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ganar no es lo importante

El esquiador olímpico que tardó tanto en llegar a la meta que el campeón le fue a buscar

Philip Boit fue el primer atleta keniano que compitió en unos Juegos Olímpicos de Invierno, pero su participación no fue demasiado lucida: en la modalidad de esquí de fondo, llegó tan tarde que el campeón tuvo que ir a buscarle.
Foto de Leonhard Foeger, Reuters

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Una de las citas deportivas más emotivas del calendario son los Juegos Olímpicos. Que se celebren solo cada cuatro años y concentren lo mejor de cada deporte asegura un espectáculo lleno de sorpresas y gestas que pasan a la eternidad. Las más famosos son las Olimpiadas de Verano, pero los deportes relacionados con la nieve también tienen su cita olímpica.

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A parte de presenciar proezas históricas de los atletas más destacados, en los Juegos Olímpicos también se viven historias humanas de superación que tienen mucho de esperanza y poco de medallas. La historia de Philip Boit, un esquiador de fondo, es de estas últimas.

Boit nació en la región de Eldoret, Kenia, de donde salen muchos de los mejores corredores de fondo del país. Su tío, Mike Boit, ganó la medalla de bronce en los 800 metros lisos en los Juegos Olímpicos de Múnich'72 y Philip quiso seguir sus pasos, así que desde pequeño entrenó para convertirse en un atleta estrella.

Philip nunca destacó del todo a pesar de tener una forma física envidiable, pero un golpe de suerte le cambió la vida. En un entrenamiento se presentaron dos representantes de una conocida marca deportiva que buscaban dos atletas para representar a Kenia en los siguientes Juegos Olímpicos… ¡de invierno! Boit y un amigos suyo, Henry Bitok, fueron los escogidos.

Boit, en el Mundial de esquí de fondo de Sapporo en 2007, sonriendo al ver a los novatos: "¡Yo ya he pasado por esto, chavales!". Foto de Michael Dalder, Reuters

Los dos empezaron a conocer el mundo del esquí de fondo con un entrenador personal pagado por la marca de ropa deportiva y durante un tiempo practicaron en Kenia… con esquís con ruedas, eso sí. Dos años antes de las Olimpiadas, sin embargo, llegó el momento de tocar por primera vez la nieve y se instalaron en Finlandia para prepararse para la prueba de fuego.

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Kenia tenía una sola plaza para representar el país en la carrera de 10 kilómetros de esquí de fondo y ambos tenían que competir para clasificarse. "Al principio no sabíamos ni ponernos las fijaciones de los esquís", recuerda Boit, pero a medida que pasaron los días todo fue mejorando y las caídas se volvieron casi esporádicas.

De los dos, Philip fue el más rápido y se llevó la plaza para la cita olímpica. El invierno de 1998 se plantaría a Nagano, Japón, con solo dos años de experiencia encima de la nieve y más ilusión que el resto de competidores juntos.

¡Maldita sea! ¡Siempre acabo esquiando solo! Imagen vía Wikimedia

La noche antes de la carrera, Philip no pudo dormir, pero no de los nervios por estar a punto de tomar parte en una cita olímpica representando por primera vez su país en unos Juegos Olímpicos de Invierno, sino porque estaba lloviendo y él nunca había esquiado en nieve húmeda.

Empezó la carrera y enseguida él se quedó en la última posición. Se cayó diversas veces y acabó tardando 47 minutos y medio para hacer los 10 kilómetros de recorrido. El ganador, Bjørn Dæhlie, tardó veinte minutos menos: cuando estaba en el podio a punto de recibir su sexta medalla de oro en unos Juegos Olímpicos, escuchó por megafonía que aún había un corredor compitiendo.

Dæhlie no lo dudó y no solo mandó parar la ceremonia hasta que ese misteriosos corredor acabara, sino que se fue a buscarlo corriendo. El fondista noruego, que aún ostenta el récord de medallas de ocho medallas de oro, encontró a Boit encarando los últimos metros y los hicieron juntos. Al entrar en la última recta, el keniano vio como todo el mundo lo animaba.

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Dæhlie lo abrazó cuando cruzó la meta y allí empezó una fuerte amistad que ha llevado a que Boit le pusiera a su hijo el nombre de Daehlie en honor al corredor noruego. El keniano había quedado último, pero la eternidad era suya.

La empresa deportiva le rescindió el contrato, pero Philip Boit siguió entrenando y consiguió clasificarse dos veces más para la cita Olímpica. En Salt Lake City 2002, logró acabar en la posición 64 superando a tres corredores; en Turín 2006, el keniano consiguió hacerlo mejor que cinco atletas. Después de estas tres citas olímpicas no consiguió clasificarse para ninguna más.

Philip, sin embargo, pasará a la historia como el primer y último —hasta el momento— keniano que participó en unos Juegos Olímpicos de Invierno. Por mucho que llegase último, aún hoy sigue siendo una figura en su país.

El autor seguramente no podría acabar una carrera de esquí de fondo ni con Bjørn Dæhlie ayudándole, pero puedes seguirle en Twitter: @21pauriera