El sintetizador como lo conocemos hoy en día, es un objeto diversificado, alterado y simplificado para que podamos utilizarlo con facilidad, desde una copia fidedigna de la máquina real hasta una versión poco leal. En algún VST o algún sintetizador de boutique, hasta en un pequeño OP1 o incluso en un Moog en su versión para teléfono o dispositivo móvil, el sintetizador se hizo muy presente a lo largo de este nuevo siglo.
Lo cierto es que fue un instrumento que llegó para quedarse, y que no sólo se utilizó para realizar composiciones electrónicas o de arte sonoro con sonidos abstractos. Hoy en día el sintetizador es un instrumento tan común como cualquier otro instrumento de la modernidad, aunque a diferencia de otros instrumentos, tiene aún mucho que explorar en campos sonoros y literales y metafóricos.
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Cualquiera con una educación musical básica puede tocar acordes o escalas, pero no cualquier tipo de persona es capaz de entender y aplicar la energía y naturaleza de un buen sintetizador. En un inicio, los músicos aventureros y algunos experimentadores ya se acercaban al fundamento de lo que después se patentó como sintetizador, sin embargo fue hasta pasando la primera mitad del siglo XX que este tuvo difusión. Los primeros instrumentos electrónicos de los historia se generaron aproximadamente en el año 1900. Después de esto, con la invención del órgano de rueda tonal, se avanzó a la síntesis aditiva, la cual consiste en envolventes que manejan la actitud parcial de la onda y su comportamiento en la línea de tiempo.
Ya con instrumentos como el Theremin, Ondes Martenot y el Trautonium la síntesis mutó hacia los primeros sintetizadores de la era moderna, los Warbo Formant, y muchos más como estos, que se fabricaron desde 1940 hasta 1952. Fue hasta 1959 y 1960 que apareció el aclamado modular y procesador de sonidos que dio origen a la popularización en masa de este instrumento; Harald Bode desarrolló este modelo, lo que inspiraría más adelante a Donald Buchla y Robert Moog a diseñar instrumentos musicales analógicos.
La intriga e interés por el Moog Modular y el Buchla Series 100, desencadenó en que todos los músicos contemporáneos, así como a los lauderos electrónicos, quisieran uno de estos sintetizadores, que hasta la fecha no habían sido diseñados para ser portátiles y duraderos.
Después de esto, su auge se hizo sumamente controversial y comentado, el sintetizador había llegado para quedarse, evolucionar dominar el medio y no sólo en ámbitos experimentales o melódicos, también en ámbitos comerciales y conceptuales. Hubo y seguirá existiendo una gran tendencia hacia sus sonidos, ritmos y más inusuales. Sin duda un instrumento con una historia oculta y un discurso preciso acerca de la naturaleza de la electricidad fluyendo como un río.