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Primero fueron los mercadillos de baratijas y falsificaciones, y después pasaron a los restaurantes; no tardaron mucho en conquistar barrios enteros de nuestras ciudades, y que conste que no lo digo como algo malo. Lo que deberíamos plantearnos, ahora en serio, es por qué no podrían hacer lo mismo con el fútbol. Los chinos están desembarcando a pasos agigantados en el mercado global del deporte rey, y la estrategia se parece mucho a la que ha acabado por implantar un Chinatown —por minúsculo que sea— en cualquier urbe moderna.
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El boom del fútbol chino se ha convertido ya en una “amenaza”, como lo definen la mayoría de medios, para las grandes ligas europeas, al menos en términos económicos. A nadie le extraña ya que cada tres días aparezca una oferta multimillonaria para reclutar a nuestras estrellas, ofertas que incluyen a intocables como Cristiano Ronaldo o Lionel Messi. ¿Pero son los chinos una amenaza real?
Más fútbol: La oscura muerte de un gigante del fútbol chino
“Tendrían que evolucionar mucho, no se pueden comparar con las potencias del fútbol. Hay una diferencia abismal en el concepto, en la estructura y, sobre todo, en la base. Cuando se llega a la cima es por fundamentos, y el gran reto de China es el fútbol base”, explica a VICE Sports Gregorio Manzano, que fue el primer entrenador español en lanzarse a la aventura en el gigante asiático.
En este sentido, más allá del ruido de los fichajes, se esconde un proyecto colosal que cuenta con el beneplácito del gobierno chino. El presidente Xi Jingping, un apasionado del fútbol, ha impulsado un plan estatal que prevé crear 20 000 escuelas de fútbol y 70 000 campos antes de 2020. Su idea es convertir al país en una superpotencia del balompié antes de 2050, ya que considera al deporte rey como “un fundamento para la felicidad de la sociedad moderna”.
El técnico jienense, que ha entrenado al Beijing Guoan y al Shanghai Shenhua —el Barcelona y el Madrid de China, por tradición y rivalidad— cree que todavía queda mucho camino por recorrer antes de hablar de una amenaza seria para las ligas europeas. “La estructura de fondo es muy parecida a Europa, pero la metodología es distinta. Hay inconvenientes como el idioma, los conceptos básicos y la idea de desarrollo. Cuando llegué allí se jugaba al pelotazo para los jugadores extranjeros que eran rápidos, era un fútbol muy primitivo”.
Manzano, que ha entrenado a clubs con pedigrí como el Atlético de Madrid y el Sevilla, asegura que aterrizó a China con muchas dudas. “No era la primera oferta que había recibido, en el 2011 ya se habían acercado. En ese momento no me dio la corazonada de dar ese paso, quizás por desconocimiento”, comenta. Al final se animó en 2014.
La fiebre del capitalismo
Los casos del brasileño Oscar —que rechazó una oferta de la Juventus de cuatro millones para embolsarse 16 millones en el Shanhgai SIPG FC— o del argentino Carlos Tévez —que cobrará más de un euro por segundo y 38 millones por temporada en el Shanhgai Shenhua, el exequipo de Manzano— son el mejor ejemplo para ilustrar que, a día de hoy, todo depende del dinero. Y se trata de un principio que se puede aplicar más allá del deporte.
Evidentemente, el principal reclamo para Manzano también fue el económico. “Tanto en Beijing como en Shanghai, las cifras de mi contrato han superado en dos o tres veces lo que me han pagado los equipos de primera en España”. Cuando partió peras con el Shenhua, Manzano llegó a recibir una oferta de un equipo de la segunda división china que era incluso superior a la de los equipos de la Superliga.
Amando Moreno, director deportivo del Shanghai Shenxin de la segunda división, es otro de los españoles que prueba suerte en China. Llegó al país hace un año y ahora se enfrenta al reto de liderar un proyecto que no tiene nada que envidiar a la mayoría de clubs europeos. “A nivel económico podría ser un equipo de primera en España, no un grande pero sí de mitad de tabla para abajo”, afirma a VICE Sports sin entrar en cifras concretas de su club. Los equipos a los que se refiere mueven, perfectamente, entre 40 y 50 millones por temporada.
“Es una situación normal para un mercado con mucho dinero y que está emergiendo. Si te vas a Turquía, India o Japón ves que han pasado por lo mismo. El mercado en China lleva años con esta dinámica, pero llegará un día en que se regule, y de hecho ya ha pasado”, añade Moreno. En su opinión, se podrá mantener este nivel de inversión durante mucho tiempo, pero cree que habrá un momento en que los chinos se darán cuenta que es más rentable apostarlo todo a la base formativa.
“Lo que está claro es que los clubs son deficitarios, porque no tienen los ingresos como tienen en España. Ahí detrás hay un gobierno, que incluso ha impuesto a empresas que compren clubes. Mientras sigan apostando por invertir sin retorno, seguirán a este ritmo”, opina Manzano. Expertos como José María Gay de Liébana, referente en temas de economía y fútbol en nuestro país, ha asegurado en más de una ocasión sus dudas sobre la viabilidad del proyecto chino por su escaso retorno económico, llegando a compararlo con lo que pasó en Estados Unidos con el Cosmos.
Lo que pasó en Estados Unidos es que se construyó la casa por el tejado; se ficharon a leyendas como Pelé, Cruyff o Beckenbauer para impresionar al público, que probablemente ni sabía que en el football europeo no se podía tocar el balón con la mano. El experimento fracasó al cabo de unos años porque ni había interés ni afición en los estadios. La nueva MLS está reflotando ahora a través de un enfoque más formativo, a pesar de que también se fichan a cracks en fase de ocaso.
Fútbol por imposición
Como apuntaba al principio Manzano, lo importante no es el dinero que se invierta en jugadores extranjeros, sino conseguir generar un interés real del aficionado que conduzca a llenar las academias que se están construyendo a toda pastilla. “Lo primero que se necesita es tiempo, y no es tan fácil como meter dinero. En muchas ocasiones, el dinero va por delante de los recursos humanos que se disponen, la inversión puede ser brutal, pero no tienes medios para mantenerlo a largo plazo”, asegura Moreno, que ve planteamientos positivos detrás de las montañas de dinero que copan las portadas.
“Se están haciendo muchas cosas buenas a nivel de cantera. Hay muchos jugadores repartidos por el mundo, en España las academias envían equipos aquí dos o tres meses para que compitan a nivel europeo. Es algo que tendrá frutos dentro de diez años, porque ahora se trata de una imposición. A la gente se le tiene que enganchar el gusto por el fútbol de manera natural, y no porque sea una asignatura obligatoria. Es como si a nosotros nos meten ahora esgrima por un tubo, y de repente todos tenemos que ser campeones”, reflexiona el director técnico del Shenxin.
Rowan Simmons, un emprendedor británico que lleva más de 20 años invirtiendo en el fútbol chino, aseguró a la agencia AFP que “es irrelevante cuánto dinero meta el gobierno, porque el fútbol no puede florecer a no ser que le guste a la gente”. Según este experto, China necesitará esperar otra generación entera antes de empezar a cosechar los frutos de su nueva política futbolera.
“El dinero no lo es todo, así que inculcarles el fútbol desde pequeñitos es importante. Con la de gente que tienen, seguro que van a salir muchos jugadores buenos”, opina Míchel Herrero, jugador del Real Valladolid que pasó la temporada 2014-2015 en el Guanzhou R&F. Otro aspecto positivo, según el exjugador de Valencia y Getafe, es la predisposición al aprendizaje que muestran los profesionales locales.
“Los jugadores chinos se portan muy bien y quieren aprender rápido. Al principio me encontré con jugadores que no querían tener la pelota, pero cuando les enseñas y aprenden entonces se meten a tope. Cuando más he disfrutado allí era por esto, por el grado de interés y mejora de mis compañeros”, asegura Herrero a VICE Sports. Él sabe que renunció al nivel competitivo, pero no se arrepiente para nada.
“Está claro que el nivel es menor, allí el deporte rey no es el fútbol. Yo paseaba por allí, iba a un parque, y no veías nunca una cancha de fútbol, como ves aquí. Allí te encuentras mesas de ping pong, pistas de bádminton… es difícil que el fútbol signifique lo mismo que aquí”.
Más competitivos, pero a otro nivel
La Superliga de China está, todavía, a años luz de las cinco grandes de Europa, a las que el gobierno de Pekín pretende alcanzar. El fútbol no es una construcción artificial, y aunque el dinero ayuda la realidad es que por muchos jugadores que fichen no habrá un impacto ostensible hasta que pasen varias décadas. La liga, al fin y al cabo, nació en 1994, así que todavía está en pañales.
La normativa, al menos, está pensada para favorecer el desarrollo de los jugadores chinos. El cupo de extranjeros se ha reducido esta temporada, y los equipos solo podrán alinear a tres foráneos en el once y tener a cinco dentro de la convocatoria. Además, todos estarán obligados a convocar dos futbolistas sub-23 —uno de ellos titular— y tener en nómina a tres sub-21. Aunque no lo parezca, el mercado de fichajes también está más restringido que en las ligas europeas.
“Solo puedes fichar a cinco jugadores chinos y tres extranjeros, tienes que mantener el resto del grupo. Eso te obliga a mantener y afianzar un poco la plantilla, intentar sacar rendimiento a la gente que fichas. No se puede renovar la plantilla al completo de un año para otro, como ha hecho el Granada, por ejemplo”, apunta Moreno, que presume de que su conjunto está enfocado a desarrollar jóvenes promesas y no a importar el talento del extranjero. “Tampoco lo vendas como la Masía, pero a menor escala confían en su gente”.
“Al ir allí pierdes muchas cosas pero ganas otras muchas, yo era consciente que estaba dejando la mejor liga del mundo para ir a una liga que no está entre las mejores. Era un paso atrás en el aspecto competitivo, pero ganaba en otras cosas”, reflexiona Herrero desde Valladolid. “Quieren asimilar su nivel con el de las grandes ligas, y quieras que no, los extranjeros que van allí importan virtudes de Europa. Les llevará tiempo, pero creo que estarán entre los grandes seguro”.
Para hacernos una idea del verdadero nivel actual, podemos fijarnos en dos exjugadores de Manzano que han hecho el camino inverso a Tévez y compañía. “No se puede comparar el nivel de los extranjeros. En Beijing entrené a dos jugadores que se fueron a Europa, uno al Wolfsburgo y otro al Rayo. Ambos tuvieron que regresar porque no podían competir”, dice el entrenador. Uno de ellos, Zhang Chendong, más conocido en Vallecas como Dudú, se convirtió más tarde en el fichaje más caro dentro de China, cuando el Hebei China Fortune de Manuel Pellegrini pagó 20 millones al Guanzhou Evergrande por su traspaso. En definitiva, todavía queda mucho.
¿Ganamos un Mundial?
El presidente Xi Jinping, además de promover su plan para implantar el fútbol en todo el país, ha confesado que anhela ver a su país levantando una Copa del Mundo. Es una afirmación que suena a delirio, pero en el fútbol nada es imposible, ¿no?
“Yo en el fútbol me creo cualquier cosa”, contesta Moreno cuando le recordamos la voluntad del líder del partido comunista. Eso sí, matiza que todo esto es válido en el largo plazo, ya que la realidad más inmediata es que China está en la posición 81 del ránking FIFA y avanza a pasos forzados.
A Manzano le propusieron ser el seleccionador esta temporada, pero las expectativas no eran serias. “Se empezó a hablar de mí en los medios como el salvador de la selección, pero cuando me reuní con ellos quise hablar de perspectivas, de planes de futuro. Ellos quieren el éxito de inmediato, y como colistas me dijeron que querían ir a Rusia. Les dije ‘oye, mira, que ustedes no van a ir al Mundial, es muy difícil, yo no hago milagros’.
Sin milagros, y con tiempo, todo es posible. De momento, parece que la afición al fútbol ha crecido considerablemente, ya que los estadios acostumbran a llenarse y los seguidores son incluso más incondicionales que en España. “El campo estaba lleno, y ganes o pierdas están contigo y siempre animan. Me sorprendió que siempre nos iban a recibir en el aeropuerto”, asegura Herrero.
Manzano también se acuerda de los aeropuertos, y nos dice que a su llegada quedó maravillado por el panorama: “Recuerdo que fue un 14 de febrero, el día de los enamorados, el Beijing jugaba un partido de previa de la Champions asiática contra el Chomburi FC de Tailandia. Nada más aterrizar nos fuimos a ver el partido, y cuando vimos el campo, la asistencia, el público, la primera impresión fue de asombro”. El técnico vio el estadio del Guoan, con capacidad para 60 000, lleno hasta la bandera.
Parece que China se toma el fútbol muy en serio; hay dinero —y en consecuencia, profesionales que importan el know-how extranjero—, un programa de gobierno y una afición que responde. Ahora solo les falta la principal pieza del puzle, los futbolistas de cosecha propia.
Sigue al autor de este reportaje en Twitter: @GuilleAlvarez41