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(Izquierda) Bolsas de basura acumuladas en Kalapattar para su transporte por aire (foto cortesía del Comité de Control de la Contaminación de Sagarmatha, Nepal). (Dcha.) “Botas Verdes”, un alpinista indio que murió en la vertiente noreste del Everest en 1996, sirve hoy como punto de referencia para calcular la distancia y la altitud (foto vía Wikimedia)
Cambio climático

El deshielo del Everest está dejando al descubierto toneladas de basura y cadáveres

“El vertedero más alto del mundo” está vomitando basura y cadáveres que llevaban décadas sepultados bajo el hielo y la nieve.

Actualización 18/09/2019: Una versión anterior de este artículo indicaba que Mingma David Sherpa había colaborado con Anthony Gordon y recibido financiación de este. Sin embargo, tras hablar con Gordon, hemos actualizado el texto para aclarar que Mingma formaba parte del equipo contratado por Gordon y su empresa. Lamentamos el error.

Este artículo es parte de una iniciativa internacional de VICE para dar mayor visibilidad al problema del cambio climático en todo el mundo. Las oficinas de VICE en Asia-Pacífico están analizando los principales problemas en sus territorios para disponer de una valoración general de la salud de nuestro planeta y poner de manifiesto la necesidad de tomar medidas urgentes.

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La primera vez que escaló el Everest, en 2010, Mingma David Sherpa vio un cadáver.

Mingma, que entonces contaba 20 años, sabía que, diseminados por la ruta a la cima, había más de 200 cuerpos de alpinistas. Muchos los usaban como puntos de referencia para calcular la distancia y la altitud. Sabía, por ejemplo, que cuando viera a “Botas Verdes” ⎯un alpinista indio al que bautizaron por el verde chillón de sus botas⎯, habrían entrado en la “zona de la muerte”, a 8000 metros sobre el nivel del mar.

“Me sentía mal”, recuerda Mingma de aquel ascenso viendo un cadáver tras otro, todos congelados en un instante trágico. “Me crucé con varias personas claramente angustiadas, pero a las que no podían rescatar”.

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Mingma David Sherpa, guía alpino y especialista en rescates, comprueba un cilindro de oxígeno. Foto: Omkar Khandekar

En 2016, Mingma se unió a Anthony Gordon, un productor de televisión australiano que estaba trabajando en un documental sobre el primer equipo de rescate de sherpas del mundo (los sherpas son una comunidad étnica nepalí a cuyos miembros suelen contratar como guías alpinos). El grupo, formado por siete sherpas, había recibido formación para utilizar cámaras, y se aprovecharon las imágenes que habían ido grabando de sus misiones de rescate para realizar el documental, Everest Air.

El equipo de Mingma rescató y recuperó los cuerpos de 52 personas tanto del Everest como de Makalu, la quinta montaña más alta del mundo. Pero no solo se tuvieron que enfrentar a un territorio hostil, sino también a los efectos del cambio climático causado por el ser humano. El año anterior, las temperaturas anormalmente elevadas provocaron avalanchas en el glaciar Khumbu que se cobraron la vida de 16 personas.

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“Ya no se puede predecir lo que va a pasar”, lamenta Mingma. “A veces hay mucha nieve, a veces menos”.

Todo esto ha provocado que muchos cuerpos que llevaban años sepultados bajo el hielo hayan empezado a quedar al descubierto. Y con los cuerpos, también toneladas de basura ⎯latas, botellas, equipo de escalada abandonado y desperdicios⎯ acumulada durante décadas. Solo en el campamento base se acumulan más de 5000 kilos de desechos producidos por el ser humano.

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Cuatro cadáveres recuperados del Everest. Foto cortesía del Comité de Control de la Contaminación de Sagarmatha, Nepal

Un estudio llevado a cabo en un periodo de cinco años por el International Center for Integrated Mountain Development (ICIMOD) reveló que los glaciares de Hindu Kush y el sistema montañoso del Himalaya se están derritiendo rápidamente y acabarán reducidos a un tercio de su tamaño actual si no se toman medidas para controlas las emisiones de CO2.

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Bolsas de basura acumuladas en Kalapattar para su transporte por aire (foto cortesía de Sagarmatha Pollution Control Committee, Nepal

El 2019 fue uno de los años más mortíferos en el Everest, en parte debido a las aglomeraciones debidas al clima impredecible que hace que los escaladores sean más susceptibles a los efectos que el ascenso a grandes alturas tiene sobre el cuerpo. Esta imagen, que se viralizó, muestra el embotellamiento de casi 200 escaladores cerca del pico. El Gobierno de Nepal, que ha emitido la cifra récord de 383 permisos de ascenso al Everest, fue duramente criticado por mercantilizar sin miramientos un ecosistema tan frágil. Pero para un país cuyo PIB per cápita es de solo 755 euros, el aumento de visitas al Everest es una oportunidad nada desdeñable de generar ingresos. De hecho, solo este año, las expediciones al Everest han supuesto un beneficio para el país de 442 millones de rupias nepalíes (cerca de 3,6 millones de euros).

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Sin embargo, esta situación es una trampa lógica. Son muchos los que piensan que la responsabilidad de limpiar el Everest depende tanto del sector privado como de la sociedad civil. Como representante de la cuarta generación de guías de montaña de su familia, Ang Tshering Sherpa, de 73 años, cree que la limpieza no solo beneficia al medioambiente, sino que permite la continuidad del negocio de las expediciones.

“Si queremos que el negocio siga creciendo, debemos ser responsables con el entorno”, señala.

“Mi bisabuelo dirigía expediciones desde la década de 1920. Pero la primera operación de limpieza importante la hizo en 1996 la Asociación de Alpinismo de Nepal. Yo estuve participando junto con otros 40 sherpas. Volvimos con unas siete toneladas de basura”.

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Un porteador nepalí avanza con su carga desde el campamento base, en Nepal. Foto: Reuters / Laurence Tan

Aquella operación de limpieza se financió con miles de euros de capital privado. Mientras no haya financiación gubernamental, este tipo de iniciativas solo pueden replicarse esporádicamente.

Desde 2008, la agencia Asian Trekking Pvt Ltd., propiedad de Ang Tshering, ha dedicado el 20 por ciento de sus beneficios a hacer limpiezas anuales. Gracias a llamadas “ecoexpediciones” de la agencia se han recogido más de 20,2 toneladas de basura acumulada a altitudes superiores a las del campamento base. También se han recuperado los cadáveres de 7 alpinistas por encima de los 8400 metros. “A esa altura, el trabajo de retirada no es fácil”, añade Tshering. “El cuerpo congelado de una persona media puede pesar hasta 160 kg por el hielo que se forma a su alrededor. Pero los sherpas lo hacen por el medioambiente”.

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El personal de rescate envuelve un cuerpo hallado en el Everest. Foto cortesía de Sagarmatha Pollution Control Committee, Nepal

En 2014, acuciado por las labores de varios de esos voluntarios, el Gobierno nepalí introdujo una norma según la cual cada grupo de alpinistas debía dar un depósito de unos 3700 euros, dinero que pueden recuperar siempre que, a su regreso, traigan 8 kg de basura cada uno. Para controlar el problema de las heces humanas, suplican a los alpinistas que las metan en bolsas y las desechen tras el descenso. El coordinador de la ONG Sagarmatha Pollution Control Committee (SPCC), Tshering Tenzing Sherpa, asegura que la medida es efectiva.

A principios de año, el Gobierno contrató al SPCC para dirigir una operación de limpieza. En primavera de 2019, cuando el ensayo se abrió a los alpinistas, un equipo de ocho de ellos recorrió las montañas y regresó con 10,5 toneladas de basura y siete cuerpos. Thsering Tenzing planea seguir con la operación al menos otros cinco años más.

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Equipo de la operación de limpieza en el campo base del Everest. Foto cortesía de Sagarmatha Pollution Control Committee, Nepal

Pese a todos estos esfuerzos, todavía quedan cerca de 30 toneladas de residuos en la montaña, según las estimaciones de Everest Summiteers Association. El mes pasado, el Gobierno prohibió el uso de plásticos desechables en la región. Para reducir el número de muertes, también se están planteando restringir los permisos solo a personas que hayan escalado al menos un pico de 6500 metros en Nepal antes de intentar el ascenso al Everest.

Para todas esas medidas, la solución más efectiva es formar, fomentar la conciencia medioambiental y los esfuerzos constantes, asegura Tshering Tenzing. “Everest es la madre del Nepal. Debemos salvarla”.

Corrección: este artículo contenía originalmente errores en los números de los fallecidos escalando el Everest en 2019. Lamentamos el error.

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