
Con su iglesia medieval y sus calles estrechas que llegan hasta la playa, Sitges tiene algo que recuerda a Whitby, pueblo costero en el norte de Inglaterra que fue donde Bram Stoker ambientó Drácula. Aquí es donde cada año se celebran la muestra de cine fantástico y de horror más grande de España.Empecé el viernes con Rigor Mortis, peli que hace que me pregunte por qué la cerveza patrocinadora del evento no ha intentado renombrarla, pero durante la cual lo pasé bien, a pesar de que intentaba ser todas las pelis de terror de todos los tiempos en una. La peli iba cambiando de subgénero a medida que avanzaba: necromancia, demonios, kung-fu, vampiros, golems y magia negra. La verdad es que estaría satisfecho con una peli sobre cualquiera de estas temáticas, pero un poquito más siempre es bienvenido. También me acaba de chivar Wikipedia que su director Juno Mak, es el Justin Timberlake chino. Ojalá nuestro Justin hiciera algo así.De allí, tocaba ir a ver Byzantium, la nueva peli de Neil Jordan, antaño director de una película sobre travelos, luego otra más sobre travelos y, allá en los 90, Entrevista con el Vampiro, que no tenía travelos pero sí a Tom Cruise. Byzantium trata de nuevo sobre un chupa-sangres, pero aquí, en vez de hacer crecer sus colmillos a la hora de merendar, son las uñas de sus pulgares lo que se alarga. Algo que, y no hay otra manera de decirlo, es una mariconada. Los actores masculinos, entre ellos Sam “Ian Curtis” Riley, parecen entender el chiste, sobre todo cuando desvelan el nombre de la secta milenaria a la que pertenecen los inmortales, “La hermandad de las uñas afiladas”. La peli es bonita, sobre todo las escenas con la cascada de sangre, pero en ningún momento puedes estar seguro de si se está burlando de la saga de Crepúsculo o intentando subirse al carro.
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