Camila Moreno lleva más de diez años de carrera musical. Ella no solo es referente en la industria con cuatro discos en su haber, también ha trabajado duro para lanzar, luego de dos años de receso de los escenarios, un álbum conceptual llamado ‘Rey‘, que cuenta la historia de amor entre X y M, dos seres cyborg que luchan por la revolución de un universo postapocalíptico.
“Rey es el inicio de otra era, esa es mi sensación”, nos cuenta. Con un vaivén de referencias entrecruzadas, capaces de distinguir un pasado desde otro lugar, este disco juega con sus trabajos anteriores. “Si lo escuchas bien te das cuenta que retoma’Mala Madre‘ (2015), ‘Panal‘ (2012) y ‘Almismotiempo‘ (2009), porque creo que las cosas no son lineales, hay una temporalidad que se cruza con otros proyectos”. Los sonidos y letras de este álbum evidencian un relato sonoro capaz de mostrarnos una historia.
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Dentro de un paisaje distópico, Camila ha logrado unir 20 canciones en conceptos que quiebran la idea de género y tecnología. Parte de esta creación concluye en una experiencia personal de despegarse de una identidad de género, donde es capaz de sentirse más real. Por otro lado, cuenta con la influencia de la pensadora estadounidense Donna Haraway y el manifiesto Cyborg. “Poder mover los límites de género en relación a la humanidad y a lo musical, y poder mover los límites de la realidad y la fantasía, hacen al espíritu del disco”.
Desde Santiago de Chile, la artista nos cuenta sobre el proceso del nuevo lanzamiento y de sus ganas de volver a los escenarios para presentarlo en vivo.
VICE: ¿Qué significa ‘Rey‘ para vos y por qué decidiste llamar al disco de esa forma?
Camila Moreno: Para mí ‘Rey’ es una imagen, de hecho, está tachado. Hay ganas de resignificar el arquetipo y utilizar un lugar que siempre ha sido masculino; qué pasaría si una mujer ocupara el lugar de un rey, o un cyborg o un ser andrógino. Las mujeres siempre somos reinas o princesas, pero es hora de cambiar. También viene de un concepto que atraviesa el disco en relación con poder mover los límites del género, el disco está escrito en masculino. Ahí hay una cosa que se relaciona con la acción de poder mover, cuestionar y ganarle a la realidad. Poder mover los límites de género en relación a la humanidad y a lo musical, y poder mover los límites de la realidad y la fantasía, hacen al espíritu del disco.
¿Cómo llegaste a escribirlo enteramente en masculino?
La lucha es simbólica, que la palabra esté tachada es lo más importante. Me gusta pensar en la imagen de alguien escribiéndola y alguien queriendo borrarla, tratando que desaparezca, algo que en la realidad no podría suceder. Mi impresión es que estos arquetipos, y finalmente el patriarcado, son algo con lo que finalmente convivimos, no se pueden borrar pero sí transformarse. Trata de la necesidad de transformar un poder simbólico.
En el disco viene un poema de Gabriela Mistral que se llama ‘Corderito mío‘, que es un poema de amor de madre, claramente, es la primera vez que versiono un poema. Con ella me metí de lleno en su obra, de hecho buscando más encontré las cartas a Doris Danna escritas en masculino. Eso terminó por cuajar lo que buscaba.
Este disco se inspira en el Manifiesto Cyborg de Donna Haraway, ¿qué fue lo que te llamó la atención y quisiste incluir?
Justamente la idea de erradicar al género es algo que me gusta mucho como posibilidad. La idea es que no exista el género, sino que exista el cyborg, que tiene más posibilidades y que no tiene que dar explicaciones de lo que es y que al mismo tiempo es una infinitud. Por otro lado, hay una idea ahí que me atraviesa, basada en las fronteras entre la máquina, el animal y el humano, y cómo esas fronteras son vistas como límites o constructos. ¿Esos límites puede moverse? ¿Quiénes los inventan? ¿Dónde existen? En esas fronteras ficticias, donde existe la imaginación está presente el cyborg. ¿Dónde juega la ciencia ficción y el parentesco entre el género? Este trabajo entre Donna Haraway y Ursula K. Le Guin me gustó mucho, porque entrelaza la teoría biológica con la fantasía.
Históricamente, en tu carrera musical, te definieron por utilizar ritmos electrónicos, aunque en este disco noté mucho sonido de los 80, otros registros de archivo. ¿Cómo fue la búsqueda de esos sonidos que decidiste acoplar?
Fue una búsqueda realmente libre. Yo trabajo de una manera un poco caótica y súper instintiva, y me gusta que sea así, hay una cosa que no tiene que ver con el control, sino con las cosas que van apareciendo. En este disco hubo harto sampling, como quien está haciendo un disco de hip hop o música electrónica, siendo que este es un disco de pop y más bien de música popular.
En estas ganas de jugar robamos hartas cosas, sonidos de Haim, sonidos de Kim Gordon, incluso sampleamos algunas escenas de películas. Hay un contraste en el disco que es particular, se basa en utilizar la música electrónica con todo lo que significa “hacer un disco in the box”, sin presentar tantos instrumentos análogos pero insertando el registro documental.
Hablemos de esos registros, ¿qué significan? Aparecen como si fuesen aclaraciones de una canción, aparece la voz de tu hijo…
Bueno, son registros documentales que hacen vivir al disco en sí. Se complementan de una manera extraña con este universo electrónico, eso me gusta mucho. Son transiciones, son momentos. Siento que Amigas es una apertura que sirve para disponer la escucha, funciona como tráiler o teaser de lo que va a pasar sonoramente a continuación, de hecho la base de esa intro está tomada y rota con la computadora, mezclada con voces de una mujer mapuche, mezclada con unas cintas análogas e intercalada con las voces que cantaron en el videoclip de ‘Quememos Reino‘ , de cuando estábamos todas en una azotea.
A medida que avanza el disco las letras se unen de una forma súper armónica…
La idea de que este fuera un disco conceptual la tuvo Cristian Jaime, cuando escuchó las canciones dijo “esto no son canciones en un disco, es una obra en su totalidad” y creo que lo dijo justamente porque las letras proponían otra conexión. Por eso en ‘Déjame‘ y en ‘Es real‘ se nota cómo hay una conversación entre las letras de las canciones. También la imagen del fuego secreto se repite durante todo el disco, y la idea de un masculino, en “Rey”, “Villano” y “Hombre”.
Convocaste a la colombiana Lido Pimienta y la mexicana Ximena Sariñana. ¿Cómo surgieron ambas colaboraciones?
Ambas son mis amigas desde hace tiempo, a Lido la conozco desde Myspace, imagínate la época, nos hicimos amigas siendo nerds y fanáticas de Björk. A Ximena la conocí la primera que fui a México, cuando toqué en el Vive Latino. Ella entró a mi camerino y me dijo “oye, te ofrezco mi amistad”, y me gustó mucho su actitud tan generosa, de ahí en adelante hemos sido amigas, hemos compartido la maternidad y la música. Ambas somos latinoamericanas, mujeres, madres, músicas y las caras de nuestros proyectos, un mix de particularidades y variantes que no son fáciles de llevar.
Dicen que este disco es una forma de retomar tu carrera luego de un receso de dos años, sin embargo Pangea volumen I y II salieron durante el 2019 y es un gran trabajo.
Este disco lo empecé a trabajar a principios del 2019 y yo en 2018 hice un pare de los escenarios y en el medio saqué ‘Pangea‘, o sea que no he parado realmente. ‘Pangea‘ no deja de ser un disco recopilatorio, un disco doble, que incluye todas “las basuras” que no quedaron en otros discos. Creo que la gente no lo vio tanto, es cierto, al final este proyecto es una gran historia y viene a ponerle fin a una era, desde mi primer disco hasta “Pangea” hay un círculo que se cierra. Luego, ‘Rey‘ es el inicio de otra era, esa es mi sensación.