Mi compañero de piso era el capo de Silk Road
Imagen: ​Daniel Rehn/Flickr

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Mi compañero de piso era el capo de Silk Road

Viví con Ross Ulbricht mientras él era un jefe de la Darknet.

El mes pasado Ross Ulbricht de 29 años, fue declarado culpable de la creación de Silk Road, la mayor plataforma online de venta de droga del mundo.

Conocí a Ross en un bar de cerveza artesanal en Haigh Street, San Francisco. Cuando llegó al bar llevaba una sudadera roja, vaqueros azules y barba. Quedamos allí con él porque teníamos una habitación para alquilar y Ross había respondido al anuncio que habíamos publicado en internet.

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No teníamos ni idea de qué tipo de persona era, pero a medida que hablábamos con él sobre tipos de birra me iba relajando. No tenía que fingir como con los candidatos anteriores que eran publicistas, jóvenes emprendedores o empleados de Twitter y que solo sabían hablar del dinero que ganaban y de los sitios súper exóticos en los que habían estado. Ross era ingeniero aunque no actuaba como tal. Parecía elocuente, optimista, cercano y de fiar.

Aunque pensándolo bien, yo estaba bastante borracho aquella noche.

Se mudó a nuestra casa y le ayudé con los muebles en el Ikea de Oakland. Merodeábamos por el barrio en busca de leña para la chimenea. Su hermana y sus padres venían una semana y su novia de Texas, la otra. Además, pude conocer a su hermanastro y a su mejor amigo de la infancia.

Solíamos sentarnos en los sillones azules del salón a la hora en que la luz se filtraba a través de las ventanas con vistas al Balboa Park y a la carretera interestatal 280. Fumábamos marihuana juntos mientras acariciábamos a los chihuahuas de nuestros compañeros de piso.

Recuerdo también el día lluvioso en que me enseñó la página de DeviantArt que había hecho antes de graduarse en la Universidad de Austin. "Son solo garabatos," decía. También me acuerdo de un día que vio V de Vendetta en su habitación con la puerta cerrada y cómo una tarde, de camino a Paco's Tacos, habló de que había cerrado su perfil de Facebook porque le preocupaba compartir demasiada información personal en internet (más tarde la cuenta fue reactivada). Más adelante, cuando quería comprarme un portátil, Ross me recomendó que pillara uno con Ubuntu que es un sistema operativo de uso libre y cuyo nombre hace referencia a la filosofía Ubuntu de Sudáfrica, traducido, significa algo así como "humanidad". El concepto pretendía expresar la fe en la interconectividad de toda la humanidad, idea que no distaba mucho del proyecto que Ulbricht se traía entre manos.

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Ross y yo éramos subarrendatarios así que nunca estuvimos inscritos en el mismo contrato, de hecho, no supe su apellido hasta dos meses después de conocerle. Es curioso que nunca saliera en ninguna conversación (¿Dice esto más de mí que de Ross?). El suceso que desveló esta información no fue otro que su arresto en octubre de 2013.

Quince meses después y en el otro extremo del país, comenzó el juicio . Los Estados Unidos de América contra Ross William Ulbricht. Lo más importante del proceso judicial era determinar quién era Dread Pirate Roberts (DPR) el administrador de Silk Road. Había pruebas concluyentes que vinculaban a mi excompañero de piso con DPR: sus diarios, su cuenta de Gmail, los DNIs falsos que confiscaron los federales, sus conversaciones por internet, los post que escribió en foros bajo diversos seudónimos como altoid, frosty y, por supuesto, Dread Pirate Roberts.

La defensa afirma que Ross creó Silk Road, hecho que, hasta el día del juicio, desconocía tanto la opinión pública como la familia de éste. Al parecer, Ulbricht dejó el control de la operación en manos de otro usuario que le delató al declarar que Ulbricht era el cerebro que dirigía la web.

Toda esta compleja hipotésis parece montada sobre el cliché de que en internet nadie es quién dice ser. Así que se limitaron a decir que Ross era lo suficientemente creativo e idealista como para producir él solo todo un mercado online anónimo. Vale, eso lo podemos admitir, pero ¿las drogas?, ¿la criptomoneda?, ¿los intentos de asesinato? La defensa asegura que se trata de un claro caso de confusión de identidad.

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Claro que queremos que Ross salga libre, que sea declarado inocente, un héroe, un estandarte de la privacidad en la Era de la Información, pero la historia no acaba con la condena del 15 de mayo. Todavía está pendiente la fecha del juicio por los asesinatos por encargo de Baltimore, Maryland. Sus abogados afirman que recurrirán la sentencia de culpabilidad, lo que incrementará aún más los gastos de la familia y los defensores del acusado.

Es difícil imaginar cómo está llevando Ross todo este culebrón mediático y judicial. Es un tío tranquilo, de buen corazón, al que le gustaba hacer senderismo y tocar el yembe. Es culto y humilde y un periodista decía de él que llevaba "el corte de pelo de un niño de un cuadro de Norman Rockwell". Siendo sinceros, es un poco nerd. Le dejé Gödel, Escher, Bach el libro del científico cognitivo Douglas Hofstader. 777 páginas de profundización e investigación de los conceptos que permiten la existencia de la inteligencia, la simetría y las matemáticas. Acabó leyendo más del libro que yo. Definitivamente, lo entendió mejor. No hace falta decir que Ross prefería una noche tranquila en casa a una noche en una discoteca.

Y esto es lo que constituyó el núcleo de la defensa: ¿cómo pudo un chico bueno ser capaz de −supuestamente− ordenar asesinatos por encargo? ¿Cómo pudo alguien lo suficientemente inteligente como para obtener un máster por la universidad de Pennsylvania ser tan estúpido de usar su email personal para promocionar un bazar ilegal en un tablón de anuncios de un sitio tan básico como Shroomery.org? ¿Pensó simplemente que no le pillarían? La defensa alega que Ross no puede ser Dread Pirate Roberts, porque Dread Pirate Roberts hubiera sido mucho más cauto y reflexivo y Ross es un tío normal.

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Los capos de la droga suelen ser educados y sofisticados, llevan ropa de diseño y tienen un séquito de mujeres en bikini que les rodean. Inspiran malas películas para ver en verano o temas de rap y presumen con arrogancia de los frutos de su actividad delictiva. La vida de Ross como señor de la droga en la Era Digital estaba lejos de ser glamurosa. Comía y se vestía de manera muy normal y no era un drogata, además no salía con rollos de una noche hasta donde yo sé. Los polvos de una noche no eran para él.

Pero bueno, a fin de cuentas, ¿qué sé yo? Nos conocimos a través de un portal de anuncios.

Nos cruzábamos solo de vez en cuando porque él se iba por la mañana cuando yo aún dormía. Y cuando yo volvía a casa después de mi turno de noche en el mercado (que curiosamente está debajo de la biblioteca en la que fue arrestado más tarde) él ya estaba en la cama. A menudo te lo encontrabas haciendo el vago en el sofá sin camiseta, un hábito extraño y un tanto hippie. Una vez, intentando limpiar la basura de que la gente tiraba en Glen Park Canyon, Ross sufrió un caso agudo de intoxicación por hiedra venenosa y se pasó la siguiente semana con la piel inflamada y andando por casa llevando tan solo una toalla alrededor de la cintura.

No tenía teléfono móvil y con respecto a su profesión, decía que diseñaba páginas web. Una vez dijo algo de "cambio de divisas" y cuando le pregunté si comerciaba con bitcoin me guiñó un ojo y me dijo: "Sí, algo de eso".

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El fin de semana antes de su arresto, Ross y yo quedamos con algunos amigos suyos y fuimos a Ocean Beach. Bebimos Champagne y él tocó el yembe. Por la noche se nos acercaron un par de policías y nos dijeron que apagáramos la hoguera que ya era hora de que nos fuéramos a casa.

El martes siguiente cuando llegué a casa vi un pedazo de papel en la mesa del café. Era un papel del FBI, una relación de objetos decomisados:

Esta fue la primera vez que veía el nombre de Ross completo.

De repente Google mostraba más información de mi compañero de piso de la que yo obtuve en dos meses de conversaciones mientras vivíamos juntos. Conocía su cara, su voz, la marca de dentífrico que usaba y lo que había comido la noche en la que fue arrestado, pero ¿qué hacía fuera de nuestra casa de Monterey Boulevard? ¿Qué hacía a través de internet mientras estábamos bajo el mismo techo?

¿Sabía el FBI toda la música que me había descargado? ¿El porno que veía o los blogs que leía? ¿Las horas que pasaba en Facebook o las conversaciones que tenía por Skype? ¿Se sentaban los agentes a vigilar desde sus coches negros y veían todo lo que hacíamos?

Si habían leído cada email que mandé, cada comentario que posteé, ¿sería el narcisismo el cargo más grave del que podrían acusarme, o habría algo peor?

Tras el arresto de Ulbricht, Bauer, utilizando el nombre de usuario "jef costello", escribió en el foro de internet Hipinion. La validez de las declaraciones de Bauer fue cuestionada después por The New Yorker y The Verge.

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Siendo honesto, he de admitir que me entretiene lo raro de la historia. Después del shock y la paranoia por el arresto, me dediqué a googlear constantemente el nombre de Ross y siempre había algo nuevo. Un usuario de Reddit posteó la dirección de correo de la prisión en la que Ross se encontraba. Le envié una carta con lo típico "¿Cómo estás?, ¿cómo es la comida?" y le mandé también el relato corto "El hombre de la multitud" de Edgar Allan Poe, Ross me respondió dos semanas después dándome las gracias por el relato y diciendo que Poe era un buen cambio con respecto a sus lecturas habituales: La Biblia y un libro de química orgánica. "Me gusta como el protagonista es un mero observador al principio", me dijo Ross, "pero se acaba convirtiendo en un participante activo al final".

Continué escribiéndole. Le envié Gödel, Escher, Bach, intentando aferrarme a la afinidad que teníamos, pero no obtuve respuesta. Una carta, dos, tres, cuatro… Su exnovia, que ahora vivía en Los Ángeles, me escribía de vez en cuando por Facebook hasta que dejó de responder. Cuando escribí a su madre para decirle que quería visitar a Ross en prisión, me dijo que el proceso era largo y complicado, pero que hablaría con su hijo.

Hasta que, llegado un punto, quedó claro que no había lugar para dicha visita. Lyn me escribió personalmente para darme la dirección de Ross que era una diferente a la que había estado usando yo. Me di cuenta de que habían trasladado a Ross y que era bastante probable que las docenas de cartas e incluso el libro que le envié no le llegaran nunca. Cuando fui a visitar a mi familia en Queens por Acción de Gracias, pasé cerca de la prisión en la que estaba Ross. Era un día nublado y las calles estaban vacías.

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¿Qué podía decirle? Cualquier pregunta hubiera parecido muy rebuscada o incriminatoria, así que supongo que hubiéramos hablado sobre San Francisco, los perros, la noche en la playa, el sitio de tacos, el yembe; sobre todas esas cosas que teníamos en común, porque para ser sinceros, no conocía a Ross en absoluto.

Es más fácil decir cosas de la gente a través de internet, tanto buenas como malas, que en el mundo real. Es más fácil amenazar a alguien vía internet que cara a cara. Eso es lo que pasaba con Ross. Estaba acusado de ordenar asesinatos y eso era algo que me perturbaba a mí, a mis compañeros de piso, a su familia y a mi familia. Los fiscales aseguraban que había pagado 80.000 dólares en bitcoin para que mataran al anterior administrador de Silk Road, pero resultó que el coconspirador era un agente del FBI que quería incriminar a Ross mediante imágenes falsificadas que supuestamente demostraban el asesinato.

Incluso aunque lo del asesinato fuera falso, esta violencia que supuestamente era característica de Dread Pirate Roberts, no encajaba con su creador. Era como si el personaje se hubiera comido a la persona que lo había creado.

"No hace falta cambiar de vida", escribió una vez Jean Baudrillard. "Basta con tener dos vidas".

Creo que esta cita le gustaría mucho a Ross.

Llegados a este punto creo que puedo unificar a Ross Ulbricht y a la figura de Dread Pirate Roberts en un solo individuo. Cuanto más comprendo la diferencia que hay entre una persona y su nombre de usuario en internet, más razones apuntan no solo a la culpabilidad, sino también a la ingenuidad de Ross. Es esta característica casi infantil la que hace que Ross fuera, a mis ojos, un hombre honesto y alguien a quien respeté durante un tiempo. No creo que quisiera hacer daño a nadie con la "simulación económica" de la que hablaba en su perfil de LinkedIn, pero nos mintió y aunque no puedo comprender sus acciones, me gustaría que fuera Dread Pirate Roberts y no Ross Ulbricht el que se pudriera en esa celda.