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Television

'Cazadores de trolls' podría ser el mejor fake televisivo de la temporada

El memorable troleo de Pedro García Aguado, el 'hermano mayor' de España, a La Sexta.

"Cazadores de trolls" es como cuando mandas un mensaje de WhatsApp incómodo o peliagudo: te lo piensas mucho antes de darle a enviar, y cuando lo haces apartas la mirada del móvil y sales rápido de la aplicación por lo que pueda pasar. Ya volverás dentro de un rato para leer una respuesta que sabes perfectamente no será positiva ni muy receptiva. A La Sexta le ha ocurrido un poco lo mismo con este programa. Lo tenía grabado desde hacía bastante tiempo y no se decidía a ubicarlo en la parrilla. Ayer por fin lo estrenó un poco de tapadillo, como diciendo: "a ver si no lo ve nadie y no salimos muy mal parados". No solo lo vio más gente de lo que esperaban (un espléndido 8.7% de share), sino que ahora ya somos unos cuantos adictos que queremos más dosis para las próximas semanas.

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Tenemos muy claro por qué le ha costado tanto dar el paso a La Sexta: estrenar "Cazadores de trolls" es como admitir públicamente que alguien te la ha metido doblada. Es la aceptación de una jugarreta televisiva histórica: propones un programa que se dedica a denunciar y perseguir trolls de internet y resulta que el único troleado de verdad eres tú, la cadena que ha pagado por el producto. Porque ayer el único troll del que tuvimos noticia fue el responsable del programa, al que imaginábamos llorando desconsoladamente de risa en su casa mientras presenciaba uno de los productos catódicos más locos que recuerdo en los últimos años.

"Cazadores de trolls" es absolutamente maravilloso. Es todo tan inverosímil, sobreactuado, cutre y demente que si afrontas su visionado con ganas de reír no tardarás en reconocer el potencial de esta obra maestra. Porque solo podemos catalogar de obra maestra un proyecto que se sustenta sobre la figura del troll de internet y en realidad habla de acosadores. Porque solo aquí nos harán creer que es más fácil acudir a Pedro García Aguado para sortear la insidia de un troll que bloquear a alguien en Twitter o Whatsapp y pasar a otra cosa. Y porque únicamente este programa es capaz de conseguir que "Catfish", buque insignia de la decadencia de MTV, ahora nos parezca un experimento sociológico creíble y riguroso.

Uno de los muchos problemas del capítulo de ayer es que tienes claro que te están tomando el pelo a los cinco minutos de emisión. Quién sabe: quizás todo es verdad, quizás Luisa se llama Luisa y no es una actriz amateur, quizás el acosador es un perturbado y no un miembro del equipo del programa pixelado y con la voz distorsionada, quizás un troll le cuenta su vida a un desconocido por DM a los dos mensajes de conocerse, quizás alguien que recibe amenazas e insultos por Twitter cada día no bloquea al troll por caridad cristiana y quizás alguien se dedica a mandar mensajitos subidos de tono todo el día sin descanso porque hace más de 20 años una compañera de trabajo no quiso tener una relación sentimental.

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Solo aquí nos harán creer que es más fácil acudir a Pedro García Aguado para sortear la insidia de un troll que bloquear a alguien en Twitter o Whatsapp y pasar a otra cosa

Quizás esa micropelícula de ciencia ficción que nos explicó "Cazadores de trolls" sea cierta. Pero es que en la práctica te importa un rábano si pudiera llegar a serlo, porque en todo momento tienes la percepción de que el programa es más falso que una moneda de tres euros y que en realidad te tienes que reír. Mala señal si por mucho que te convenzan de lo contrario eres incapaz de creerte una sola aportación del programa. Y encima tiene detalles que te obligan a levantarte del sofá y aplaudir como un poseso.

Por ejemplo, la idea de meter al experto informático en una furgoneta a oscuras, con las ventanillas tapadas con mapas y planos secretos, como si estuviéramos en un thriller trepidante de hackers terroristas, es una delicia. Pero es que encima el informático no rastrea la pista del troll a través de su IP, sino que prefiere crearse un perfil para sacarle información con un par de mensajes privados. ¡Y además con el huevo en la foto de perfil! Es en este tipo de sutilezas donde el programa te acaba conquistando, son las señales codificadas que envía algún topo del programa para que seamos partícipes del choteo monumental.

Pero todo esto se queda en simple anécdota, en chucherías para sibaritas, si lo comparamos con el desenlace, la guinda. Aguado, la víctima y un equipo con cámaras, micros y supongo que un apuntador al fondo que va recordando las líneas de diálogo se personan ante el troll de turno para recriminarle y afearle su conducta. Un momento televisivo que consigue que aquellas irrupciones de Mercedes Milá en "Diario de…" te parezcan propias de Kapuscinski o Wallraff. El troll, vecino del barrio barcelonés de Sants, por cierto, está más pixelado y camuflado que los protagonistas de "Proyecto bullying", y se hace el sorprendido con el mismo talento interpretativo que Ana Obregón cuando participaba en la gala de "Inocente inocente".

Es un final a la altura del programa, con dos mensajes muy claros. El primero, para los víctimas: si alguien te acosa por la red, es mejor que llames a la tele que a la policía. El hacker de la furgo y Aguado te lo resuelven en un par de DMs. Y el segundo para los trolls: vigila a quien le envías tuits ofensivos porque vendrá el hermano mayor y te reñirá en plena calle delante de todo el mundo para que no lo vuelvas a hacer. A veces la televisión puede ser adorable.