Su madre graba con el móvil cada vez que aparece su nombre en los créditos de alguna película; ella da codazos a su pareja cuando van al cine para demostrarle que ha participado en esa escena o esa otra, como la del bosque lleno de telarañas de El Hobbit. Hace 11 años que la madrileña Carolina Jiménez García se dedica con esmero a componer secuencias de efectos especiales para películas que todo el mundo ha visto. El Hobbit, Prometheus, Superman, Guardianes de la Galaxia, Star Trek o El amanecer del planeta de los simios son solo algunas de las películas que figuran en su extensa trayectoria. Carolina es todo un referente internacional en los efectos especiales y puede decir que ha trabajado a las órdenes de Ridley Scott, George Miller, Peter Jackson o Tim Burton.
Empezó estudiando arquitectura, pero pronto se dio cuenta de que “no era lo suyo”. Hasta que no empezó a hacer planos en Autocad y casas en 3D no se dio cuenta de su verdadera vocación. “Hace 11 años la realidad virtual empezaba a sonar, pero aún no era muy conocida. Empecé mi primer contacto con el 3D haciendo casas. Eso me gustaba porque no tenía nada que ver con planos y la casa no se caería”, nos cuenta entre risas a través de Skype desde su casa en Vancouver. En todo este tiempo ha saltado de país y proyecto, desde Londres (Prometheus) a Australia o Nueva Zelanda (El Hobbit, Happy Feet 2).
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“Ahora estoy aquí, en Vancouver, lo llaman Hollywood del Norte, porque en Canadá hay beneficios fiscales para los cineastas y rodar es más barato. Es habitual encontrarse cada día en la calle algún rodaje”, explica. En Canadá, además, se encuentran las sedes de los principales estudios de efectos especiales como ILM, Scanline VFX, Method Studios o Double Negative, entre muchos otros. Una industria incipiente que ha crecido especialmente en los últimos años.
Fascinada por el universo Tolkien después de ver los cinco documentales y todos los extras que acompañaban los DVD, Carolina lo tuvo claro: tenía que estudiar animación 3D. Lo hizo en la escuela CICE de Madrid, una de las pocas escuelas que existían en aquel momento, a principios de los 2000. En el aula solo había dos mujeres. Ahora las cosas han cambiado.
En todos los trabajos en los que yo he participado ya no quedan departamentos en los que no haya ni una sola mujer
“Al cabo de diez años volví a dar una clase magistral al mismo centro donde estudié y recuerdo que me impactó que había más chicas que chicos en la clase, señal de que las cosas están evolucionando muy rápido. En todos los trabajos en los que yo he participado ya no quedan departamentos en los que no haya ni una sola mujer. Y algunos, como producción, son esencialmente femeninos”, explica.
Cuando salió de la escuela, hizo algunos trabajos pequeños como freelance hasta que consiguió su primer trabajo en la serie española Águila Roja de TVE moldeando todos los exteriores y más tarde trabajó en la película de animación Planet 51. Son las únicas producciones españolas en las que ha participado, el resto han sido fuera de España. “Es difícil que vuelva porque sería un poco como cambiar de marcha. En España este tipo de cine de ciencia ficción no existe y el poco que hay lo hacen productoras muy pequeñas o se hace fuera de España”, explica.
A Carolina le gusta la fantasía y la ciencia ficción: a medida que hace una nueva película, desbloquea un propósito de su lista de cosas por hacer. De películas de zombies pasó al espacio, de superhéroes de DC a Marvel. ¿Qué le queda? “Me faltan muchos directores, pero sobre todo me encantaría trabajar con Spielberg”, dice convencida.
Actualmente se encuentra inmersa en tres películas: Guardianes de la Galaxia 2, La Liga de la Justicia y Power Rangers. En este tipo de superproducciones los equipos son muy grandes, en algunas ocasiones de hasta 1.000 personas, y su trabajo como layout ―su función dentro de los efectos especiales― está muy delimitada. “El layout se encarga de hacer todo lo que no existe en el set de rodaje real: entornos, fondos, personajes digitales, decoración… nos encargamos de que todo esté donde tenga que estar, hacemos la composición y también marcamos la velocidad y duración del plano”. Luego, esas secuencias pasan por iluminación o animación. Carolina es una de las muchas piezas esenciales que conforman el engranaje de una película antes de ver el resultado final: “El trabajo en equipo es muy importante. No soy más importante que mis colegas”, reconoce. En El Hobbit, por ejemplo, había once españoles más en el equipo.
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Hace poco la invitaron a ser representante de la Marca España en el extranjero, una iniciativa del gobierno español para poner en valor la imagen de España en el exterior. Pero ella ha declinado la propuesta. “Para mí no tiene mucho sentido. La mejor manera de mejorar la imagen de España es invirtiendo en ella, no quiero participar en un ejercicio de propaganda”, argumenta. Los ilustradores Juan Díaz Canales y David Aja también ha rechazado formar parte de esta iniciativa.
Por ahora, Carolina prefiere seguir trabajando fuera de España, frente a una pantalla del ordenador, ideando universos paralelos, rodeada de héroes y personajes fantásticos. “¡En Vancouver no se está nada mal! Al menos hace un tiempo parecido al de Madrid”, se despide sonriente desde el otro lado de la webcam.