Nos pasa a todos. Nos creemos muy concienciados con los empleos precarios, pero un día nos descubrimos a nosotros mismos criticando la ineptitud del camarero que nos está sirviendo en el chiringuito de 100 mesas en el que estamos comiendo en La Manga del mar Menor o no saludando al que hace las ñapas en el edificio de oficinas.
El caso de los camareros quizá sea uno de los más paradigmáticos. Y todos hemos sido, consciente o inconscientemente, gilipollas con uno, varios o infinitos trabajadores del sector servicios a lo largo de nuestra vida. Pero las posibilidades de que nos la sude el otro y sus más que probablemente jodidos y alienantes trabajos aumentan exponencialmente conforme van pasando las horas y nos vamos bajando cubatas y se van formando colas alrededor de sus gigantescas barras.
Videos by VICE
Para ponerle remedio a esta situación, hemos consultado con varios camareros de festival que nos han ayudado a elaborar una guía imprescindible, para los festivales en particular y para la vida en general. Sigue estas sencillas pautas y estarás un poco más cerca de dejar de ser un completo cretino con ellos.
MIRA:
No pidas cosas raras y paga todo de una vez
Tío, no pidas un combinado rarísimo y menos si te acabas de quejar de que llevas 30 minutos esperando. Entre otras cosas, porque el camarero viene de una subcontrata mal pagada, no es un coctelero del MGM de Las Vegas y va a paralizar toda la puta barra preguntando qué cojones es eso. Además de que lo más probable es que no haya.
Tampoco seas el guay que pide la marca de moda, rollo, “¿Tío, no tienes (la que sea la bebida de moda en ese momento) con la ginebra (esa que cuesta más que mantener a una familia del Opus durante una semana)? ¿Y ahora qué me pido?”. Y pasarte dos horas meditando para pedir una jodida ginebra con tónica de las únicas marcas que hay. Ah, y cuando me dé la vuelta, no chascarrees con tu compi. “¿Para eso pago 200 euros de entrada VIP mimimí?”. A mí me la suda, colega. Cobro 5 pavos la hora y nunca he probado la tónica esa de la que hablas porque soy un tieso. Si te quejas de que te han timado, probablemente me alegre, no me vas a hacer sentir culpable.
Y otra cosa MUY IMPORTANTE: a no ser que quieras pedir todo el abanico de combinaciones posibles en una misma ronda: un mojito de fresa con azúcar moreno, dos aguas y una de ellas con gas, un whisky con Cola Zero y un gin tonic de la marca de moda esa con la que no paráis de dar la chapa. Si después de esto me dices “pago con tarjeta y por separado”, pues seguramente me cague en tu vida. Y si pides así y te pido que lo repitas tres veces, lo repites tres veces y las que hagan falta. Es lo que hay. — Carlos
No intentes darme conversación (ni ligar conmigo)
Son las cuatro de la mañana y tienes la mandíbula con más movimiento que la inconmesurable Lola Flores (que en paz descanse) en un tablao. No intentes darme conversación porque no se te entiende nada y tengo la barra llena. Tampoco intentes ligar conmigo: ir más pedo que un guiri en Magaluf no es atractivo, y encima me gustan las tías. — Catalina
Que la cerveza esté fría no es mi culpa
No tengo la culpa de que la cerveza no esté lo suficientemente fría, eso es culpa de la organización. Me lo puedes repetir cien veces, me lo puedes reprochar mil, pero solo soy una curranta precaria y no tengo nada que ver con eso ni está en mi mano cambiarlo. — Candela
No me pidas que te eche la bebida ‘hasta arriba’
Los organizadores del festival han pagado a un diseñador para que en el vaso de plástico duro que te dan vayan impresos los patrocinadores y tus grupos favoritos. En él también hay una línea que marca la cantidad máxima de alcohol que te puedo echar. Si eres un bodegas y no quieres espuma, si quieres todo cerveza hasta arriba, quédate en casa y échate un litro en un vaso hasta que haga gotera. Lo mismo con el alcohol destilado. — Carlos
Sí, ya te he visto, no levantes las manos como un loco ni sigas gritándome
Si te digo que ya te he visto es que ya te he visto, de verdad. Y si te digo “ahora te atiendo” es porque te voy a atender en cuanto acabe lo que estoy haciendo. Créeme, te lo ruego. — Ángel
No, no puedo invitarte
Tampoco es mi culpa no poder invitarte aunque me lo pidas cinco veces en una noche. No me dejan, yo te regalaría todas las botellas y echaría a correr, pero es que me despiden. — Catalina
Empatiza
Vale que son las cinco de la mañana y vas ciego, pero EMPATIZA. Peor que tú, que llevas veinte minutos de cola, están los camareros, que llevamos encima una jornada de mierda, nos han dado diez minutos para cenarnos un bocadillo, estamos compartiendo entre todos un baño químico sin papel sin ir borrachos y aun así estamos intentando sonreír. — África
No me pidas el tapón de la botella de agua
No tío, no puedo darte el tapón de la botellita de agua que acabas de comprar para que le eches dentro tu MDMA falsa. Te jodes y mantienes la muñeca en horizontal cuando quieras bailar. — Carlos
No regatees y apréndete de una vez las formas de pago
No es mi culpa que vengas a la barra sin tu pulsera sin recargar, no es mi culpa que seas un inútil y no te enteres de las formas de pago. — Catalina
Yo no fijo los precios abusivos ni soy responsable de tu ineptitud para colar bebida. Es el tercer cubata que me pides y me sigues preguntando por el precio, regateas, me vendes que conoces a Dani Mateo o al cantante de El Canto del Loco. Y luego encima no dejas ni un duro de propina, maldita rata. Ah, y si no funciona el datáfono, a mí no me des la turra. ¿Te crees, que un descampado mal acondicionado en mitad de la nada tiene las mismas tecnologías que un centro comercial? Haber sacado dinero como tu colega el tieso al que le estás pidiendo prestado. — Carlos
Sigue a Ana Iris en @anairissimon.
Suscríbete a nuestra newsletter para recibir nuestro contenido más destacado.