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El ‘califato’ de Estado Islámico cumple un año: sirios e iraquíes hacen balance

Un año después de la ofensiva relámpago del autodenominado Estado Islámico (EI) en el nordeste de Irak, el grupo extremista mantiene un amplio control sobre muchas áreas suníes en este país y en Siria. Después de que, en los últimos meses, se haya ido conociendo de forma completa y meticulosamente detallada la infraestructura y el tejido militar de la organización — junto a la documentación sobre sus atrocidades y presuntos crímenes genocidas — los expertos predicen una lucha larga y sangrienta para desmantelar el llamado califato que domina parte de los dos países.

El 10 de junio de 2014, las fuerzas de seguridad iraquíes se retiraron apresuradamente de Mosul, la capital de la provincia de Nineveh, y la segunda ciudad más grande de Irak. Las imágenes de tropas huyendo, dejando tras de sí todo un arsenal de armas norteamericanas, presagió lo que vendría los próximos meses cuando el grupo consolidaría el control sobre el nordeste, matando y secuestrando a miles y desplazando a cientos de miles, mientras dejaba al gobierno chií de Irak noqueado.

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Ahora está claro que la génesis de Estado Islámico, también conocido como ISIS, ISIL o Daesh, estuvo bien planificada e implicó antiguos miembros del partido Baaz de Saddam Hussein — muchos de los cuales venidos de Tikrit, una ciudad que el EI capturó poco después de Mosul. La carta de presentación del grupo combatiente, sin embargo, ha sido una forma dudosa y radical del Islam suní, que se ha utilizado para justificar el asesinato y la esclavitud, y que ha sido ampliamente reprendida por los líderes mundiales del sunismo. 

En la provincia de Nineveh, el EI ha actuado de forma especialmente brutal contra las minorías religiosas, incluyendo a los cristianos y a los Shabak. Pero ha sido la dramática situación de los yazidíes — cientos de los cuales fueron asesinados y cientos de mujeres y niñas fueron capturadas — lo que finalmente llevó a los EEUU a combatir la organización extremista.

Poco después de secuestrar varios miles de niñas y mujeres yazidíes, empezaron a surgir informes que constataban que estaban siendo vendidas como esclavas. Organizaciones pro derechos humanos y la ONU pronto confirmaron estos reportes, así como el mismo EI, que en varias ocasiones ha publicitado justificaciones de la esclavización de las mujeres yazidíes.

Zainab Bangura, la representante especial de la ONU sobre violencia sexual en conflicto, afirmó este lunes a VICE News que los crímenes del EI, en los que ella ha invertido mucho tiempo de monitorización el último año, son “imposibles de perseguir”.

“Sabemos que la violencia sexual es tan vieja como la guerra misma”, afirma Bangura. “Pero es la primera vez que veo un manual para seleccionar mujeres a las que tratar como esclavas”.

En marzo, la oficina de derechos humanos de la ONU confirmó que el EI habría cometido genocidio contra los yazidíes. 

Estado Islámico ha ejecutado a más de 2.000 personas en Siria desde la proclamación del ‘califato’. Leer más aquí.

“Estado islámico separa sistemáticamente los hombres de las mujeres y los niños; los hombres son posteriormente apartados y ejecutados sumariamente”, escribe la oficina. De las mujeres y niñas capturadas: “Los miembros del EI las numeran y registran sus nombres en listas, y las inspeccionan para evaluar su belleza”. Las mujeres y niñas, algunas de nueve años, son vendidas a los combatientes y violadas repetidamente. Muchas, afirma Bangura, se suicidaron mientras estaban en cautividad. Cuando el EI cambió yazidíes por dinero con intermediarios de sus familias, cosa que hizo con más de 200 yazidíes a principios de abril, esto se hizo mediante una teatral corte religiosa. La corte aprobó su venta como propiedad, asegurándose de que serían esclavas hasta el último momento, una patología que Bangura hizo notar. 

“En todos los conflictos que hemos investigado, hay un fuerte sentido de la negación y el silencio — nadie quiere hablar de cuánta gente ha sido violada y cuánta gente esconde actos de violación”, añade Bangura. “Pero aquí estás, monitorizando un grupo que publica en redes sociales lo que está haciendo”

Un año después de la caída de Mosul, el EI sigue controlando la ciudad. Después de la captura de la capital de Anbar, Ramadi, el último mes, el grupo continúa amenazando Bagdad, que está a poco más de 100 kilómetros. El viernes, el grupo informó de la ejecución de 34 personas solo en el norte de Ramadi.

Los expertos afirman que, a pesar de la capacidad del EI en el campo de batalla, el gobierno iraquí, las milicias chiíes y cualquier combinación de fuerzas iraníes y americanas — la Guardia Revolucionaria o los aviones de EEUU —  van a contener la expansión del grupo en Irak, que se ha aposentado extensamente, hasta ahora, en áreas suníes. No hay consenso alrededor de lo que pueda surgir si el EI es derrotado y empujado a la clandestinidad en Irak — sobretodo mientras el grupo mantenga el control sobre regiones fronterizas con Siria. La desconfianza mutua entre las comunidades chií y suní permanecerán, con o sin el EI.

“Estado islámico puede retroceder en Irak, pero su futuro en Siria parece poco probable que siga la misma suerte a medio plazo”, declara a VICE News Hassan Abbas, profesor en Estudios Securitarios en la Universidad de Defensa Nacional de Washington.

La ONU, los programas humanitarios de la cual en Irak cuelgan de un hilo, estima que 2,3 millones de iraquíes viven en áreas controladas por el EI, y que cerca de 3 millones han sido desplazados por los combates. Una población de unos 4,4 millones de persones necesita del envío de comida para sobrevivir.

A principios de abril, las fuerzas de seguridad iraquíes, con el apoyo de milicias chiíes y asesores de Teherán, junto al apoyo aéreo norteamericano, retomaron Tikrit. La batalla prolongó y afianzó la alianza tácita entre Irán y los EEUU en la guerra contra el EI. También sugirió el hecho de que Bagdad no puede retomar el resto de Irak sin las milicias chiíes, que han sido señaladas por sus propias atrocidades, y que son vistas por muchos suníes como una herramienta de división y de Irán. Esta semana, las milicias han sido clave para retomar Baiji, una de las refinerías petroleras más grandes de Irak.

Las milicias también están siendo empleadas para recapturar Ramadi, después de que las tribus locales — que afirman que Bagdad no las armó bien — y las fuerzas de seguridad iraquíes fueran incapaces de cortar de raíz la infiltración del EI en la ciudad. En las últimas semanas, el EI ha promovido declaraciones públicas de apoyo al grupo de las tribus suníes — un movimiento que puede consolidar su apoyo, querido o no, en Anbar.

“Yo creo que a medio plazo, entre 2 o 5 años vista, lo más probable es que el EI retroceda en Irak, y esto significaría muchas más campañas similares a las de Tikrit”, dijo a VICE News Juan Cole, profesor de historia en la Universidad de Michigan y experto en la región. “La campaña en Tikrit no fue tan positiva — buena parte de la población suní se ha ido, la ciudad ha sido reducida a ruinas y la población no vuelve por el miedo a las milicias”. 

La situación en Siria, afirma Cole, es mucho menos clara. En la provincia de Idlib, una coalición rebelde no afiliada al EI, incluído el frente Al-Nusra de Al Qaeda, se ha fusionado y ha asestado varios golpes al presidente sirio Bashar Al-Asad. En el desierto, el EI ha capturado la ciudad ancestral de Palmira, aislando, así, las tropas restantes de Asad en el este hacia la frontera iraquí. Los analistas, incluído Cole, creen que el gobierno sirio, posiblemente instado por los asesores iraníes, está admitiendo con esta retirada que debe concentrar sus recursos en Damasco y en la costa, donde aún reside la mayor parte de la población del país. 

La guerra en “Siria puede extenderse en el tiempo”, sugiere Cole. 

En Irak, la batalla contra el EI, añade, ha consolidado al Kurdistán como una entidad separada, que él cree que va a declarar su independencia. Después de los logros iniciales del EI en Nineveh, las fuerzas kurdas, siguiendo el rastro de las bombas de la coalición, han empujado a los combatientes de la organización fuera de buena parte de la región de Sinjar. Sinjar fue, hasta el último año, el hogar tradicional de los yazidíes, que tuvieron que huir a las zonas controladas por los kurdos, el sufrimiento de los cuales fue documentado el pasado verano. 

La campaña aérea de EEUU en los dos países, sin embargo, es solo otro episodio de una “guerra contra el terror” que cumple 14 años y que incluyó la invasión de Irak en 2003 — un impulso al que el establishment político norteamericano ha renunciado en medio de la batalla actual. Con más de 4.400 ataques aéreos de la coalición en los dos países en su haber, los EEUU y sus aliados han admitido solo el asesinato de dos niños, después de muchas vacilaciones.

Mira el documental de VICE News El Estado Islámico aquí

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En el confuso microcosmos delas informaciones sobre Siria, esas muertes fueron el resultado de un ataque aéreo contra Al-Nusra, un grupo que actualmente lucha contra el EI. Los dos grupos combaten contra el régimen de Al-Asad, con quien los EEUU quieren asegurar la paz. Y para complicar más las cosas, la semana pasada, el Departamento de Estado anunció en el Facebook y en el Twitter de su embajada entreabierta de Damasco, que Al-Asad estaba presuntamente alentando la ofensiva del EI en Idlib mediante su propia campaña aérea.

Grupos pro derechos humanos, de primeros auxilios y activistas locales han confirmado a VICE News que el número de muertes de los ataques de la coalición es mucho más alto que el confirmado por los EEUU. El surgimiento del EI y los consiguientes bombardeos de la coalición, dicen, también han alienado a los residentes locales, quienes esperaban que los ataques fueran contra Al-Asad y no contra sus enemigos.

También el lunes, el Observatorio Sirio por los Derechos Humanos, un grupo británico para la monitorización del conflicto, asegura que ha contado, por lo menos, 148 muertes de civiles por los ataques aéreos de la coalición.

El oscurantismo norteamericano en lo relativo al número de civiles muertos, y su falta de voluntad de usar datos de la organizaciones de monitorización a las que cita para documentar los crímenes que cometió Al-Asad, frustran a los trabajadores pro derechos humanos.

“Las mismas pruebas, utilizadas para mostrar los bombardeos de Al-Asad, fueron consideradas creíbles muchas veces”, afirma Jennifer a VICE News. “Hay una falta de transparencia en cómo CENTCOM esta llevando a cabo sus investigaciones. No hablan con organizaciones pro derechos humanos. No es suficiente tirar bombas y luego decir que no hay informes creíbles sobre la muerte de civiles”.

Uno de esos ataques, el de la noche del 30 de abril en la ciudad siria de Bir Mahalli, se cobró, supuestamente, la vida de más de 50 civiles, según varios grupos opositores y de monitorización. Al ser preguntado por el incidente, poco después, un portavoz del Mando Central de los EEUU confirmó que hubo ataques en las inmediaciones de la ciudad, pero negó que hubiera muertes civiles, citando informaciones de las fuerzas kurdas. Este lunes, CENTCOM explicó a VICE News que, de cuatro investigaciones por bajas civiles, solo una, en Siria, ha tenido continuidad. No quisieron dar más detalles de las pesquisas.

Este mismo lunes, el presidente Obama afirmó que no aún no existe una “estrategia completa” para desmantelar al EI, carencia que achaca al gobierno iraquí. En el otro lado de la frontera, los EEUU han apoyado a grupos rebeldes que luchan contra el EI pero con pocos resultados.

“El componente aéreo de la campaña anti-EI de Obama es, hablando en términos prácticos, y así ha sido desde su inicio, centrado en la contención”, dice Cole.

Mientras tanto, el flujo de combatientes extranjeros hacia Siria e Irak, muchos de ellos para enrolarse en el EI, ha devenido un grave problema para los países occidentales. En mayo, el Consejo de Seguridad de la ONU informó de que más de 25.000 “combatientes terroristas extranjeros” de más de 100 estados están implicados en el conflicto, sobretodo en estos dos países.

“El EI sigue ganando cada día que pasa mientras mantiene el control de territorios de Irak”, afirma Abbas. Aún si se le derrota, añade, “el nuevo ejército de entusiastas radicales que el grupo ha reclutado e inspirado continuará hostigando la región por un tiempo”.

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