En fotos, la primera edición del Festival Paraíso

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En fotos, la primera edición del Festival Paraíso

Fotos de dos días de barro, buena música y felicidad en el festival que Madrid necesitaba.

La música en directo en Madrid llevaba unos años de capa caída. Cierres de salas, sesiones que no prosperaban, recortes, el vaivén de la Ley de Espectáculos y Actividades Recreativas… pero el final del túnel está cada vez más cerca. Ya se ve la luz. La llegada primero del Tomavistas, después del Mad Cool y ahora del Paraíso y sus éxitos de público confirman que la capital los necesitaba. Y que los madrileños nos apuntamos a un bombardeo haga sol, llueva o truene.

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Porque llovió en el Mad Cool de 2017, llovió en la última edición del Tomavistas (que se lo pregunten a Él mató a un policía motorizado) y llovió a las puertas del Paraíso. En las últimas semanas y probablemente en las próximas también, las temperaturas en la capital son más bajas que en Oslo, así que muchos no teníamos demasiada esperanza en el festival de electrónica, que se celebraba al aire libre y en los campos de rugby de la Universidad Complutense. El retraso en la apertura de puertas por el colapso de una salida de emergencia a causa del barro del viernes no contribuyó al optimismo.

Pero las ganas de disfrutar, por fin, de un festival de música avanzada y electrónica en la capital vencieron a cualquier mal augurio, al barro -que fue muy convenientemente camuflado con paja y césped artificial por la organización- y a la lluvia. Quizá sea que en Madrid ya hemos asumido que nos toca convivir con temperaturas que parecen más propias del Reino Unido o quizá sea que el cartel que nos había preparado el festival no era para perdérselo, pero el Paraíso fue un éxito.

El viernes, el DJ set de Apparat se llenaba bajo la carpa del Escenario Club, justo después de las actuaciones de Kelly Lee Owens y Sahalé. Visuales futuristas y temas de Caribou o Jamie XX dieron oficialmente el pistoletazo de salida a la primera noche del Paraíso. GusGus presentó su Lies Are More Flexible, el dúo islandés Kiasmos llenó el Escenario Paraíso y Yaeji, la que, dicen, es la gran promesa del house, puso patas arriba el escenario Manifiesto con una sesión a caballo entre el live y el dj set. Y para cerrar una noche redonda en la que la lluvia dio tregua, Hot Chip Megamix, el nuevo concepto de producción de la banda de electropop y el productor y DJ de Melbourne Tornado Wallace.

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El sábado la fiesta empezaba pronto, con las hermanas Ibeyi, que ofrecieron un show de pop fusión en el que no pararon de animar al público y de interactuar con los primeros que llegaban al festival. Tune- Yards les tomaron el relevo, también con un directo de lo más divertido en el que hubo cabida para el baile y también para el intimismo -Garbus salió al escenario con su banjo-. Dekmantel Soundsystem, creadores del festival y el sello homónimo en los Países Bajos, el productor coreano Hunee o Martin Gretschmann, aka Acid Pauli, el cerebro detrás del proyecto Console, fueron algunos de los platos fuertes de la segunda noche de festival.

Y entre concierto y concierto, las monjas de colores de la Juan Gallery paseando, un nuevo grupo alucinando con las instalaciones florales de Orquídea Drácula, alguien comentando los visuales o los espectáculos de luces. Detalles que hicieron, junto a la declaración del festival como espacio libre de acoso o su compromiso con el medio ambiente, que el Paraíso llegara pisando muy muy fuerte. Aunque fuera sobre barro.