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La guía Vice de la salud mental

¿De dónde viene mi trastorno obsesivo-compulsivo?

Una gran parte de mí quería creer que este tipo de trastorno es genético, que el ADN de mi madre, y no su comportamiento, fue lo que me hizo a mí desarrollar también un TOC. Pero me di cuenta de que echarle la culpa a algo no es importante cuando lo...

Mi madre tiene un trastorno obsesivo-compulsivo. Su enfermedad gira en torno a un temor a la contaminación. No soporta la idea de que cualquier objeto esté sucio o polvoriento, especialmente le obsesiona la arena. No toca nada que considere que está «sucio», y en cuanto a los objetos que considera que son «seguros» los limpia constantemente.

Como hijo de un padre o una madre con un trastorno obsesivo-compulsivo (también conocido como TOC), a menudo acabas haciendo cosas que sirven para calmar sus temores. Los expertos lo llaman «facilitación». Lo que yo hacía era, por ejemplo, abrir las puertas para que mi madre no se tuviera que volver a lavar las manos otra vez (las puertas estaban sucias). Otras veces, tenía que explicar a la cajera del supermercado que me miraba confundida por qué no debía dejar que nada tocara la cinta transportadora (ya que estaba sucia).

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En el peor de los casos, cada día cuando llegaba a casa del colegio me hacía quitar la ropa en la entrada y colocarla en bolsas de supermercado, como si fueran pruebas que se hubiera encontrado en la escena de un crimen, para luego llevarla a limpiar a la tintorería a un precio exorbitante.

Todo estaba sucio.

Su trastorno obsesivo-compulsivo tuvo un enorme impacto en mi vida. Nunca podía llevar a mis amigos (ya que eran portadores de suciedad) a mi casa. Tampoco podía practicar deporte (fuera todo estaba sucio). Ir de vacaciones a la playa estaba descartado ya que había arena. Sé mejor que nadie lo horrible que es sufrir un trastorno obsesivo-compulsivo. Por tanto, como os podéis imaginar, me fastidia un montón haber acabado teniendo yo también uno.

Mi TOC es mucho menos grave que el de mi madre y no tiene nada que ver con la limpieza. Tengo números que me hacen sentir «seguro» (el cinco y el siete), y la necesidad de dirigir mi vida en múltiplos de estos números. Así que debo tomar cinco bocados de pizza a la vez y beber siete sorbos de Coca Cola, y luego otros cinco bocados de pizza. Si me equivoco, me entra el pánico y empiezo a contar desde el principio, mientras doy siete golpecitos a la mesa con el quinto dedo de mi mano derecha para compensar. Si tiene algo de bueno todo esto es que tener que estar continuamente multiplicando cinco y siete me ha hecho bastante bueno con el cálculo mental.

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En el peor de los casos, cuando llegaba a casa del colegio mi madre me hacía quitar la ropa en la entrada y ponerla en bolsas de supermercado.

Por suerte, gracias a la terapia cognitiva conductual, especialmente la terapia de exposición y prevención de respuesta (EPR), todo está bajo control. Sólo me cuesta cuando estoy realmente estresado, por lo general cuando estoy bajo mucha presión en el trabajo o en mi vida personal, entonces empiezo a volver a contar. Creedme, lo último que uno necesita cuando está estresado es tener que levantarse de la cama cinco veces en plena noche para tocar una puerta siete veces. El Dr. Jim Bolton, que es psiquiatra, me dijo que «alrededor de un tercio de los casos de trastorno obsesivo-compulsivo son catalizados por el estrés».

También está implicada la genética. Según este estudio, parece que el trastorno obsesivo-compulsivo es hereditario. El mismo estudio nos dice que el 40% de las personas con TOC tienen un familiar cercano que tiene esta enfermedad. Y, mientras que el TOC de la población en general está entre un 1 y un 2,5%, si se mira a los familiares de las personas con TOC, está más cerca del 12%. Esto significa que tienes aproximadamente seis veces más probabilidades de tener el trastorno obsesivo-compulsivo si un miembro de tu familia también lo tiene.

No está claro si este aumento del índice de trastornos obsesivo-compulsivos en las familias es debido a factores ambientales o genéticos. La verdad es que a menudo he culpado a mi madre por tener un TOC, pensando que las cosas que hacía para ayudarla me hicieron desarrollar pensamientos obsesivos propios. Debido a estos sentimientos de culpa, una gran parte de mí quería creer que este tipo de trastorno es genético, que el ADN de mi madre, y no su comportamiento, fue lo que me hizo a mí desarrollar también un TOC.

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Pero aunque cualquier tipo de predisposición genética para el TOC aún no se ha probado que sea concluyente, el Profesor Gerald Nestadt del Centro de Investigación de TOC de la Universidad John Hopkins me dijo que «entre un 40 y un 80% de los casos de TOC pueden definirse como causados por factores genéticos». Explicó que probablemente no haya un solo gen que cause el TOC. Más bien es poligenético, lo que significa que es un grupo de genes los que causan la enfermedad.

El Profesor Nestadt espera un día poder identificar qué circuito específico del cerebro provoca el trastorno obsesivo-compulsivo y una vez localizado combatirlo con fármacos. Si lo consigue, creará el primer tratamiento químico para la enfermedad mental que sea algo más que sólo una deducción basada en conocimientos previos en una zona general del cerebro. Según explicó, «una cura para el trastorno obsesivo-compulsivo que se centra específicamente en vías bioquímicas aisladas en el cerebro sería una primicia mundial en la medicina aplicada a las enfermedades mentales, y ese es nuestro objetivo».

Está claro por qué la idea de la píldora mágica del Profesor Nestadt para «solucionar» el trastorno obsesivo-compulsivo es tan atractiva, las enfermedades mentales son mucho más difíciles de tratar que las enfermedades físicas. No es como cuando tienes una infección y te tomas una serie de antibióticos para combatirla. No, el trastorno obsesivo-compulsivo se debe, como muchas enfermedades mentales, a múltiples factores psicológicos y emocionales, muchos de ellos ambientales. Por ahora, el tratamiento más eficaz, según la organización benéfica OCD Action, es una mezcla de terapia cognitivo-conductual y, en los casos más graves (como el de mi madre), medicación con antidepresivos ISRS. Los antidepresivos ISRS funcionan ayudando al cuerpo a retener más cantidad de la serotonina que produce naturalmente y se ha descubierto que son eficaces en el tratamiento de los casos de TOC que suelen tener niveles significativamente más bajos de serotonina de lo que se considera normal.

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El Dr. Eric Davis, un psicólogo experto en TOC, cree que, a pesar de que hay una «tendencia» genética a tener TOC, según su experiencia, el «principal factor es ambiental». En pocas palabras, declara que el trastorno obsesivo-compulsivo es un modo de «tratar de hacer frente a la ansiedad y comunicar el estrés intentando controlar las cosas. Es sentirse fuera de control e intentar rectificar estos sentimientos».

El Dr. Davis me habló de su experiencia en el tratamiento de varios miembros de la misma familia que tenían un TOC y me dijo que, en algunos casos, factores con una base en la familia podrían hacer que la enfermedad empeorase. Un ejemplo sería cuando una persona con TOC empieza a exigir que otros miembros de la familia hagan cosas para facilitarle el día a día (como lo que yo hacía de abrirle las puertas a mi madre). Esto es exactamente lo que mi madre me hacía hacer cuando era un niño, así que fue interesante escuchar al Dr. Davis identificarlo como algo que hace que la enfermedad empeore y no que mejore.

Estoy harto de que la gente diga que «tiene un TOC» cuando muestran sus zapatillas deportivas blancas relucientes o me explican por qué tienen que poner en orden alfabético su colección de vinilos.

El Dr. Davis cree que la mejor manera de ayudar a las familias que están luchando con este trastorno es a través de intervenciones clínicas basadas en la familia. Todos los expertos con los que hablé también estuvieron de acuerdo en que era necesario disponer de una financiación adicional para ayudar a las familias, especialmente a los hijos de las personas que sufren este tipo de trastorno. Sam Challis, representante de la asociación de ayuda a enfermos de salud mental Mind, me dijo que «es necesario que las personas con TOC que también tienen niños reciban la ayuda de un especialista, por ejemplo, que reciban formación sobre cómo minimizar aspectos de su comportamiento para que no les transmitan rasgos compulsivos a sus hijos». Lamentablemente, con la falta de financiación habitual para la salud mental en muchos lugares del mundo, las posibilidades de conseguir ayuda de un especialista en un plazo de tiempo razonable son las mismas que las de ver a mi madre en la playa.

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También podríamos hacer algún progreso, si dejamos de presentar a las personas que tienen trastorno obsesivo-compulsivo en nuestra sociedad, como gente que tiene que tener todos sus lápices afilados o que son muy ordenados. Estoy harto de que la gente diga que «tiene un TOC» cuando muestran sus zapatillas deportivas blancas relucientes o me explican por qué tienen que poner en orden alfabético su colección de vinilos. El Profesor Nestadt está de acuerdo y añade: «Nadie sabía lo que era un trastorno obsesivo-compulsivo hasta que Hollywood empezó a mostrarlo en películas y programas de televisión, pero incluso ahora la gente todavía no entiende muy bien lo que es».

Tener un trastorno obsesivo-compulsivo significa estar tan enfermo que no puedes darle a tu hija un abrazo el día de su cumpleaños porque temes que se haya ensuciado. Challis, añade, «el trastorno obsesivo-compulsivo es un problema de salud muy grave que precisa de una financiación y un apoyo exclusivos». Debido a mi experiencia familiar, sabía esto mejor que nadie, así que obtuve ayuda mucho más rápido de lo que hubiera podido conseguir una persona «normal». Gracias a esto estoy llevando este problema muy bien.

Pero realmente, mientras escribía este artículo y durante todo mi tratamiento, me he dado cuenta de que lo importante no es saber cómo o por qué has desarrollado ese trastorno obsesivo compulsivo. Obtener confirmación de los expertos de que mi TOC no era necesariamente culpa de mi madre me hizo sentir culpable por haberla culpado toda la vida, y yo sé que ella también se siente culpable por no habernos dado lo que ella cree que debe ser una infancia normal, lo que realmente es una tontería.

No se puede «culpar» a alguien por tener un trastorno mental, aunque sea frustrante intentar desesperadamente no reírse cuando tu madre está intentado cerrar la puerta de un coche de una patada porque no quiere tocar la manilla, como tampoco puedes culpar a alguien por tener rinitis alérgica o psoriasis. Porque sentirse culpable de algo es ser responsable de ello, y tener un trastorno obsesivo-compulsivo no es culpa de nadie. Es una enfermedad con la que no es fácil vivir. Pero con la ayuda adecuada, aunque tengas miedo a la arena como mi madre, es un trastorno que se puede tratar.

@thedalstonyears