Quizá el jugo verde puede ser bueno para ti, pero el paquete de espinacas, kale y apio no es lo más delicioso del mundo. Realmente, la única vez que el sabor amargo de las verduras va bien es cuando las fríes. Sin embargo, ahora un científico ha propuesto otra manera menos convencional de hacer que los vegetales sepan mejor.
Según Charles Spence, profesor de psicología experimental en la Universidad de Oxford, el secreto para superar cualquier fobia vegetal (coles de Bruselas, por ejemplo) es una visita al centro del jardín (asumiendo que tengas uno, claro). No, no como un castigo por ser tan quisquilloso, sino para utilizar las campanitas de viento que seguro habrá por ahí.
Videos by VICE
Sí, en serio.
Como parte de una nueva investigación llevada a cabo por la marca de smoothies Innocent sobre los hábitos alimenticios de los niños, Spence sugirió formas de hacer que las frutas y verduras más odiadas (gérmenes, jitomates, col y espinacas) sean más atractivas. Uno de sus mejores consejos es reproducir sonidos agudos y tintineos a los niños al momento de comer. Afirma que este “sazón sónico” como lo llama elimina los sabores amargos y realza la dulzura. Otras sugerencias para hacer que los niños quisquillosos (y seguro algunos adultos) comieran sus verduras incluyeron arreglar los alimentos sobre una foto antes de comer y jugar con frutas y vegetales, actividades que según Spence estimulan la familiaridad con la comida.
¿Pero realmente funcionan estos trucos? En su libro, Gastrophysics: The New Science of Eating, Spence también señala el uso del “sazón sónico” en experimentos con Heston Blumenthal, cuando el par descubrió que las notas agudas y tintineos realzaban la dulzura de los dulces de caramelo con sidra. Los científicos también han afirmado que el uso de nuestras manos para comer hace la experiencia más placentera, a diferencia de los cubiertos. Sin embargo, Spence admite en el libro que, “Los efectos [del sazón sónico], debemos decir, no fueron enormes (5 a 10 por ciento)…”
Tampoco es la primera vez que los científicos han intentado manipular las papilas gustativas de las personas para que las frutas y verduras tengan mejor sabor. Hay cucharas y tenedores que usan corrientes eléctricas de bajo nivel para alterar lo dulce o salado de un alimento, mientras que otros científicos creen que la clave para aumentar nuestro gozo de los alimentos es controlar lo que olemos.
¿La única manera real de probar la teoría de Spence? Ve al jardín para hacer una parrilla, haz sonar unas campanas y asa un poco de col.