Este artículo fue publicado originalmente en VICE Italia.Para muchos de nosotros, los ordenadores son aparatos casi mágicos y los técnicos que los arreglan son gente que habla raro, se pasa el tiempo rodeada de discos duros y vive en talleres oscuros y llenos de polvo.Hace un tiempo hablé con un técnico informático y oír todas las cosas absurdas que ha tenido que presenciar me hizo ver su trabajo con otros ojos.
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Estamos todo el día metidos en el ordenador, descargamos archivos, olvidamos vaciar la papelera, hacemos clic en pop ups y cometemos un montón de estupideces más. Pero después, cuando tenemos que ir a que nos arreglen el ordenador, nos reencontramos con el contenido de nuestras carpetas, que sigue ahí, esperando a que recordemos.Estas son algunas de las historias más absurdas que cuentan los técnicos informáticos de Milán. Como hablar de abueletes de 60 años que no saben conectar el monitor no es tan gracioso, estas historias se centran en el lado pervertido.Un día, un cliente que era cirujano nos pidió que arregláramos un problema que tenía su portátil. Era algo simple pero que llevaba posponiendo desde hace mucho: tenía que sustituir el disco duro. Estaba copiando sus archivos a un disco duro externo para pasarlos a uno nuevo cuando encontré unos vídeos "sucios" entre su colección de grabaciones de operaciones de cirugía.No era solo uno: había una colección entera de vídeos amateur, unos descargados de internet y otros que había grabado él con su mujer. Unos minutos después, el cirujano regresó con un compañero para enseñarle el vídeo de una operación, entonces pausé la copia y lo dejé frente al ordenador.Buscó entre las carpetas y abrió el vídeo, pero no se dio cuenta de que estaba en la lista de reproducción "sucia" que yo acababa de abrir. En cuanto terminó el vídeo, empezó uno porno.
Trabajo arriesgado
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Éramos cuatro en esa habitación: los dos médicos, un colega mío y yo. Todos nos quedamos callados. El cirujano se puso pálido y medio murmuró algo, luego cerró el portátil y salió de la habitación sin mirar atrás.Mi compañero y yo, incrédulos, nos giramos y vimos al otro cirujano ahí parado, con la boca abierta y las manos en la cara. —MarcoLee: Las cosas más asquerosas que se deja la gente en los probadoresUn día, un chico de veintitantos bastante agradable llegó a nuestra oficina. Era el hijo de un amigo del jefe y nos pidió amablemente que copiáramos sus archivos a un disco duro externo y formateáramos su portátil. Aunque normalmente solo trabajamos con empresas, hicimos una excepción y empezamos a trabajar inmediatamente en eso.Al revisar sus archivos —algo que teníamos que hacer manualmente, según sus órdenes—, encontré uno que se llamaba "LÉEME-IMPORTANTE". Como creí que era el manual de algún programa, lo abrí para ver qué decía y borrarlo. Pero en vez de eso, acabé leyendo un diario del mal, lleno de detalles aterradores.Se lo conté inmediatamente a mi compañero y, en cuestión de minutos, toda la oficina lo sabía. Ese día no pudimos hablar de otra cosa y, cuanto más hablábamos del tema, más miedo nos daba.Eran decenas de páginas llenas de ofensas, maldiciones, ataques de ira y otros insultos a sus amigos y familiares. Les deseaba que murieran o que contrajeran enfermedades horribles.
El lado oscuro
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Cuando volvió a recoger su ordenador, todos nos quedamos callados. Había un lado muy oscuro detrás de esa actitud tan relajada.—Andrea
Objetos olvidados 1/2
Objetos olvidados 2/2
Tráfico pesado
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En resumen, uno de los doctores de la clínica acostumbraba ver porno en horas de trabajo y terminó bajando un virus que infectó 25 máquinas. Lo descubrimos después de que nos dieran permiso para revisar cada ordenador, algo que nos llevó alrededor de ocho horas.Cuando encontramos al médico responsable, dijo: "¡No fue mi intención, internet está lleno de cosas que se instalan solas!". Por desgracia para él, sabíamos que había instalado el virus manualmente. —FilippoUna vez, un cliente me pidió que le abriera una cuenta en una página para buscar pareja y que le ayudara a poner una foto de perfil y una descripción. Como era un cliente que conocía de hacía mucho tiempo, también me pidió que le guardara su nombre de usuario y su contraseña porque era muy distraído y se le podía olvidar.Tiempo después regresó y me pidió que le volviera a ayudar con su "secretito" porque ya no podía entrar en su cuenta. Entonces, busqué su nombre de usuario y su contraseña y abrí sesión. Como quería una nueva contraseña, tuve que ver su cuenta. Pero la foto de perfil no era el hombre que estaba a mi lado sino una mujer muy robusta con mucho maquillaje y una doble vida. —Filippo