China devuelve el dron submarino arrebatado a Estados Unidos. ¿Por qué ahora?

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El barco de vigilancia de la marina estadounidense Bowditch, se encontraba navegando a 70 kilómetros de la embarcación filipina Subic Bay el pasado 15 de diciembre. Mientras su tripulación trabajaba para recuperar del agua a un submarino consagrado a la recolección de datos, un barco de rescate chino de poco más de tres metros de eslora y ligeramente armado, irrumpió junto al Bowditch, una embarcación tres veces mayor.

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La tripulación china lanzó un pequeño bote, cuya propia tripulación se encargó de rescatar el dron desarmado del agua, y se hizo con el aparato de recolección de datos durante un par de días, hasta que Pekín se avino a devolverlo.

El inminente presidente de Estados Unidos, Donald Trump, respondió al incidente a través de su perfil de Twitter, y aprovechó para calificar el hurto de “unpresidented” (una palabra inventada para referirse a que se trataba de un hecho sin precedentes dirigida contra un país, el suyo, todavía sin él como presidente, no hasta el 20 de enero).

El magnate inmobiliario y estrella de la televisión estadounidense, quien está perdiendo el favor popular ante la nueva oleada de acusaciones sobre la presunta intervención de los hackers rusos para asegurar su victoria electoral, redactó el mensaje correctamente horas después.

Sea como fuera, los desafíos militares en aguas chinas sí que tienen precedentes. De hecho, Estados Unidos y China han estado librando una incansable guerra fría en la zona durante décadas — solo que ahora la cosa está empeorando.

China roba un dron de investigación estadounidense en aguas internacionales – lo saca del agua y se lo lleva a China en un acto sin precedentes.

El conflicto en los mares chinos del sur enfrenta a Estados Unidos contra una China cada vez más crecida y dispuesta a dinamitar el poder estadounidense en el Pacífico, una estrategia que, además, supondrá un espaldarazo para la confianza de los asiáticos. Las fuerzas que alientan esta guerra, un conflicto abierto a ras de océano, incluyen a algunos de los destructores provistos de más armas de todo el planeta, además de veleros científicos de última generación, y de modestos barcos de pesca operados por la leal milicia marítima china, a quienes los miembros de la defensa estadounidense llaman como a los “pequeños hombres azules”.

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El caso es que se trata de sendos estados de incalculable poder nuclear, y que ambos están librando una batalla silenciosa por hacerse con una de las regiones del planeta más abundante en recursos, de manera que lo que hay en juego no podría ser más comprometedor. Especialmente ahora que la inexperta e impresentable administración Trump está a las puertas de asumir la presidencia de Estados Unidos.

“Estados Unidos se enfrenta a desafíos cada vez mayores en los mares del sur de China”, escribió Andrew Erickson, profesor de la universidad naval y autor de varios libros sobre la estrategia marítima de China. “La manera en que Trump maneja esa presión terminará reverberando por todo la zona del pacífico asiático, y por el mundo entero”.

Imagen: Marina de Estados Unidos.

El Bowditch, uno de los varios barcos científicos que surcan a menudo los controvertidos mares chinos había destacado un dron amarillo operado a control remoto de poco menos de dos metros — un planeador sumergible en términos navales — para llevar a cabo “operaciones de rutina de acuerdo con las leyes internacionales”, ha declarado el portavoz del departamento de Defensa de Estados Unidos Peter Cook, un día después del incidente inicial.

Los veleros científicos como el Bowditch son los responsables de destacar a los planeadores remotos, también conocidos “como vehículos submarinos no tripulados” para “optimizar la caracterización oceánica”, según detalla otra plantilla de datos de la Armada. Los planeadores sumergibles se encargan de recolectar información sobre la salinidad y la temperatura, entre otras variables. Se estima que el Pentágono tiene destacados alrededor de 150 planeadores, que controla desde barcos de investigación, destructores y veleros de países aliados.

Según Cook, la tripulación de Bowditch se habría comunicado por radio con el barco chino para exigir el regreso del dron. “La petición fue ignorada”, ha comentado Cook. “El UUV (Vehículo Submarino No Tripulado) es un velero soberano inmune de los Estados Unidos. Estamos llamando a China para que devuelva el UVV de manera inmediata, para que cumpla con sus obligaciones de acuerdo con la ley internacional”.

El portavoz militar chino Yang Yujun ha insistido que el dron supone una amenaza para barcos en la zona. Los tripulación de la embarcación de rescate interceptó al planeador estadounidense “con la intención de prevenir que el aparato pudiera suponer ningún perjuicio para la navegación ni para la seguridad de su tripulación”, añadió Yang a través de un comunicado.

“No se ha producido ninguna amenaza a la seguridad de la navegación”, ha escrito en su perfil de Twitter Bonnie Glaser, un analista del Centro para la Estrategia y los Estudios Internacionales en Washington DC. Al interceptar y hurtar el dron “China ha violado la libertad en alta mar”, abundó Glaser, y se refirió al principio ampliamente respetado por todo el mundo, según el cual las aguas situadas a más de 18 kilómetros de la orilla de un país, son aguas internacionales que no pertenecen a nadie y que pertenecen a todo el mundo.

Claro que el conflicto nunca ha tenido nada que ver con la seguridad de la navegación.

“El ejército de Estados Unidos se ha encargado frecuentemente de destacar buques navales para llevar a cabo misiones de reconocimiento y maniobras militares en las aguas de China”, ha declarado el portavoz Yang. “China se opone abiertamente a esto y urge a los Estados Unidos a detener dichas actividades”.

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Ni Bowditch ni sus planeadores se encontraban en aguas territoriales chinas. “China no tenía ningún derecho a incautarse de ese vehículo”, ha declarado el senador republicano y excandidato a la presidencia de Estados Unidos John McCain, a través de un comunicado. “Y Estados Unidos no tiene porqué permitir semejante e indignante conducta”.

Sin embargo, bajo las sucesivas administraciones presidenciales, tanto los demócratas como los republicanos estadounidenses vienen tolerando las agresiones chinas. Y lo hacen por una buena razón. Durante años, la política estadounidense ha consistido en permitir pacientemente que la política exterior china se vaya ajustando a su economía cada vez más poderosa. En otras palabras, se ha esperado pacientemente a que China haya crecido.

Sin embargo, no todo el mundo en el ejecutivo estadounidense comparte esta tesis.

“El enfoque actual ha sido impulsado bajo la idea de que la integración china al orden económico internacional no es solo algo que convenga a China, y que beneficie a Estados Unidos, sino que será beneficioso para el mundo entero”, ha comentado Michèle Florunoy, subsecretaria de política de defensa entre 2009 y 2012. Igualmente, el analista en seguridad Ely Ratner, coescribió junto a Florunoy un artículo de opinión en el Washington Post en el que ambos coincidían que, “desgraciadamente la cosa no va a suceder”.

El Bowditch en el mar: Imagen: Armada de Estados Unidos.

En cualquier caso, esta no es la primer vez en que el Bowditch se ha encontrado implicado en problemas diplomáticos entre China y Estados Unidos.

En marzo de 2001, un buque de investigación de 5.000 toneladas, se topó con una fragata naval china junto a las costas de Corea del Sur. La fragata navegaba de manera inquietantemente peligrosa al Bowditch, lo que obligó al velero estadounidense a retroceder.

Unas semanas después, varios bombarderos chinos interceptaron a una avión espía estadounidense que volaba por el espacio aéreo internacional, cerca de la isla de Hainan, en China. Uno de los bombarderos interceptó accidentalmente al planeador. El avión chino cayó y su pilotó murió en el acto, mientras que el avión estadounidense se vio obligado a realizar un aterrizaje de emergencia en Hainan.

Las autoridades chinas mantuvieron a las 24 personas de la tripulación de un avión estadounidense durante 10 días y solo liberaron a los aviadores después de que la administración Bush se disculpara por la colisión. Pekín mantuvo el avión secreto durante tres meses, y presuntamente lo habría desmantelado e inspeccionado, antes de enviarlo de nuevo rumbo a Estados Unidos.

Por su parte, el Bowditch tuvo un altercado con embarcaciones del gobierno chino en 2002. Y en 2003, en una suerte de anticipo de lo que se vendría, Pekín denunció que un pesquero chino se habría tropezado con un navío estadounidense. Seis años después, una flota de pesqueros interceptaría al navío de vigilancia estadounidense Impeccable en las aguas internacionales de los mares chinos del sur. Los barcos se ocultaron y acto seguido maniobraron peligrosamente cerca del Impeccable, según leyó el comunicado emitido en su día por el Pentágono.

Las embarcaciones eran parte de la milicia marítima de Pekín, un navío no oficial al que el gobierno costea en misiones de reivindicación — junto con la armada china y el servicio de guardacostas — de su influencia en los mares chinos.

“Se trata de sendas fuerzas que cada vez operan más juntas… para alterar el status quo, y emplear la coerción cuando sea necesario, pero sin restaurar la guerra”, ha explicado Eickson. “La irregular fuerza naval china es una de los factores más importantes — a la par que menos considerados — a la hora de afectar los intereses y la seguridad de Estados Unidos en los mares del sur de China”.

La administración Obama ha respondido a la escalada de agresión china cambiando la hoja de ruta de los navíos estadounidenses hacia el Pacífico, y enviando esos mismos barcos en misiones “de libertad y navegación”, a través de las aguas internacionales que reclama China.

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Sin embargo, el presidente Obama ha capeado los reveses militares padecidos con sus proverbiales amenazas retóricas. Su administración, en gran medida, ha abundado en la tradición de mostrarse de lo más paciente con una China cada vez más y más militarizada.. Tal aproximación resultó evidente en el incidente de la semana pasada.

“A pesar de habernos enfrentado directamente con las autoridades chinas, hemos sellado un acuerdo según el cual los chinos deberán devolver los UVV a los Estado Unidos”, anunció ayer el secretario de prensa del Pentágono Peter Cook.

De tal manera, la armada recuperará sus drones. Lo cual no significa que China ni intentará de nuevo intimidar las fuerzas estadounidenses que operan legalmente en aguas que Pekín persigue controlar. Si la tendencia se mantiene, lo más probable es que asistamos a más confrontaciones. Según un comentario publicado ayer en la revista panfletaria del Partido Comunista el control remoto del planeador de Estados Unidos del que se ha incautado la armada china es tan solo “la punta del iceberg en lo concerniente a la estrategia estadounidense en China”.

Trump, por su parte, parece cansado con la situación. “Deberíamos decirle a los chinos que no queremos que nos devuelvan el dron que nos han robado”, escribió ayer mismo en su perfil de Twitter. “¡Que se lo queden!”.

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