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Una maléfica pareja que secuestra niños atraídos por sus cromos, las repulsivas y amenazantes frutas infectadas con VIH, inminentes atentados en centros comerciales, y llamadas que, con solo ser descolgadas, te cuestan 1.500 euros. Estos son cinco de los bulos más extendidos a través de las redes sociales y de aplicaciones de mensajería como Whatsapp en España.
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La relación, confeccionada por la Policía Nacional, sigue con colonias de ladrón que te adormecen, golosinas rellenas de droga, falsos vales descuento, llaveros con chip localizador o coches salidos de una película de terror. Un ranking con el que este cuerpo de seguridad pretende alertar de la falsedad de los rumores e instar a los ciudadanos a no dar mayor difusión a estos mensajes que contaminan la red.
Para facilitar su detección, este cuerpo de seguridad define así las características prototípicas de los bulos: “la mayoría son anónimos, no suelen estar firmados, están redactados de la manera más atemporal posible y carecen de fecha de publicación para que pervivan lo máximo posible en la red”.
Un agente de la Guardia Civil especializado en delitos telemáticos y contactado por VICE News asegura que la mejor manera de comprobar la veracidad de la información es teclear en Google las frases que contienen los mensajes sospechosos o mirar en la web y los perfiles sociales de la fuente presuntamente emisora. De hecho, en muchos casos, estos bulos atribuyen los mensajes a las fuerzas de seguridad para darles mayor credibilidad.
El objetivo de este tipo de contenidos, que suelen generar miedo, contener mensajes morbosos o bien anunciar falsas y fáciles recompensas económicas, reside en captar direcciones de correo para crear bases de datos o transmitir malware, según la policía.
Los riesgos del ‘contactless’ o cómo robarte sin tener que meter mano a tu bolsillo. Leer más aquí.
El experto de la Benemérita consultado explica que, a menudo, detrás de los bulos también pueden esconderse estrategias empresariales de competencia desleal, una suerte de guerra sucia entre las empresas que se reparten el pastel en el sector de la comunicación digital.
“Si en Facebook o Whatsapp todo el mundo manda el mismo mensaje al mismo tiempo el servidor se satura y ante un servicio deficiente los consumidores pueden darle una oportunidad a la competencia”, asegura el agente de la Guardia Civil.
Pero, a veces, añade, este tipo de chismes se fabrican únicamente para obtener una ganancia económica: “ahí están los youtubers, por ejemplo, que te piden que participes en un concurso inexistente para tener más seguidores e ingresar más dinero por la vía de la publicidad”.
El origen de estos falsos avisos, explica este especialista en fraudes telemáticos, puede llegarse a identificar [cruzando la información del ID o número único asociado a cada imagen, por ejemplo, y el IP del ordenador o teléfono inteligente utilizado], pero a menudo no hay delito que perseguir.
“Si no se comete un ilícito penal y para eso tiene que demostrarse que hay un perjudicado en términos físicos, morales o económicos, la denuncia no prospera”, asegura en este sentido.
Las redes sociales y aplicaciones como el Whatsapp, precisa el experto, han producido un afecto amplificador de los chismes pero también han aumentado la cantidad historias falsas y alarmistas que inundan la red.
“Los grupos de Whatsapp están desbancando a las propias redes sociales como potentes altavoces de bulos irracionales, algunos citando falsamente una fuente oficial; otros que son nuevas versiones de bulos antiguos”, concluyen fuentes de la Policía Nacional.
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