Mi reencuentro con Christiane F.

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Mi reencuentro con Christiane F.

Christiane todavía conserva esa sonrisa, aquellos increíbles pómulos y su admirable amor por la vida.

Considerado uno de los primeros fotógrafos del punk rock americano, Brad Elterman ha retratado a muchos de los grandes artistas de las décadas de 1970 y 1980 en el apogeo de su belleza y talento. Le Reve es la columna en la que puedes seguir las aventuras del fotógrafo. Brad lleva décadas viviendo "el sueño" y aún hoy sigue haciendo fotos todos los días y celebrando fiestas en la piscina de su casa de Bel Air, Villa Le Reve, a las que invita a mujeres bonitas, artistas, adictos a la moda y eminencias culturales. En esta entrega, Brad se reencuentra con la misteriosa y hermética Christiane F. desde su última reunión en 1981.

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Christiane F. en Berlín, 2015 (todas las fotos por Brad Elterman)

Han pasado 34 años desde la última vez que vi a Christiane F. en una sesión fotográfica en Hollywood Boulevard, en 1981. Christiane había volado a Los Ángeles desde Alemania para la promoción de la increíblemente popular película de culto sobre su vida y yo era un chaval armado con una cámara al que una revista alemana había hecho un encargo. Recuerdo que su inglés era un poco limitado, pero el director de la película, Uli Edel, nos echó una mano. Me acuerdo de haberla visto en el Rainbow con mi amigo Rodney Bingheimer después de la sesión de fotos y de que luego desapareció. Regresó a Berlín. Pero 34 años pasan muy rápido.

Christiane F. in Hollywood, 1981

Durante los últimos dos años, mucha gente joven me ha preguntado por aquella sesión de fotos. Todos dicen lo mismo: "son geniales". La verdad es que me confunde tanta admiración, teniendo en cuenta que el libro y la película trataban sobre una adolescente heroinómana que vende su cuerpo a cambio de droga.

Gracias a unos amigos he podido reencontrarme con Christiane, esta vez en Berlín. Cenamos y hablamos de nuestros amigos en común de aquella época. Christiane todavía conserva esa sonrisa, aquellos increíbles pómulos y su admirable amor por la vida.

Quise volver a conectar con ella a través de la cámara, como cuando éramos jóvenes. No me interesaba hacerle preguntas personales porque ya se ha hablado de todo eso hasta la saciedad. Quise acercarme a ella como amigo, más que como reportero. Como en 1981.

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Hice las fotos durante mi último día de estancia en Berlín. Aquel día hacía un frío terrible y húmedo, algo a lo que los berlineses están acostumbrados. Nada más lejos de la primera sesión que hicimos en la soleada Hollywood hace tantos años, pero qué más daba.

Nos acercamos a una de las zonas en las que aún quedan en pie fragmentos del muro de Berlín y estuvimos paseando con Leon, el chow chow de diez años de Christiane. Mientras yo gastaba un carrete con la cámara de bolsillo, al fondo varios grupos de escolares y turistas se sacaban fotos con sus iPhones.