Los Andes
Montaña insolente con sombrero de alas blancas,
indecorosamente fría, de acantilados pétreos,
conviertes en agua la historia de tu pueblo
que cae por sus venas en forma de vertientes.
Alta, alta, ¡alturas indomables!
Escondes en los riscos la verdadera línea de la existencia humana,
la única exactitud americana, la eternidad inagotable,
la vida que late con corazón de piedra.
-Francisco Mendoza
Se conoce como “andino” a aquello perteneciente o relativo a los Andes, la monumental cordillera que atraviesa el continente suramericano desde Argentina hasta Colombia. Antes de la llegada del hombre blanco a estos lares, distintas culturas indígenas poblaron estas tierras durante siglos, forjando civilizaciones con lenguas y expresiones culturales propias, una de estas la música. Como toda producción cultural, el paisaje moldea el producto: las montañas, la fauna, el viento… así, la música aquí producida estuvo cargada de melodías evocativas, interpretadas con flautas de caña, charangos, percusiones. Pero también era un lenguaje espiritual que acompañaba el ritual mismo de la vida. Como el soundtrack mágico que la definía.
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Debido a los procesos coloniales ocurridos en estas tierras, gran parte de la música ancestral desapareció. Sin embargo, su llama se ha mantenido viva a través de rituales tradicionales como el Inti Raymi y el Yamor en Ecuador, bailes como bambucos, pasillos y guabinas en Colombia, cantos como el huayno o la bandurria en Perú, Bolivia y Argentina, los trotes chilenos, y claro, buenas fiestas en todos los rincones de la Tierra. Son prácticas y sonidos que permanecen porque están arraigados en nuestras células. Expresiones que han resistido y que luego se han ido consolidando como estéticas.
No es un fenómeno nuevo (en Colombia, por ejemplo, Héctor Buitrago lleva ya diez años explorando estas sonoridades con su proyecto Conector). Sin embargo, recientemente en Latinoamérica ha emergido un grupo de productores electrónicos que mediante prácticas comunitarias anda activando esta frecuencia con vehemencia tan solemne que su trabajo poco a poco se está tomando pistas clave alrededor del planeta. Son sonidos que hoy resuenan con fuerza cósmica y que dan forma a este movimiento que atrevidamente llamamos “Electrónica Andina”, pero que pretende mucho más que la etiqueta, y es indagar al fondo del misterio desde estas geografías. Encontrar respuestas.
A continuación una sencilla guía para poner sus orejas al servicio esta experiencia.
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RAÍCES: Un sonido que tiene la edad de las montañas
El sonido siempre estuvo, solo hacía falta escucharlo. Hay rituales milenarios que lo llevan en sus venas, como el Inti Raymi, que se celebra en Ecuador y Perú cada año en día de solsticio de verano como homenaje al Sol, en agradecimiento por la buena cosecha y la fecundidad de la tierra. La ceremonia se realiza al son de instrumentos de viento y percusiones que marcan el ritmo de los tiempos. Para Quixosis , por ejemplo, esta representó su primer acercamiento a la cultura andina tradicional. Su madre lo llevó a una cuando era pequeño.
También hay cantantes folclóricos que han servido de inspiración al movimiento como Zulma Yugar, Cesaria Evora y Mercedes Sosa. El caso de Luzmila Carpio, por ejemplo, es especial. Esta boliviana le ha cantado a su tierra, a la Pachamama, a la naturaleza y a su gente desde mediados de 1960 en Quechua, su lengua originaria. En sus más de 25 discos editados, Luzmila y su música han significado un símbolo de identidad y resistencia para los pueblos indígenas del sur y las nuevas generaciones de artistas en la región. Tanto, que en febrero de 2015 el sello argentino ZZK, pionero en esto de la Suramérica digital, lanzó Luzmila Carpio Remixed, un EP en el que la voz y el charango con los que se arma ella se complementan con los lasers de la nueva escuela.
Otro compositor fundamental para entender la naturaleza del sonido andino es el peruano Daniel Alomía Robles, compositor de “El Cóndor Pasa”, gran himno del género. Alomía pasó gran parte de su juventud viajando por su país, recopilando cantos y música que trascendía generaciones, incluyendo melodías, instrumentos y relatos tradicionales de las antiguas culturas. El legado de Alomía Robles es una de las colecciones folclóricas más grandes y destacadas de Suramérica. Contiene más de 600 melodías, 200 obras musicales originales, una ópera, dos sinfonías y una zarzuela dramática titulada Soy la paloma que el nido perdió, de la cual es parte “El Cóndor Pasa”. Después de la muerte del compositor, la agrupación Los Incas grabó un LP en el que incluyó una versión de esta canción. A inicios de la década de los setenta, Simon & Garfunkel visitó el tema, esta vez en inglés. Así, “El Cóndor Pasa” se transformó en “If I Could”, y sobrevoló el mundo.
Pero Alomía no ha sido el único.
En 1967 José Larralde publicó su primer disco, Canta José Larralde, cuyo primer tema estaba titulado “Quimey Neuquén“. La canción original la compuso Marcelo Berbel y la letra es un poema de Milton Aguilar. Ellos dos descendían de mapuches y su trabajo lo dedicaron a escribir sobre su tierra. En 2010, Chancha Vía Circuito le dio su toque a esta canción, remix que hasta fue incluido en un capítulo de Breaking Bad.
Ahora démosle la vuelta al tiempo y conozcamos a algunos de los amigos más nuevos.
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ARTISTAS: Maestros de ceremonia
Pedro Canale ha hecho de la raíz sudaca su caldo de cultivo. De escuela ZZK, bajo el alias de Chancha Vía Circuito, ha incursionado en la cumbia digital, los sonidos selváticos, los aires andinos, y siempre abstracto. Aunque sus primeros pasos fueron más cumbieros, últimamente ha esculpido un sonido más tirado hacia la inteligencia vegetal, al mantra interno, que además es catalogado como pionero del movimiento. Sus discos Río Arriba (2010) y Amansara (2014) son referentes obligatorios para esta materia. Y no solo ha sido gran inspirador, sino maestro de actos nuevaoleros como Barda y Barrio Lindo.
Lulacruza está compuesto por Alejandra Ortiz de Colombia y Luis Maurette de Argentina, artistas que decidieron unir los dos extremos de su continente a partir de una profunda vocación a la magia concretada en voces femeninas, instrumentos suramericanos y experimentación en el campo electrónico. Recientemente sumaron al buen Pablo como bajista. También lanzaron el quinto EP de remixes de su álbum Orcas, que ha contado con reinterpretaciones de muchos de estos cosmoninjas. Han estado de gira en Estados Unidos, Bali, Australia y Europa. En el circuito yogui son superestrellas.
El argentino Nico Bruschi es SidiRum. Comenzó mezclando los sonidos que ya conocía, el dub, la cumbia y el reggae con afanes electrónicos. Y sin embargo, había un sonido que conocía mejor: el de su tierra. Lo metió entonces en la mezcla con el objetivo de llevarnos de viaje por ella. Y qué experiencia. Este año estuvo visitando Brasil, Alemania, Suiza, España y más, participando en festivales como el Fusion y el Nómade.
Tras vivir un año en Buenos Aires, un viaje por el sur del continente envolvió a Robin Perkins en un rumor de madretierra del que desde entonces no ha podido desprenderse. Ahí encontró tanta diversidad de timbres, de ruidos, de ritmos y de historia que sigue inspirado hasta hoy, firme con sus distintos proyectos, de los que conoceremos más a continuación… Es inglés pero ya le salió plumaje.
Daniel Lofredo nació en los Andes ecuatorianos, se crió en los caseríos y montes quiteños, y maduró dándole vueltas al mundo. Carga influencias de IDM, ambient, skweee, tarot, expresionismo abstracto, noise y la épica música espacial de los setenta. Cosmonauta consumado, le ha apostado a hacer música andina sin pegarse al concepto estético que a esta se atribuye, sino basándose en sus experiencias, en sus raíces mestizas y latinoamericanas que de alguna manera se entrelazan como un telar con la electrónica (a propósito, recién estrenó un EP mágico). Ha participado en el Boiler Room Ecuador y en festivales como el Hermoso Ruido en Bogotá. Próximamente estará en la versión colombiana del festival Nómade.
Tras una estadía muy nutritiva de tres años en Bogotá, el bonaerense Agustín Rivaldo decidió empezar a producir música electrónica incrustada en lo de acá. Compone desde un lado natural influenciado por su propia vida y, como luthier, porque lo es, construye sus propios instrumentos, lo que le ha dado un filo más íntimo a su música. Este último año ha estado en todas partes, desde el Goulash Disco Festival en Croacia hasta juntando fuerzas con los brujos mayores de Voodoohop en Berlín. Su tiempo también se lo ha dedicado al sello/colectivo Shika Shika que tiene junto al Búho de allá arriba.
El violinista y compositor colombiano radicado en Italia desde el 2001 ya ha lanzado trés álbumes, “El Viaje“, “Mohs” e “Iwa“, en los que se refleja su capacidad para meterle a lo ancestral de su ADN el beat del viejo continente. Su música es un estilo de rompecabezas, hecha con piezas de todas partes, en la que convergen sabiamente los sonidos pasionales de estos aires con el frío racionalismo occidental. Su nombre ha completado el line up del festival Goulash Disco en Croacia, Woomoon en Ibiza y el Fusion Festival en Berlín.
¿Qué podemos decir de Nicolá Cruz que no se haya dicho ya? Desde un principio pronosticamos que el productor ecuatoriano pondría a sonar su música a lo largo y ancho del planeta, poniendo su ‘andes step’ en el mapa y regando por ahí polvitos mágicos de por acá. Y así fue. Nicola Cruz es tal vez el mayor referente actual de este movimiento, ya que nunca había estado tan claro eso del suramerican rave.
Otros artistas recomendados… El downtempo minimalista de Barda; la electrónica autóctona de Camanchaca; el aire techno tribal de Matanza; la proyección de los ecuatorianos de Evha, Lascivio Bohemia o Mala Fama; por nombrar a algunos, han aportado enormemente a la salud de esta movida.
Y atentos que apenas arranca…
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SELLOS, COLECTIVOS Y COLABORACIONES: Tejido de comunidad
Una fiesta en Buenos Aires. Luego un colectivo que reunió a todos los DJ’s que tocaban en esta fiesta. Luego una especie de laboratorio de electrónica regional. Luego uno de los sellos con el sabor más avanzado del continente y sin duda el de su imaginario más futurista. ZZK inició con un compilado con 16 tracks en el 2008 y ahora cuenta con más de 40 álbumes de distintos artistas, desde Chancha Vía Circuito hasta Nicola.
Como lo explica el punto dos de su decálogo (“la plataforma pretende consolidar una red horizontal y cooperativista de artistas que buscan difundir sus obras e intercambiar ideas”), se trata de un proyecto colaborativo. En el sentido estricto, es un sello, pero no cualquiera, sino uno especializado en un “estilo de electrónica con sabores latinoamericanos acompasados, muchas veces lisérgicos que termina por construir intrincados paisajes/espejo tan energéticos, emotivos e inspiradores como los escenarios reales que los detonaron: las montañas, el Delta del Paraná, la selva/hogar donde suenan habitualmente grillos, pájaros, ríos mesopotámicos, ícaros de ayahuasca”. Las palabras son de su creador, el psiquiatra y ex ZZK Andres Scheingart, más conocido en las pistas del continente como El Remolón. El sello acoge artistas de segunda generación como Yin Yerei, Barda y San Ignacio.
Shika Shika es el hijo que El Búho y Barrio Lindo no quieren reconocer. A través de este, buscan volver más amigable la manera en la que los artistas difunden su música, hacerlo en equipo pero de una manera horizontal, sin jerarquías. Matanza y SidiRum son algunos de los artistas que han sacado su música en este colectivo sin dueños para música sin fronteras que recientemente lanzó su primer compilado, Confluencias, dividido en dos partes: Selva y Montaña, en los que participaron artistas de doce países diferentes que concentraron su creatividad en el paisaje suramericano.
“A Guide to the Birdsong of South America”, una colaboración interespecie
Este proyecto de la plataforma de música bastarda Rhythm and Roots, también de El Búho, que al parecer no duerme, reunió a diez productores latinoamericanos como Dengue Dengue Dengue, Chancha Vía Circuito, Lulacruza, Tremor y Nicola Cruz con el fin de crear un álbum en el que se utilizara el canto de ciertos pájaros en vía de extinción como inspiración para hacer música. Cada artista tomó el sonido de un pájaro de su país y a partir de su trino creó un track original. El propósito de este fue unir el arte y el activismo usando la música y la creatividad para aumentar la conciencia sobre las especies que están en peligro de extinción. Porque muchas veces la naturaleza y la música confluyen en una misma meditación.
El hermanito brasilero del movimiento. Dirigido por el DJ y productor Pigmaliao, el hombre le hecha buen fuego a la candela editando, por ejemplo, este precioso EP de Barda y SiDiRum.
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FIESTAS Y FESTIVALES: Bienvenidos al ritual
En 2013, José Alarcón fundó esta experiencia que recorre el mundo de manera itinerante, conectando lo sagrado con lo profano, el ritual con la fiesta y lo ancestral con lo contemporáneo, con la participación de voluntarios, artistas plásticos y músicos de nueva y vieja guardia, para el beneficio de las comunidades originarias de las regiones donde se celebra. Sus tres ediciones oficiales se han llevado a cabo en la reserva Mapu Lahual de Chile y este año llegará por primera vez a Colombia. Además de estas cuatro celebraciones, Nómade ha llegado hasta al otro lado del charco, a ciudades como Berlín, donde organizó los Rituales Nómade que consisten en showcases a menor escala pero con el mismo espíritu que el festival suramericano. Nicola Cruz, Matanza, SidiRum, Vruno, Rodrigo Gallardo, King Koya y más productores de la onda han sido parte del lineup del Nómade, además de artistas europeos pero interesados en este sonido como Kraut, Sari, o Martha Van Straaten (quien a propósito la rompe).
Este festival, aunque se centra en la Riviera Maya, reúne a DJs, productores y curadores del lado izquierdo de la cancha, muchos de los cuales se centran en las raíces ancestrales para diseñar su sonido. Celebrado a principios de enero, su edición 2016 pasó a los libros, pues contó con la participación de Matanza, Nicola Cruz y El Buho, cuyos sets fueron transmitidos a través de Boiler Room. Aunque no se ha anunciado el line up del festival del próximo año, se llevará a cabo el 6 y 7 de enero en Tulum, México.
Deli Nights
El Buho y los Frikstailers se juntaron para darle a la Ciudad de México una serie de fiestas en las que la música folclórica latinoamericana sea la protagonista. Para lograrlo, invitan a artistas cuya música fusione elementos rituales con sonidos tech hous para la pista de baile. Las Deli Nights comenzaron en mayo de este año y ya se han realizado tres versiones, una de ellas también transmitida a través de Boiler Room.
Las fiestas del parche Fertil Discos, dicen, son medio mágicas. En lugares cuidadosamente seleccionados de Buenos Aires, por aquí se reúnen todos los brujos del Sur para darle cuerda a sus rituales psicomusicales. Habrá que pegarse el viaje.
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DISCOGRAFÍA ESENCIAL: Ecos de los Andes
Río Arriba, Chancha Vía Circuito, 2010
En Rio Arriba,Chancha se despega de la cumbia que lo caracterizaba y se lanza por un viaje abstracto a través del continente. Un relato sonoro que va hacia la raíz, pero interior. Una suramérica introspectiva repleta de color. Con Río Arriba se desató el fuego en las montañas.
Quebrada, El Buho, 2014
Este EP de El Buho que salió a través de QTZLCTL, net label de Nicola Cruz, fue inspirador para la nueva ola de productores de música electrónica ritual, en especial el track “Calchaqui” remixeado por Nicola. Este EP, sin duda un disco portal, demostró no solo que este sonido tenía mucho potencial, sino que advertía la ola de talento que llegaba.
Prender el Alma, Nicolá Cruz, 2015
Nadie como Nicola para expresar sutil pero poderosamente esa facultad ritual que hay en esta fusión de sonidos. Y nadie como él, también, para ser su principal evangelizador en el mundo por las cualidades sonoras de sus producciones, tan cercanas al volcán pero a la vez al nervio y al carácter de una pista global voraz, pero también hambrienta de nuevos referentes. En términos de música electrónica, pareciera que Suramérica es antes y después de Nicola.
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ARTISTAS ASOCIADOS: Voces y visiones
El imaginario de este movimiento ha sido clave a lo largo de los años. Fidel Eljuri, el primer artista multimedia asociado al sello ZZK, explora la relación entre la cosmología del hombre y la naturaleza que habita mediante sus ceremonias digitales:
Y Paula Duró, quien además es la pintora argentina detrás de las portadas mágicas de los discos de Chancha Vía Circuito, explora la relación entre la magia y el paisaje suramericano.