecho de bailar con las mujeres tenía un precio de 4,200 pesos, una tarifa que ellos desconocían que tenían que pagar. Miguel esperaba llevar a las mujeres a su hotel cerca de la Basílica de Guadalupe, sin saber que sus acompañantes trabajaban para el bar y estaban involucradas en la estafa. Al principio, dijo Miguel, pensó que la cuenta era una broma, pero cuando la cajera de pelo largo y "pinta española" exigía el pago, Miguel se quejó de que lo estaban robando. Malcolm estaba bailando con una de las mujeres cerca de unas ventanas con vista al Eje Central, ignorando la tensión que se elevaba, dijo Miguel.

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"Se encabronaron cuando les dije que eso era extorsión y estaba decepcionado de ver en lo que se había convertido mi país", nos dijo Miguel. De repente, sigue contando, un hombre chaparro y musculoso apareció con una pistola. "Aquí", le dijo refiriéndose a México, "¡tú nos pagas!" Miguel recuerda lo que ese hombre decía, mientras otro bien peinado le torcía el brazo por detrás de la espalda. Miguel dijo que no había visto a estas dos personas antes. Ellos lo metieron a la fuerza a un vestidor apretado cerca de la entrada principal, a punta de pistola.

Aquí es donde las distintas versiones de la historia divergen. El testigo que entrevistamos dijo que el chaparro nunca tuvo un arma en la mano.

Marco Enrique Reyes Peña, el miniserio público que investiga el caso, nos dijo que basado en la historia del testigo, dos meseros —Daniel Hernández Cruz y Manuel Alejandro Pérez de Jesús— fueron arrestados, acusados de robo y homicidio. También nos dijo que su oficina estaba buscando a otros dos sospechosos; él intuía que éstos eran los hombres que amagaron a Miguel en el vestidor.

Miguel Suárez que estuvo en la Ciudad de México con Malcolm, pasó a la clandestinidad después del asesinato.

Mientras Miguel dijo que no podía ver lo que pasaba en el bar una vez que él estaba en el vestidor, el testigo que habló con nosotros dijo que el chaparro se quitó la camisa y confrontó a Malcolm, quien aparentaba estar drogado o ebrio. Malcolm sólo sabía algunas palabras del español; el testigo no escuchó al chaparro hablar en inglés.

Los exámenes realizados posteriormente colocaron el nivel de alcohol en la sangre de Malcolm al momento de su muerte en los 267.82 miligramos, lo cual es suficiente para inhibir severamente las habilidades motrices del adulto promedio. De todos modos, dijo el testigo, Malcolm de alguna manera logró correr a través de la pista de baile hacia la salida de emergencia, con el chaparro persiguiéndolo.

Los empleados del bar le dijeron después a los investigadores que Malcolm había subido dos pisos de escaleras hacia el techo del edificio y se había caído o lo habían empujado desde el tercer piso. Los empleados no estaban en la azotea y no tenían forma de saber qué había sucedido allá arriba. Cuando visitamos el edificio meses después del incidente, nos dimos cuenta que si Malcolm hubiera huido por la salida de emergencia, habría salido justo donde las escaleras subían al tercer piso y a la azotea. Su única otra opción hubiera sido llegar a otras escaleras para bajar a la calle. Pero esa opción hubiera significado correr primero a lo largo del pasillo y pasar la entrada principal del Palace, donde sus atacantes podrían estarlo esperando. De cualquier forma, él estaría acorralado.

Lo que le pasó a Malcolm mientras Miguel estaba atrapado en el vestidor es probablemente la encrucijada de la historia y el punto crucial del misterio. Según Miguel, él estuvo dentro del vestidor por diez minutos, con una pistola apuntando a su cabeza. Ni él, ni los empleados vieron lo que sucedió. Según el ministerio público, la autopsia reveló que Malcolm murió de heridas en las costillas, mandíbula, y en especial, en la parte posterior del cráneo; que más bien parecían haber sido provocadas por una golpiza brutal con un objeto contundente que por una caída desde un tercer piso. Reyes Peña agregó que basado en el testimonio del mesero detenido, el ataque sucedió dentro del bar, y el cuerpo de Malcolm fue bajado por las escaleras y abandonado en la banqueta enfrente del bar gay de al lado. Además, el procurador dijo que el primer mesero había testificado después de su arresto que Malcolm saltó de la azotea, contradiciendo la versión del segundo mesero quien dijo que la pelea había ocurrido dentro del bar. Al final, los procuradores concluyeron que la primera versión era falsa.

Durante la confrontación la clientela del Palace Club evacuó y la gente corrió hacia el vestidor —donde Miguel estaba detenido— para tomar sus pertinencias. Miguel dijo que logró escapar en el tumulto y que no escuchó ruidos de pelea ni gritos. Mientras el bar se despejaba, él buscaba a Malcolm, pero lo único que encontró fue el pasaporte de su amigo en el sillón donde estaban sentados cerca de la entrada.

Una vez en la calle, Miguel dijo que él consideró la posibilidad de que Malcolm hubiera salido del bar y estuviera caminando por el barrio. Él cruzó Eje Central para tomar un taxi, y el taxista le dijo que Malcolm estaba tirado afuera de un bar. Miguel dijo que encontró aún vivo a su amigo, quien le rogó "Sácame de aquí, carnal". "Lo tomé y lo recosté en mi rodilla", nos decía Miguel al recordar este momento. "Estaba frotando su pecho, limpiando su sangre y diciéndole que todo estaría bien. Incluso empecé a gritar: '¿Qué pasó, mi amigo? ¿Quién te hizo esto? ¡No mamen! ¿Qué nadie vio lo que pasó?'"

Los investigadores no pudieron encontrar a alguien que atestiguara cómo Malcolm llegó a la banqueta, pero todos coincidieron en que ahí es donde él terminó. Nadie habla de cómo llegó ahí. Hablamos con mariachis, los trabajadores del estacionamiento y los ambulantes cerca del bar. Todos dijeron que no habían visto nada. Finalmente, una ambulancia arribó y llevó a Malcolm al Hospital General Balbuena, a seis kilómetros de Plaza Garibaldi. Aunque varios otros hospitales estaban más cerca del Palace Club, Malcolm terminó en Balbuena, cerca del Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México, ya que su ambulancia fue la primera en llegar a la escena. El hospital se negó a comentar sobre el caso y nos dirigió a la Secretaría de Salud, que tampoco hizo comentarios. Según Miguel, una enfermera en el hospital le dijo que la condición de Malcolm era estable esa madrugada. No había lugar para esperar dentro el hospital, así que Miguel tomó un taxi de regresó al hotel para recoger las pertenencias de ambos. Cuando regresó, pocas horas después, Malcolm había muerto.

La tumba sin lápida de Malcolm Shabazz en Ferncliff, Nueva York. Sus abuelos fueron enterrados en el mismo cementerio. Foto por Christian Storm.

En los cinco meses desde la muerte de Malcolm, la procuraduría de la ciudad dice que sus peritos han entrevistado a aproximadamente veinte personas acerca del caso e inspeccionaron el bar más de cuatro veces. El Palace cerró después del incidente y aún seguía cerrado al cierre de esta edición.

De todos modos, las autoridades no han arrestado al dueño del Palace Club, e investigadores dicen que los videos de seguridad del bar, que serían de gran ayuda para resolver este misterio, fueron misteriosamente retirados antes de que la policía asegurara la escena del crimen.

Mientras, los meseros detenidos esperan su juicio en el Reclusorio Oriente de la Ciudad de México. Su abogado de oficio se negó a comentar sobre el caso. Miguel dijo que no ha hablado con las autoridades desde el día del asesinato y no se le ha llamado para identificar a ningún sospechoso. El pueblo natal de Miguel está a cientos de kilómetros de la Ciudad de México y Reyes Peña dijo que enviaron investigadores la casa de Miguel en una ocasión pero no lo localizaron. Él dijo que el testimonio de Miguel, tomado unas horas después de crimen, sumado al testimonio de los testigos de la escena del crimen, era suficiente para acusar a los meseros.

Cuando nos preparábamos para irnos de Veracruz y despedirnos de Miguel, él insistió una última vez que no tuvo nada que ver con el asesinato. ¿Por qué le habría puesto una trampa a su amigo? Después de todo, él y Malcolm eran buenos amigos, camaradas. Como evidencia, Miguel recordó una emotiva noche en California, cuando él y Malcolm seguían soñando con abrir una mezquita y unir a negros y latinos. Después de una noche de fiesta en Oakland, Malcolm había sacado un iPod y unas bocinas portátiles y había puesto una rara grabación del asesinato de su abuelo, mientras confesaba en lágrimas la frustración de vivir a la altura del legado familiar. Mientras las voces y los disparos se escuchaban, Malcolm le dijo a Miguel que no lo viera.