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¿Qué pasaría si Bayer compra Monsanto?

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Los activistas anti-OGM [organismos genéticamente modificados] están horrorizados ante la perspectiva de que el gigante farmacéutico alemán Bayer compre a la empresa estadounidense de agroquímicos Monsanto. De concretarse la venta, los activistas aseguran que se reforzará aún más el poder hegemónico y corporativo sobre el suministro de alimentos del mundo.

“La fuerza absoluta que Monsanto y Bayer podrían ejercer sobre los gobiernos, el poder que esta unión les daría para avanzar en sus objetivos de regulación, en sus esfuerzos para eludir la transparencia y frenar una agricultura menos química, menos veneno dependiente, sería algo muy malo para los consumidores”, dijo Gary Ruskin, co-fundador de US Right to Know [Estados Unidos tiene derecho a saber], un grupo de defensa que apoya el etiquetado de los alimentos modificados genéticamente. “Es malo para los agricultores y para el medioambiente”.

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Ruskin se expresó después de que Bayer emitiera un comunicado de prensa el pasado 19 de mayo diciendo que había presentado a Monsanto una oferta de compra. Las compañías no revelaron la cifra, pero los informes estiman que Bayer podría soltar algo así como 73 mil millones de dólares para hacerse con la empresa alimenticia con sede en St. Louis.

“La fusión propuesta reforzaría a Bayer como empresa global en la innovación en el ámbito de las ciencias de la vida, liderando sectores comerciales y creando una actividad agraria líder integrada”, dice el comunicado de Bayer.

‘Si hay sólo unas pocas cepas de semillas, entonces la posibilidad de elección del consumidor desaparece y la biodiversidad podría hacerlo también’.

Monsanto es uno de los mayores proveedores del mundo de semillas modificadas genéticamente. También es famoso por su conocida marca de herbicida Roundup. Fundada en 1863, Bayer es una de las compañías más veneradas del mundo. Sus científicos inventaron la aspirina así como otros conocidos e importantes medicamentos.

No se sabe si Monsanto aceptará la propuesta de Bayer ni si los reguladores estadounidenses y europeos darían el visto bueno al acuerdo.

Pero la posible venta, que crearía el mayor proveedor mundial de semillas y productos químicos agrícolas, forma parte de una tendencia del sector agroindustrial. Incluyendo a Bayer y Monsanto, las seis empresas que dominan la industria están tratando de fusionarse en tres entidades para ahorrar costes en una competencia cada vez más global de unos contra otros. DuPont y Dow Chemical han propuesto una fusión. China National Chemical Corporation también está tratando de adquirir Syngenta, productor suizo de semillas transgénicas y agroquímicos. El año pasado, Monsanto intentó, sin éxito, comprar Syngenta por 46.000 millones de dólares.

Ruskin y otros críticos de la empresa Monsanto, Bayer y las otras compañías que producen transgénicos alegan que éstas venden semillas para monocultivos — un tipo sólo de algodón, por ejemplo — y que esto va en contra de la diversidad de la naturaleza. Las semillas, a su vez, producen plantas que son inmunes a los herbicidas y pesticidas que las mismas empresas producen, alentando a los agricultores a utilizar toxinas que matan a las plantas y a insectos beneficiosos y contaminan la tierra.

“Si hay sólo unas pocas cepas de semillas, entonces la posibilidad de elección del consumidor desaparece y la biodiversidad podría hacerlo también”, afirmó Ruskin. “Estas son empresas que están empeñadas en el desarrollo de productos altamente dependiente de químicos, una agricultura dependiente de pesticidas y herbicidas”.

La reforma comunitaria sobre cultivos transgénicos intensifica el debate sobre su inocuidad. Leer más aquí.

Las controversias sobre los OGM ha llevado a la mitad de los miembros de la Unión Europea, entre ellos Francia y Alemania, a prohibir entre sus agricultores este tipo de cultivos.

“Prácticamente no hay mercado de semillas modificadas genéticamente en Europa porque son muy impopulares”, dijo a la agencia Bloomberg Dirk Zimmermann, un experto en OGM de Greenpeace Alemania, agregando que una fusión de Bayer-Monsanto “dañaría el futuro de la agricultura sostenible”.

Muchos científicos han rechazado a los detractores, sin embargo. La Academia Nacional de Ciencias, Ingeniería y Medicina (NAS) de Estados Unidos dio a conocer un informe de 388 páginas en el que no encontró efectos dañinos para la salud de los alimentos transgénicos, comunes en el país. Por ejemplo, la mayor parte de la soja y el maíz que comen los animales de granja en EEUU están modificados genéticamente.

“Si bien se reconoce la dificultad inherente a la detección de efectos sutiles y a largo plazo en la salud o el medioambiente, el comité de estudio no encontró pruebas documentadas de una diferencia en los riesgos para la salud humana entre los cultivos actuales disponibles comercialmente genéticamente modificados (GM) y los cultivos tradicionales, ni tampoco encontró relación de causa y efecto en la evidencia de los problemas ambientales y los cultivos transgénicos”, expresó la Academia en un comunicado.

El informe tiene a los críticos de los OMG y a la comunidad agroindustrial hirviendo.

No recomienda que Estados Unidos etiquete los alimentos transgénicos, por ejemplo, pero reconoce que el tema es polémico y que no se trata simplemente de una decisión científica, dando munición a los defensores del etiquetado de los OMG en la cruenta batalla que se está llevando a cabo en el estado de Washington en la actualidad. Vermont ha promulgado una ley que requerirá etiquetar a los alimentos transgénicos a partir del 1 de julio. Pero los demócratas y republicanos en el Congreso están debatiendo un proyecto de ley que bloquearía la legislación del estado nororiental.

“En lo que respecta a las etiquetas para los OMG, el informe de la NAS señala que hay opciones valiosas que los consumidores quieren hacer cuando van a comprar comida”, dice Michael Hansen, científico principal de la Unión de Consumidores. “Celebramos que el informe cite encuestas que muestran que los consumidores reclaman un etiquetado para los OMG”.

Sin embargo, el informe de la NAS también señala que las malas hierbas y las plagas son resistentes a los herbicidas y pesticidas que los agricultores están utilizando en los cultivos transgénicos, que también pueden tolerar los venenos, un problema potencialmente grave para los agricultores.

El bioquímico Bruce Chassy, profesor emérito de la Universidad de Illinois en Urbana-Champaign, opina que la sinergia entre Bayer y Monsanto podría ayudar a enfrentar estos desafíos. Chassy ha recibido financiación de Monsanto.

“Bayer Crop Science es principalmente una empresa química con un significativo interés en los transgénicos”, explica Chassy, en referencia a la división de agroindustria de Bayer. “Monsanto, por una elección deliberada de hace muchos años, dejó de ser una compañía química para convertirse en una empresa biológica. Se pueden lograr cosas en una fusión entre la química y la biología que no se podrían lograr desde la biología solamente”.

El cliché del ‘África hambrienta’ puede estar promoviendo los transgénicos. Leer más aquí.

Pero Doug Gurian-Sherman, científico senior en el Centro de Seguridad Alimentaria, advierte de la amenaza que puede suponer la posible fusión entre Bayer y Monsanto. Bayer quiere ser el dueño del negocio de Monsanto, hacerlo más eficiente y rentable, pero no gastar dinero en alterarlo, afirma. “Y sin embargo, el modelo de negocio es el gran problema”, sostiene.

Es menos caro y científicamente más fácil modificar un solo gen para hacer plantas tolerantes a los herbicidas y pesticidas de lo que es hacerlo para que las plantas soporten sequías o sean menos dependientes de fertilizantes llenos de gases de efecto invernadero que contribuyen al cambio climático, opina Gurian-Sherman. Las semillas correspondientes a los OMG de un solo gen pueden venderse, se plantan en cualquier lugar y se mantienen vivas con la ayuda de malas hierbas y de insectos asesinos.

“Si realmente deseas optimizar la agricultura, si realmente quieres que sea más resistente al cambio climático, más sensible a los mercados locales, más resistentes a la sequía, tienes que optimizar los cultivos para las condiciones locales que varían de un lugar a otro”, añade Gurian-Sherman. “Eso es exactamente lo contrario de lo que estas empresas están haciendo”.

Pero el proceso es insostenible, argumenta Gurian-Sherman. Las malas hierbas y los insectos crecen resistentes a las toxinas y las empresas se desdoblan en la creación de nuevos organismos modificados genéticamente y nuevos herbicidas y pesticidas. Es un círculo vicioso, describe, que se aceleraría si Bayer, Monsanto y las otras corporaciones agroquímicas se fusionan.

“Nosotros mismos nos hemos metido en esta situación genética de los cultivos y depende de nuestra capacidad el conseguir una agricultura más sostenible y que responda al problema del cambio climático”, dice. “Estamos cavando nuestra propia fosa trabajando contra la naturaleza en lugar de con ella”.

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