Más allá de las pateletas contra los cupcakes, barbas, co-working o bicis fixie que invaden los barrios-que-antes-molaban, existe un fenómeno real de desplazamiento, expulsión, marginación, especulación inmobiliaria y modificación del tejido comercial en las zonas de moda del centro de las ciudades. Un fenómeno que se estudia esta semana en La Casa Encendida, dentro de las IIJornadas sobre gentrificación, coordinadas por David Miquel y Alberto Vigil-Escalera, del estudio de arquitectura MQL. Hablamos con ellos para saber si de verdad Lavapiés es el nuevo Malasaña, si los cafés de cereales son el enemigo, en qué consiste la “urbanalización” y conocer las políticas municipales que combaten esta realidad en Madrid y Barcelona.
VICE: ¿Por qué la gentrificación genera barrios excesivamente agradables y artificiales, calificados por algunos de “parques temáticos”?
Alberto: Si el turista debe sentirse seguro, debemos eliminar la posible conflictividad. Si el turista debe tener referentes que conozca el comercio gira hacia la franquicia y el diseño. Indudablemente, el barrio pasa a ser destino del interés del capital inmobiliario en busca del aprovechamiento de la revalorización del barrio (vivienda y comercio). Así, las clases populares y el comercio de proximidad que existen en el barrio no tienen cabida. El resultado normal es que las clases populares abandonan el barrio y son sustituidas por otras de un nivel adquisitivo mayor, los comercios tradicionales y de proximidad son sustituidos por franquicias y locales de diseño.
Videos by VICE
Pero también nuevos locales que dinamizan la actividad cultural, música, arte…
Sí, en los últimos años, el nuevo tótem urbano es el de la ciudad del conocimiento, las smart cities. A partir de ahí, simplificando el razonamiento, surge la denominada clase creativa formada por población de alto nivel cultural: científicos, ingenieros, profesores universitarios, artistas, diseñadores, arquitectos… Clase que busca la autenticidad y el consumo de “cultura”, que solo pueden ofrecer los barrios históricos centrales, eso sí ya desconflictivizados. La cultura, la creatividad y la interculturalidad son explotados por la lógica del mercado global que, tiende a eliminar la especificidad local original y la reemplaza por espacios estandarizados (urbanalización, ciudades-marca, etc,), fenómenos con los que las ciudades tienden a homogeneizarse.
Evidentemente, no tiene la misma responsabilidad el pequeño empresario que monta un negocio (por muy de diseño que sea), que quien marca las políticas municipales
¿Cuáles son los principales casos de esa “urbanalización” en España?
Los espacios más estudiados serían: Lavapiés, Malasaña, de las Letras y zona Plaza Mayor en Madrid; Born, Ciutat Vella, Raval, Nou Barris, Sant Martí, Sants, Sant Andreu, Horta en Barcelona; Alameda en Sevilla, San Francisco en Bilbao, Ceares en Gijón. Cabanyal en Valencia. San Félix en Girona.
Los colectivos anti-gentrificación, como Antitriball, Gentrisaña, Patio Maravillas, Todo por la Praxis, el Museo de los Desplazados… ¿deberían unir sus fuerzas?
Se trata de pequeños colectivos y de poca gente militante, por lo que todo el mundo se conoce y claro que sería interesante que toda persona interesada en el tema uniera fuerzas. Todopor la Praxis, por ejemplo, participa en el Colectivo Colectivo Antitriball. El año pasado realizamos en las I Jornadas sobre Gentrificación de LCE el Tour Antitriball por las calles de Malasaña. Siguen en activo y con muy buena salud. Left Hand Rotation promueven el Museo de los Desplazados y el taller Gentrificación no es un nombre de señora el próximo jueves 29 estarán en las II Jornadas sobre gentrificación en LCE.
Ciertas acciones, como atacar un café de cereales, ¿no apuntan hacia el blanco equivocado?
Claro, ya hemos reflexionado sobre las responsabilidades. Cuando hicimos las I Jornadas sobre gentrificación realizamos varias entrevistas y todas hacían mención a este tema, que se produjo en los mismos días. Supongo que es más ameno debatir sobre el ataque a un comercio de diseño que hacerlo sobre el modelo de ciudad que queremos, que en el fondo es de lo que nos habla la gentrificación. Un pequeño empresario (o no tan pequeño), ¿qué responsabilidad podría tener? Se trata de por qué modelo de ciudad apostamos, no de la actuación individual de una persona.
¿Los propios militantes que intentan frenar la gentrificación atraen un nuevo estatus de vecinos creativos que gentrifican el barrio?
Si se trata de buscar responsables, evidentemente no tiene la misma (¿tiene alguna?) la persona individual que interactúa en la ciudad (por muy creativo o militante que sea), el pequeño empresario que monta un negocio (por muy de diseño que sea), que quien marca las políticas municipales (y no solo municipales). El tipo de ciudad que tenemos responde a políticas concretas llevadas a cabo en la ciudad. Cuando se “apuesta” por una ciudad marca, basada en potentes inversiones públicas que ineludiblemente atraen a privadas, tenemos un tipo de ciudad, con sus ventajas (turismo, empleo) e inconvenientes (gentrificación, barrios con déficit de inversiones, necesidades de servicios…). Si se opta por una ciudad diferente, donde se prime la inversión en los barrios, especialmente los más vulnerables, tendremos una ciudad más justa, más inclusiva. Seguramente seguiremos teniendo dinámicas urbanas que provoquen la gentrificación en determinados espacios, pero en una ciudad más justa será más difícil.
¿Es posible frenar la escalada de precios inmobiliarios derivados de la gentrificación?
Desde luego, el mercado inmobiliario puede y debe ser regulado. ¿Cómo? Con decisiones políticas, con la regulación precisa. Con políticas que vayan encaminadas a invertir en rehabilitación y regeneración de espacios urbanos frente a la construcción de obra nueva y al fomento del alquiler frente a la compra-venta de vivienda. Todo ello a nivel general, pero haciendo planes de choque en barrios susceptibles de gentrificación. Sin olvidar la regulación de los apartamentos turísticos (Barcelona). En Segovia se exploró la posibilidad de limitar en el casco histórico otorgar licencias de negocios de restauración. Pero claro, se trata de hacer política a todos los ámbitos, estatal, autonómica y local.
Y, en el otro lado, ¿cuáles son los efectos positivos de este fenómeno?
El posible aumento de la oferta de ocio y la también posible desconflictivización del espacio. El problema es cuando se produce la estandarización del barrio y se pierde la especificidad local. Y cuando, tanto la cultura y los servicios se encuentran absolutamente mercantilizados, donde gran parte de la población no pueden acceder a ellos. Lo que sí es una realidad, es que el espacio público se encuentra mercantilizado, las políticas de elitización y de seguridad ciudadana han convertido el espacio público, no en espacio de convivencia y relación, sino en espacio de consumo. Si no consumes, ¿qué haces?, te ves al margen en el uso y disfrute del espacio público.
No creemos que Lavapiés sea el nuevo Malasaña. Cada barrio tiene sus propias características, porque las dinámicas que se desarrollan en él son diferentes
¿Es contradictorio reclamar un tiempo en el que la zona era más “canalla” o “real”, con lo que eso conlleva a nivel de mala convivencia y degradación?
No creemos que ese sea el debate. Claro que nadie quiere vivir en un espacio conflictivo y con problemas de convivencia. Volviendo a la historia, el abandono de los centros históricos, la falta de inversiones, el hundimiento de los precios de la vivienda para poder comprar a precio barato, revitalizar, vender caro y grandes plusvalías, tiene estos riesgos.
¿Y añorar el comercio tradicional —que quizá ha desaparecido por su propia inviabilidad económica— solo porque decora el paisaje urbano a nuestro antojo?
La inviabilidad económica del comercio tradicional ha sido estudiada y no están tan claras las conclusiones. Creemos que el gran reto es mantener un entramado de comercio de proximidad que dé servicio a los habitantes del barrio y no solo a turistas y visitantes. Un ejemplo interesante son los mercados; hace unos años el Mercado de San Miguel tenía una magnífica aceptación por parte de los vecinos. Gestionado por la Asociación de Comerciantes de la zona que alquilaba los puestos tenía una ocupación del 100%. A partir de ahí, y ante el “bulo” de que se iba a tirar para hacer un “algo”, gran parte de los comerciantes deja sus puestos. Cuando se inauguró, todos nos acercábamos al mercado de San Miguel con curiosidad, pero hoy es prácticamente coto cerrado del turismo internacional.
¿Por qué en unas ciudades se gentrifica la periferia (Williamsburg. East-End…), y en otras, como Madrid o Barcelona, el centro?
En general, esto obedece a una cuestión histórica. La ciudad medieval (precapitalista) al crecer y dar paso a la ciudad capitalista cambia. Las nuevas industrias se asientan próximas a la ciudad existente y a los puertos ya que el transporte de mercancías es la principal variable, así como la mano de obra debe encontrarse cerca de la industria. Esto hace que las clases populares se asienten en los centros, cerca de las industrias y los puertos. La burguesía abandona estos espacios y crea el Example o el Barrio de Salamanca. Con la mejora de los transportes la industria, abandona el centro y se desplaza a las periferias. La construcción de vivienda a precio asequible en las proximidades de esos nuevos polígonos industriales hace que parte de esa clase popular abandone el centro y marche a la periferia. Con el consiguiente abandono de los centros, abandono no tanto de población como de inversiones públicas. De ahí a convertirse en espacios “abandonados” y altamente conflictivizados. Y luego, la revalorización.
Fotografía vía usuario de Flickr Tnarik Innael
En Madrid se escucha desde hace tiempo que “Lavapiés es el nuevo Malasaña”.
Lo que ocurre en Lavapiés no tiene nada que ver con lo que ocurre en Malasaña. No creemos que Lavapiés sea el nuevo Malasaña. Como sabéis, se entiende por gentrificación, el desplazamiento no deseado de una población vulnerable de un barrio (en general centros históricos) a las, en general, zonas periféricas. Lo que ha sido resultado de diversas dinámicas urbanas a lo largo de la historia (paso de la ciudad precapitalista a la capitalista, etc.), hoy se analiza desde otras perspectivas.
Cada barrio o zona urbana tiene sus propias características, porque las dinámicas que se desarrollan en él son diferentes. No podemos hablar de una cuestión uniforme, aunque nos ayude a entender lo que ocurre, caemos en una simplificación a veces no es correcta.
Los anteriores gobiernos basaban su actuación en la atracción de grandes inversiones (ciudad-marca) y los nuevos hacen política para y desde los barrios, para y desde los vecinos
¿Qué dinámicas hacen que la gentrificación sea distinta en estos dos barrios?
Malasaña continúa con su dinámica de comercio de diseño y franquiciado. Es cierto que se da una alta rotación de comercios, tiendas (generalmente de diseño) que nacen y mueren con una rapidez inusitada. Aunque podemos tener claro que si al capital global una zona deja de interesarle, la abandonará y buscará otra donde maximizar sus beneficios.
En Malasaña se apostaba por aprovechar la proximidad del principal polo comercial de la ciudad. Los principales cambios han venido de la mano de la eliminación del comercio tradicional y de proximidad, por otro formado por locales, la mayoría de restauración, de diseño y de franquicias. Basta darse un paseo por la calle Fuencarral, desde Gran Vía hasta la Glorieta de Bilbao. No olvidemos que la Asociación Triball, es una asociación de “comerciantes”…
¿Significa esto que en Lavapiés el proceso no lo provocan los comerciantes?
Lavapiés es otra cosa, por un lado tiene una historia donde se agrupan tres “identidades” diferentes; el habitante tradicional de Madrid (los manolos), la población migrante (la mitificada multiculturalidad) y un potente grupo militante y alternativo. Además, está “rodeado” por grandes equipamientos culturales (Museo Reina Sofía, La Casa Encendida, Tabacalera, Centro Dramático Nacional…), unido todo ello a la proximidad del Rastro. Pues bien, la existencia de estos tres grupos, uno con fuertes raíces (manolos), otro con una gran implantación en número y actividades (migrantes) y otro que encuentra en el barrio respuesta a su búsqueda de la autenticidad militante, crean un espacio que responde a los parámetros de espacio gentrificado.
¿El Ayuntamiento madrileño y otros municipios del mismo signo hacen que las ciudades sean menos proclives a la gentrificación?
Entendemos que sí, de todos modos esto es un problema de economía global. Los ayuntamientos tienen sus posibilidades de actuación limitadas. Como curiosidad, la primera vez que leímos la palabra gentrificación en un programa electoral fue el de Podemos para las últimas elecciones andaluzas. Y sí, creemos que, sobre todo, el gobierno municipal de Barcelona ha tomado medidas de mucho interés. Por ejemplo, el intento de racionalizar el problema de los apartamentos turísticos y la aprobación del Plan de Desarrollo Económico de Distrito en la Ciutat Vella donde se invertirán más de un millón de euros en los próximos cinco años para paliar los efectos de la gentrificación. Es indudable que los nuevos gobiernos tienen una visión muy diferente de lo que debe ser la ciudad. Los anteriores gobiernos, abrazando la máxima de posicionamiento en el mercado global, basaban su actuación en la atracción de grandes inversiones (ciudad—marca). Los nuevos gobiernos cambian el discurso, la política municipal debe hacerse para y desde los barrios, para y desde los vecinos. Creemos que la clave está ahí.
¿Cuáles son las políticas o propuestas más urgentes en este momento?
La clave: es que la política municipal debe hacerse para y desde los barrios, para y desde los vecinos. Nos parecen interesantes las medidas que está llevando a cabo el Ayuntamiento de Barcelona. Por primera vez se plantean medidas para combatir la gentrificación. La primera y fundamental es cambiar la concepción de ciudad, pasar de un espacio mercantilizado a uno destinado a sus habitantes. Tal como recoge el Plan Estatal de Vivienda actual, fomentar desde las administraciones la Rehabilitación, la Regeneración Urbana y el alquiler de las viviendas. Priorizar en barrios susceptibles o en proceso de gentrificación. Fomentar el negocio local evitando las franquicias. A ver cómo lo hace Barcelona, este es uno de los grandes retos. Interlocución directa con los vecinos y vecinas y no con las falsas agrupaciones de comerciantes. Gestionar elboomdel alojamiento turístico.
Aunque lejos de la dimensión de Barcelona, también asoma la patita en Madrid. Regeneración de espacios urbanos que fomenten el uso del mismo por las vecinas. Huir de la mencionada mercantilización. Evitar sacar servicios públicos del centro, incluso recuperarlos. Buen ejemplo son los edificios de la UNED en Lavapiés. Mal ejemplo es construcción de Biblioteca Pública a las afueras de la ciudad de Segovia y cierre de la existente en la calle Real (¿un nuevo museo?).